El título de mi mensaje en esta
mañana, para todos aquellos que nos ven por las redes, es el pueblo de Dios en
tiempos de pandemia. Tengo un par de versículos que quisiera compartir con
ustedes más adelante, pero dada la circunstancia que estamos viviendo, creo que
se hace necesario poder introducir algunas cosas que quisiéramos mencionar en
el día de hoy. Quisiera que pudieras considerar esto, no primariamente o
exclusivamente como un sermón, sino como una especie de reflexión comunitaria,
con aquella comunidad que está viéndonos, que nos está escuchando. De manera,
que ciertamente es un mensaje, ciertamente es un sermón, pero yo quisiera que
pudiera al mismo tiempo ver o saber que estás escuchando de manera reflexiva,
porque no creo que ese sea el último de los sermones en medio de esta crisis
que va a prolongarse por semanas. Creo que vamos a requerir de varias semanas
para seguir hablando de parte de Dios, acerca de circunstancias como la que nos
encontramos de frente hoy.
Para mí, yo decía en estos días
que quizá este sea uno de los mensajes más difíciles de componer, porque
nosotros pudiéramos irnos en direcciones distintas y desbalanceadas. Hay muchas
emociones encontradas y por un lado la tendencia, la inclinación, lo que suena
natural es que básicamente prediquemos un mensaje de consolación. Lo que me
ayudó a balancear lo que yo quisiera compartir, es la misma Palabra, viendo en
tiempos de calamidades del pueblo de Dios en el pasado, que dijo Dios a través
de sus profetas, que hizo, como lo hizo, en qué orden trajo los mensajes. De manera
que nosotros pudiéramos predicar un mensaje solamente de consolación y en un
sentido eso podría ser apropiado, pero yo creo que perderíamos una preciosa
oportunidad de compartir algunas de las grandes verdades que Dios ha dejado
plasmadas en su Palabra acerca de cosas que Él hace en momentos de tribulación.
Este ha sido el caso en momentos de guerra, por ejemplo, en momentos de
hambrunas Dios ha llevado a cabo un mayor número de conversiones a lugares
donde quizás nunca antes la Palabra hubiese llegado, si no hubiese sido por
esas circunstancias que se estaban dando.
Por otro lado, hubo momentos,
múltiples momentos en que Dios trajo calamidades sobre su propio pueblo, y
prácticamente sobre su propio pueblo, con la intención de limpiarlos y de
santificarlos, solamente con esta intención, y que esos momentos de dolor
produjeron beneficios extraordinarios en su pueblo. De manera que, no sé para otros
predicadores, pero para mí este es uno de los, o ha sido uno de los mensajes
más difíciles de componer, no por la complejidad del mismo, sino por el balance
que requería, y por eso yo vengo a esta mañana con cierto temor y temblor. No hay
duda de que nosotros requerimos un mensaje de consolación, pero yo creo que
nosotros también requerimos un mensaje de esperanza y de arrepentimiento al
mismo tiempo, ambos mensajes; el de consolación y de arrepentimiento fueron predicados
por los profetas de Dios usualmente en el orden invertido, arrepentimiento y
luego consolación. Es como si uno no pudiera traer consolación sin antes traer
confrontación, o como si no pudiéramos traer bendición sin antes traer sanación.
De manera que estuve debatiéndome de que traer a ustedes en el día de hoy.
Conociendo el estado de la iglesia
en occidente, para algunos de nosotros que viajamos, algunos nosotros que
recibimos cartas, que participamos en conversaciones internacionales incluso. Creo
que traer un mensaje de esperanza a la iglesia sin al mismo tiempo traer un
mensaje de arrepentimiento, hasta cierto punto, quiero decir esto con temor y
temblor, es hasta cierto punto hipócrita de parte de aquellos de nosotros que
conocemos la situación interna, por lo menos los que viajamos. Nosotros sabemos
que la iglesia protestante en los últimos 20-30 años ha abrazado una serie de
enseñanzas no bíblicas y de enseñanzas herejes, que han sido predicadas desde
púlpitos que tienen el nombre de Dios. Dios no ha pasado por alto dichas
enseñanzas, como tampoco ha pasado por altos dichos predicadores y sus
seguidores. Nosotros tampoco podemos olvidar la falta de integridad financiera
que muchos de los líderes de Dios han exhibido en medio de este evangelio de la
prosperidad, del cual hemos hablado tantas veces y yo no creo que Dios haya
pasado por alto ninguno de esos mensajes, ni ninguno de esos mal manejos.
Tampoco es un secreto para muchos
de nosotros, la falta de integridad moral que ha salido a la luz, para no
hablar de aquello que no ha salido a la luz, pero que Dios ha visto, que ha
sido ocultan del mundo, pero que Dios ha podido ver, yo no creo que yo sea
olvidado de ninguna de esas circunstancias. Por eso yo creo que esto es un
mensaje complejo de predicar, creo que requiere una dosis de llamado de
atención y requiere una dosis de consolación al mismo tiempo.
Para iniciar, donde nos
encontramos hoy, podemos recordar que, en enero de este año China, bueno, el
mundo despertó a la realidad de que en China se había comenzado a producir un
brote de, producido por una epidemia, de un nuevo Coronavirus que comenzó a
causar múltiples infecciones, en múltiples personas y la muerte de muchos otros.
Al día de hoy, unas 308.000 personas y tantas han sido reportadas como
infectadas, y de esos 13.000 han muerto ya, con una mortalidad estimada entre
un 3 y 4 por ciento, aunque para el final de la epidemia probablemente sea más
como de un 1 a un 2 por ciento, como hemos dicho en otros mensajes que hemos
ido grabando y conversaciones. El número de casos ha sido tan numeroso y rápido,
que ha obligado a tomar medidas extremas, pero necesarias, tratando de contener
el avance de esta epidemia.
La realidad es que las pandemias han
estado con nosotros desde todo el tiempo, de hecho, en el siglo II hubo una
pandemia que se estimó terminó con la vida de 30 a 50 millones de personas. La famosa
plaga bubónica en los años de 1300-1400 en apenas 6 o 7 años terminó con total
aproximado, dependiendo de la fuente que leas, de 100 a 200 millones de
habitantes que perdieron la vida. Eso es impresionante en un mundo, en un
momento en que el mundo no tenía todavía la población que nosotros tenemos hoy.
Yo no traigo esto con un interés médico en este momento, sino para que podamos
entender que las plagas, las pestilencias han azotado la humanidad por siglos,
y no han respetado ni raza, ni situación económica, ni estatus social, ni sexo,
ni edad, ni cualquiera otra clasificación que nosotros podamos usar.
En los tiempos del Antiguo
Testamento, antes de Cristo, le llamaban pestilencias, muchas de ellas traídas
por Dios mismo, muchas de ellas traídas sobre el pueblo de Dios. Y ese pueblo,
tanto pueblo hebreo como luego el pueblo cristiano, siempre se encontró en
medio de dichas pestilencias, nunca fue inmune a las dificultades que estaban
llegando a sus vidas, o a su alrededor. De manera que, nosotros tenemos que
recordar que ese pueblo cristiano siempre ha estado, siempre ha jugado una
especie de punta de lanza en las circunstancias de mayores peligros,
precisamente porque hay un grupo pequeño quizás, pero hay un grupo de la
iglesia que ha entendido bien el segundo mandamiento de la ley de Dios, y es
que amarás a tu prójimo como a ti mismo. Pero no podemos olvidar que, en los
tiempos del Antiguo Testamento, a los cual estamos siendo referencia hoy, de
manera particular Dios en ocasiones usó a profetas para ayudarles a ellos a
entender, y a su pueblo por igual, que algunas de estas circunstancias
calamitosas que estaban ocurriendo eran el fruto de su mano, obrando con un
propósito en particular.
Escucha lo que Dios dice a través
del profeta Amós. Pero antes de entender el mensaje de Amós se necesita
entender la circunstancia en la que se encontraba el pueblo de Dios, del pueblo
hebreo, para que puedas entender lo que Dios comienza a hacer. Había un gran
optimismo nacional en ese momento, había una prosperidad financiera en el
pueblo de Dios, esto trajo un aumento de la avaricia, eso produjo una cierta
hipocresía religiosa y un sentido falso de seguridad, así estaba el pueblo de Dios.
El pueblo estaba creyendo en Dios, pero viviendo de espalda Dios. De hecho, Dios
dice en [Oseas 4:6] “te has olvidado de mi ley, por tanto, yo me olvidaré de
tus hijos”.
Escucha como la Nueva Traducción Viviente
habla de cosas que Dios hizo en ese momento, anunciadas por este profeta debido
a circunstancias que se encontraban dentro de su pueblo. Capítulo 4 versículo 6
“Hice que pasarán hambre en cada ciudad y que hubiera hambruna en cada
pueblo…” Notaste el hice - Yo hice “… pero aun así,
ustedes no se volvieron a mí, dice el Señor. Yo detuve la lluvia cuando sus
cosechas más las necesitaban. Envié la lluvia sobre una ciudad pero la retuve
en otra. Llovió en un campo, mientras otro se marchitaba. La gente deambulaba de
ciudad en ciudad buscando agua, pero nunca había suficiente; pero aun así,
ustedes no se volvieron a mí, dice el Señor. Arruiné sus cultivos y viñedos con
plaga y moho. La langosta devoró todas sus higueras y todos sus olivos; pero aun
así, ustedes no se volvieron a mí, dice el Señor. Les mande plagas como las que
envíe sobre Egipto hace tiempo (Egipto fue visitado con plagas, el pueblo
de Dios fue visitado con plagas) ¡Maté a sus jóvenes en la guerra y llevé
lejos a todos sus caballos! ¡el hedor de la muerte llenó el aire!, pero aún así,
ustedes no se volvieron a mí, dice el Señor”.
El pueblo se había vuelto tan
insensible, se había acostumbrado tanto a vivir de espaldas a Dios que sus
estilos de vida eran similares al estilo de vida de aquellos que no le conocían. Lo
que ocurrió fue que con el tiempo el pecado hizo lo que siempre hace, adormeció
su conciencia. convenció la mente mediante la racionalización y termino
esclavizando su voluntad. Hoy nosotros nos encontramos frente a un enemigo
microscópico, numeroso, silente que en pocas semanas ha puesto al mundo cabeza
hacia abajo, y pensar que nosotros apenas estábamos al inicio de la pandemia. Si
te la imaginas como una montaña, apenas estamos al principio de la falda de la
montaña, y sin embargo el mundo ya ha comenzado a sufrir sus consecuencias. Pero
ese no es nuestro único problema mundial, es cierto que es sumamente penoso que
en los últimos 90 días hayan muerto 13.000 personas de un virus.
Pero si queremos tener una
panorámica mundial balanceada no podemos olvidar que en el mismo periodo de
tiempo de entre 15 y 16 mil niños muertos de hambre, lo cual implicaría 1.5
millones de personas en los mismos 90 días que han muerto 13.000 personas del
coronavirus. Todos niños, toda una generación se ha ido. En el mismo tiempo
unos 13-14 millones de niños han sido abortados, algo extraordinario en tres
meses. Algunos me han respondido por las redes y me han dicho: «que esas
comparaciones no son justas», y yo creo que la única diferencia que yo veo
es que el coronavirus puede afectarme a mí y a mis hijos, pero la hambruna no me
ha afectado, y probablemente tampoco lo haga. Pero ni los niños muertos de
hambre, ni los niños abortados, ni las otras estadísticas mencionadas y los
desaciertos del pueblo de Dios que mencioné, nada de eso ha sido pasado por
alto por Dios, si Dios se hiciera de la vista gorda ante todos estos males, yo
no creo que sería un Dios digno de ser adorado. Y frecuentemente Dios se ha
propiciado, permitido, en ocasiones enviado directamente, para llamar al
incrédulo a conocerle y para llamar al pueblo de Dios a santificarse.
Yo creo que, si nos dedicáramos a
predicar solamente consolación en un tiempo como este, es posible que dejemos
de lado una de las mejores oportunidades para llamar al pueblo de Dios a la
reflexión, al arrepentimiento y a la santificación. Ciertamente los males del
mundo son muchos, son grandes son numerosos, son abrumadores, de hecho, son tan
grandes que nosotros no sabemos qué hacer, hoy en día tampoco sabemos qué hacer
con la epidemia; la comunidad médica está asombrada, no sabe exactamente cómo
manejarla, los gobiernos están abrumados, la población está en pánico frente a
un enemigo silente microscópico. Ante la enorme amenaza que el mundo enfrenta,
yo pensé en un par de versículos que se encuentran separados, pero en el mismo
libro, el segundo libro de Crónicas, que quizá nos pudiera ayudar a traer un
poco de perspectiva, en términos de cual pudiera ser nuestra reacción en
momentos como estos. Y el primero de estos versículos se encuentra en Segunda
de Crónicas 20 versículo 20.
Tengo que darte un poco de
contexto, y por eso voy a leer algunos versículos extras. Pero resulta que los
moabitas, los amonitas y los meunitas habían hecho un pacto de ir contra Israel,
contra el rey de Israel; Josafat. Josafat recibe noticia de que esta gran
armada viene a invadirlos. Escucha lo que el versículo 3 dice del capítulo 20 “y
Josafat tuvo miedo y se dispuso a buscar al Señor, y proclamó ayuno en toda Judá.
Y se reunió Judá para buscar ayuda del Señor; aún de toda las ciudades de Judá
vinieron para buscar al Señor.” Josafat tuvo miedo, pero en vez de
correr, Josafat fue y buscó refugio en el Señor. El temor de Josafat, pudiéramos
decir, que es similar al pánico que quizás cristianos y no cristianos
experimentan hoy ante esta otra invasión. El ejército que Josafat vio era
visible, tenía miles de soldados, el ejército que está contra nosotros es
invisible, y tiene trillones de trillones de invasores.
Ahora nota lo que Josafat hizo con
su temor “se dispuso a buscar al Señor y proclamó ayuno en toda Judá”
una de las cosas buenas que las dificultades hacen, es que nos empujan a buscar
de aquel que controla la tribulación, aquel que está en control de cada
molécula del universo y de cada microbio que está a mi alrededor y que pudiera
invadirme. Pero nota que Josafat no solamente se propuso buscar al Señor sino
también se propuso ayunar, y con toda probabilidad si Josafat no se ve frente a
tal invasión, ni hubiese ni se hubiese propuesto buscar de Dios de la manera
como lo hizo, y tampoco hubiese proclamado un ayuno. No se si notaste que Josafat
no hizo eso de manera individual como líder, Josafat proclamó eso en toda Judá,
porque ante las circunstancias, cuando el pueblo de Dios va a reaccionar y a
buscar de Dios no se supone que hagamos eso de manera individual, sino que
hagamos eso de manera comunitaria, porque el trabajo que Dios está haciendo no
es solamente a través de la comunidad, sino que es también en la comunidad
completa de su pueblo.
El versículo 5 del capítulo 20
dice: “entonces Josafat se puso de pie en la asamblea de Judá y de Jerusalén,
en la casa del Señor, delante del atrio nuevo,” fue al templo “y
dijo: Oh Señor, Dios de nuestros padres, ¿no eres tú Dios en los cielos?”
aquí viene la invasión, pero sabes que, tú eres el Dios que está por encima de
esa invasión “¿Y no gobiernas tu sobre todos los reinos de las naciones?”
¿no gobiernas tú sobre los moabitas, los amonitas y los meunitas? ¿no gobiernas
tú sobre ellos? “En tu mano hay poder y fortaleza y no hay quien pueda
resistirte”. Josafat tiene la invasión de frente, pero él comienza
reconociendo al Dios de los cielos, la grandeza de Dios, la soberanía de Dios,
el poder de Dios y el hecho de que nadie puede resistir los propósitos de Dios.
Escucha como él sigue ahora en el
versículo 9 de este Segunda de Crónicas 20 “si viene mal sobre nosotros,
espada, juicio, pestilencia o hambre, nos presentaremos delante de esta casa y
delante de ti (porque tu nombre está en esta casa)” tu honor, tu gloria
está invertida en esta casa, en este templo, nosotros teníamos que decir en tú
iglesia “y clamaremos a ti en nuestra angustia,” Escuche ahora de
donde es que viene la consolación “y tú oirás y nos salvarás” si
viene espada, eso es guerra, si viene juicio ¿de dónde va a venir el juicio? de
parte tuya, de manera que si viene una guerra, yo voy a ir a Ti, si viene un
juicio de parte tuya es a Ti también donde yo tengo que ir. Pero si viene una
pestilencia ¿qué es eso? una pandemia, una epidemia, si viene una pestilencia
es a Ti a dónde vamos a correr. Si viene una hambruna como fruto de las
condiciones económicas posteriores, es a Ti a dónde vamos a ir, nos vamos a
parar en este templo, en esta casa, y nos vamos a parar delante de Ti.
Ahora escucha lo que Josafat dice,
él no dice: «vamos a hacer eso porque tú nos debe, porque nosotros merecemos,
porque nosotros hemos orado y no puede ser que tú no nos respondas» ¡No!
porque tu nombre está sobre esta casa, porque la iglesia de Cristo tiene el
nombre de Cristo sobre ella. De tal manera que, si Dios va a hacer algo por su
iglesia, lo va a hacer por el honor de su propio Nombre, y Josafat entiende eso.
Es como si Josafat está diciendo: «nosotros conocemos que nosotros somos el
pueblo de Jehová, y los pueblos que están afuera, que nos están observando,
están observando como nosotros vamos a reaccionar ante la tribulación, y
nosotros venimos delante de Ti reconociendo o pidiendo que hagas algo por tu Nombre»
y eso es algo que nosotros necesitamos recordar.
Finalmente, estas son las palabras
de Josafat, y aquí era donde yo quería llegar, este es mi versículo de esta
parte de mi mensaje, versículo 12. Aquí viene la invasión, es numerosa y Josafat
dice en medio de su oración: “Oh Dios nuestro, ¿no los juzgarás?”
vienen contra el pueblo sobre el cual se invoca tu Nombre, ¿no vas a hacer algo?
¿no los vas a juzgar? “Porque no tenemos fuerza alguna delante de esta
gran multitud que viene contra nosotros,” no podemos, somos impotentes,
no sabemos qué hacer, pero confesamos nuestra fragilidad, nuestra debilidad,
confesamos incluso hasta nuestro temor, pero te vamos a decir algo Dios, en
medio del ayuno que ellos estaban proclamando, probablemente vestido de cilicio,
probablemente cubierto en polvo y ceniza, como ellos acostumbraban a hacer,
como una forma externa de exponer, de expresar lo que supuestamente estaba
ocurriendo internamente. Una actitud de cierto recogimiento y de humillación,
no sabemos qué hacer, “pero”, este “pero” es vital, porque
el “pero” introduce el contraste y la solución “nuestros ojos
están vueltos hacia ti”. Un gran ejército, visible, intimidante que los
incapacito para el cual ellos no tenían fortaleza, los intimidó y Josafat dice:
«pero hemos hecho una cosa, hemos dejado el temor, no nos vamos a llenar de
temor, nos vamos a llenar de Ti, nuestros ojos están vueltos a Ti».
Nuestra invasión hoy es
microscópica, pero tiene la capacidad de destruir más vidas que el ejército que
venía contra Josafat. El pueblo hebreo no tenía fuerza para enfrentarse, de la
misma manera que si tú unes todas las naciones poderosas del mundo con todos
sus recursos, ellas no tienen fuerza para hacerle frente a esta pandemia, como
las semanas han ido mostrando. El ejército de Josafat no sabía qué hacer, la
comunidad internacional no sabe qué hacer, Josafat y toda Judá pudo haberse
llenado de pánico, o pudo haberse llenado de Dios. El pueblo de Dios, pequeño,
en el Antiguo Testamento frecuentemente tuvo que enfrentarse a enemigos
numerosos, y en ocasiones lo hizo huyendo y no enfrentándose, y no les fue bien,
pero en otras ocasiones supo buscar de Dios y encontrar la victoria en Dios. Y eso
es justamente lo que ocurrió con Josafat, Dios le dio la victoria en contra de
esta invasión.
La expresión “nuestros ojos
están vueltos a ti” en cierta manera, lo que implica es que nosotros
estamos confiando en Ti, en tu poder, en tu fidelidad, para con los tuyos, en
tu amor para con nosotros. Como cantábamos hace un rato: «Nosotros reconocemos
que Tú puedes hacer, lo que nosotros no podemos hacer, en ti confiamos oh, Dios».
Dios escuchó la oración de Josafat, Dios escuchó la actitud de humillación de Josafat
y Dios quiso salvarlos. La pregunta entonces ¿es para nosotros? Sí, la
expresión “tenemos nuestros ojos vueltos a ti” ¿cómo hacemos eso?
ante la circunstancia que nosotros estamos viviendo en el día de hoy ¿cómo
nosotros volvemos nuestros ojos a Dios? y ciertamente los hijos de Dios han
estado andando por caminos muchas veces de oscuridad, de falsedad, de doble
moral y de todo tipo de iniquidad ¿cómo volvemos al camino de la luz?
Y yo quisiera sugerir que hay otro
versículo también el Segundo libro de Crónicas capítulo 7, versículo 14 que
tengo que aclarar antes de exponer, porque no quisiera que se me malentienda. Yo
tengo muy claro el hecho de que ese versículo le fue dado a la nación de Israel,
en un momento particular, con una promesa particular que se iba a cumplir de
esa manera porque Dios así lo había decretado para ellos, y que no
necesariamente ese versículo aplica a cada nación que pudiera llenar los mismos
requisitos. Sin embargo, si esta es la Palabra de Dios, y la Palabra de Dios no
cambia y es eterna, las verdades detrás del versículo necesariamente,
mandatoriamente, obligatoriamente tienen que tener aplicación para nuestros días,
o si no, no hubiese valido la pena dejarlas ahí. De hecho, a nosotros se nos
dice en el Nuevo Testamento que; las cosas que fueron registradas en el Antiguo
Testamento se dejaron para nuestra enseñanza. De manera que, en ese versículo
tiene que haber enseñanza para nosotros.
Yo quiero leerte el versículo de Segunda
Crónicas 7:14 también en contexto, comenzando en el 12 hasta el 14 “y el Señor
se apareció a Salomón de noche y le dijo: he oído tu oración, y he escogido para
mí este lugar como casa de sacrificio” Dios le va a hablar a Salomón por
segunda vez, ya se le había aparecido en otra ocasión, de noche años atrás, y
le había hablado al principio de su reinado. Ahora Dios se le aparece, le dice:
«¿sabes qué Salomón? tu oraste, Yo la oí, y esta aparición de ahora es la
respuesta a aquella oración» y Dios dice: «escúchame Salomón» “si
[Yo] cierro los cielos para que no haya lluvia, si [Yo] mando la langosta a
devorar la tierra, o si envío la pestilencia entre mi pueblo” ahí está
la pestilencia, la pandemia, la epidemia «si Yo hiciera eso, déjame decirte
algo Salomón, dado el pacto de fidelidad jurado Abraham, Isaac y Jacob» por
eso es que estoy haciendo la aclaración, que esto tiene mucho que ver con Israel,
pero que hay verdades con aplicación para nuestros días «si Yo hiciera todo eso,
y resulta que mi pueblo entiende que, Yo soy aquel que realmente controla todas
estas circunstancias, si ese pueblo “se humilla el pueblo sobre el cual
se invoca mi Nombre” y ese pueblo además de humillarse “ora, y
busca mi rostro, y se vuelve de sus malos caminos, entonces” Salomón, no
antes “entonces yo oiré desde los cielos, perdonaré sus pecados y sanaré
la tierra”. Notaste el orden, oran, me buscan, se arrepienten, Yo escucho
y Yo sano. Ahí está la promesa, la confrontación primero; se arrepienten y
luego Yo sano.
Esta era la segunda vez que Dios
le hablaba a Salomón, en esta ocasión «Salomón, si Yo decidido enviar
calamidades sobre mi pueblo, incluyendo pestilencias, mi pueblo tiene una forma
de cómo puede responder». De nuevo, la nación de Israel, Dios no les ha
hecho promesas a naciones enteras hoy, pero una vez más yo quiero decirte, que
aquí detrás de estas palabras hay principios extremadamente valiosos para la
iglesia de hoy en día. Déjame leerte el texto otra vez “si se humilla mi
pueblo sobre el cual es invocado mi Nombre, y oran, buscan mi rostro y se
vuelven de sus malos caminos, entonces yo oiré desde los cielos, perdonaré su
pecado y sanaré la tierra”.
En primer lugar, Dios se dirige a
un pueblo particular en esa ocasión, y a ese pueblo en particular lo identifica
de manera particular, es un “pueblo sobre el cual se invoca mi Nombre”
es un pueblo que Jehová ha escogido. La razón por la que Dios está diciendo un “pueblo
sobre el cual se invoca mi Nombre” no es solamente por el pacto que Dios
ha hecho con ellos, sino por el hecho de que muchas de las cosas que Dios iba a
hacer, que Dios había hecho precisamente con ellos, tenían que ver
primariamente porque sobre ellos se invocaba el Nombre de Dios. En otras
palabras, Dios había invertido la integridad de su Nombre sobre ese pueblo. Hoy
si fuéramos a señalar un “pueblo sobre el cual se invoca el Nombre de Dios”
en quien Dios ha invertido su Nombre, no es una nación, es una iglesia, la
iglesia de Cristo. Y una de las razones por la que la iglesia de Cristo necesita
caminar en integridad de corazón, es precisamente porque cuando no lo hace,
compromete la integridad del Nombre de Dios ante el mundo que lo desconoce.
Dios no se va a dirigir al pueblo,
a la sociedad que no conoce a Dios, no se va a dirigir a la sociedad sobre la
cual no se invoca su Nombre. Porque si esas personas fueran a orar,
necesitarían comenzar orando por pedirle a Dios arrepentimiento para conversión,
y de ahí en adelante entonces poder pedir en nombre de Cristo y a través de Cristo.
Pero cuando Dios se identifica con un pueblo, con una persona sobre el cual Él ha
invertido la integridad de su Nombre, Él espera que tú y yo le honremos de la
misma manera. En ocasiones como ya aludí, Dios va a hacer algo por nosotros
primariamente por amor de su Nombre. David entendió eso, ¿recuerda el Salmo 23
que yo te he citado en otras ocasiones? donde David escribe: “Él restaura
mi alma, me guía por sendero de justicia, por amor de su Nombre” David
sabe, David conoce su caminar, David sabe que no ha andado bien en más de una
ocasión, y él dice: «sin embargo aun así Dios ha restaurado mi alma, y la
única razón que yo encuentro por la que Él ha hecho eso, es por amor de su Nombre,
él ha puesto su Nombre sobre mí».
El pueblo del Antiguo Testamento, con
menos revelación, llegó a entender verdades que nosotros como iglesia
necesitamos entender. Escucha lo que ocurre en otro momento dado, más
tempranamente, cuando Josué estaba en la campaña de conquistar la tierra
prometida, el pueblo hebreo venía ganando una batalla tras otra, una batalla
tras otra, hay una orden de entrar a Jericó, de no tocar nada de lo que ahí había.
En otras palabras: «tú vas a entrar ahí, tú vas a destruir ese pueblo, pero
no puede poner la mano a nada, no te quedes con nada, no te lleves nada». El
corazón avaro de Acán salió a relucir, y él toma un lingote de oro, él toma un manto
babilónico, próxima batalla, perdida. No puedes ganar en pecado. Josué sabe que
el pueblo está en problemas, Josué sabe que él no tiene ahora, como un lugar
donde pararse para orar, porque como le voy a pedir a Dios que nos ayude,
cuando Dios nos dijo que no tomásemos nada de ahí, y Acán ha pecado. De hecho,
el texto dice: «Israel» Dios le dice a Josué: «Israel ha pecado, uno
de ustedes pecó, el pueblo entero pecó»
Ahora ¿Por qué yo estoy
enfatizando este esté hecho? por la manera como Josué pidió en medio de ese
pecado. Josué 7:9, Josué hablando con Dios “porque los cananeos y todos
los habitantes de la tierra se enterarán de ello, y nos rodearán” o
sea, se enterarán de que Tú no está con nosotros, porque hemos caído en pecado “y
borrarán nuestro nombre de la tierra”. Ahora escuche, que esto es
fascinante “¿Y qué harás Tú por tu gran nombre?” «Dios, los
cananeos y los habitantes de la tierra, van a venir y van a borrar nuestro
nombre de la tierra. Pero ¿sabes que? si borran nuestro nombre de la tierra se
fue tu Nombre, porque el único pueblo sobre el cual Tú has invertido tu Nombre,
somos nosotros, mi pregunta es Dios ¿que Tú vas a hacer por tu gran Nombre?»
Dios ha invertido su Nombre sobre la iglesia, y como mencioné, la iglesia de
nuestros días, y quizás a lo largo de la historia. Sus líderes han cometido
diferentes tipos de pecados; han abrazado doctrinas falsas, y las han predicado,
pudieran ser acusados de mal manejo financiero, han sido acusados y lo hemos
visto internacionalmente incluso, de inmoralidad sexual de todo tipo. Nosotros tendríamos
que ir donde Dios en humillación y decirle: «Señor ¿sabes que? ciertamente
hemos pecado, pero ¿qué harás Tú para limpiar tu Nombre sobre nosotros?»
La iglesia ha dejado caer el Nombre
de Dios desde los púlpitos, en la predicación, en los estilos de vida de sus
líderes y de ovejas, en la liviandad de la adoración. La santidad del Nombre de
Dios ha sido dejada caer. Y es mi impresión, es sólo una impresión, ni siquiera
estoy diciendo; es mi opinión, mucho menos mi convicción. Una impresión, que Dios
está haciendo algo en el mundo, no solamente a nivel de sociedades, sino a
nivel de su propio pueblo. No quiero sonar, quizás yo sea la nota disidente en
estos momentos, pero la Biblia está ahí para ayudarme a entender y tener cierto
discernimiento. Hoy yo, mejor dicho, ayer meditaba a lo largo del día, como hoy
estarían múltiples templos cerrados, y ciertamente Dios nos ha permitido por lo
menos proclamar la verdad. Pero vino a mí un mensaje, a mi mente, de uno de los
profetas, el profeta Malaquías, en un momento dado cuando el pueblo había
dejado caer el Nombre de Dios, también lo había comprometido, y Dios dice en Malaquías
1:10 «¡hay si apareciera alguien que cerrara las puertas del templo!» ¿porque
Dios? «porque no estoy complacido con lo que ocurre adentro»
Yo no sé si esas dos
circunstancias; las de aquel entonces y estas, son paralelas. Simplemente menciono
que; el texto vino a mi mente. Y yo creo que este es un buen momento para
meditar, y si vamos a reflexionar, yo creo que pensar en las verdades detrás de
Segunda de Crónicas 7:14 es un buen punto de comienzo. Porque es ahí donde Dios
comienza hablándonos de cuál pudiera ser nuestra actitud ante circunstancias
calamitosos. Vimos el ejemplo de Josafat, como él lo hizo; él proclamó un ayuno.
Eso es una de las maneras como el pueblo hebreo supo humillarse en la
antigüedad. Y Dios dice en Segunda de Crónicas 7:14 “si se humilla mi
pueblo”, comenzamos por arrepentirnos de nuestro orgullo, nos
arrepentimos de pretender ser algo que no soy, de proclamar una cosa que no
vivo, nos arrepentimos de afirmar con nuestros labios lo que realmente mi
corazón no siente, nos arrepentimos incluso de vivir a veces con una máscara
frente al mundo que oculta mi verdadero yo.
Tiempo de aislamiento, tiempo de
cuarentena, yo creo que son tiempos excelentes, propicio para la introspección,
para la reflexión para la humillación delante de Dios. Para tomar verdades que
mi corazón conoce, pero que mi razón ha querido desconocer en su negación, y ha
logrado incluso ocultar frente al mundo, pero que Dios ha podido ver todo el
tiempo. Y a través de entonces de circunstancias dolorosas, Dios comienza a
destruir nuestro orgullo, y la manera como lo hace, si nosotros no pensamos de
esta manera vamos a pasar por alto este tiempo precioso, es que Dios comienza a
enseñarnos cuán frágiles, vulnerables nosotros somos, que tan indefensos somos
ante un solo virus microscópico, capaz de hacer más daño que muchas armadas de
muchos países.
¿Cuánto temor experimentamos? yo
pudiera experimentar temor y pánico, y es parte de nuestra naturaleza caída, y
no voy a decir que nunca lo haya experimentado, no es el caso ahora, pero yo sé
que lo he experimentado. Pero ¿cuánto temor y pánico nosotros pudiéramos experimentar
ante un enemigo que, en esencia, va a terminar eliminando una o dos vidas de
cada cien, y aun así llenarnos de temor? La realidad es que el orgullo es
fácilmente intimidable. Yo no sé si tú lo has visto así en tu vida, yo lo he
visto así en la mía, en la medida en que recuerdo mirando hacia atrás; a mi
mayor nivel de orgullo, mayor mi nivel de intimidación, por razones que quizás
puede explicar un poquito más adelante. Y es que lo único que le da seguridad
al orgullo es sentirse en control de él, de sus circunstancias, de lo que está
a su alrededor. Cuando nosotros nos sentimos que estamos perdiendo ese control,
nosotros no sabemos qué hacer, entramos en ansiedad. Es la razón por la que
hemos visto filas en los supermercados, no solamente en esta nación, en EE. UU.
por igual, vaciando los estantes, hasta el punto de que ni papel sanitario
(higiénico) hemos podido encontrar en algunos de los supermercados según se ha
reportado, es como que, el temor ha acelerado los intestinos.
“sí se humilla mi pueblo
sobre el cual es invocado mi Nombre, y oran”. Dios
primero nos llama a la humildad, para luego Él poder escuchar la oración. La característica
número uno del orgullo no es la oración, de ahí que; me humillo y luego oro. La
característica número uno del orgullo es su control, su manipulación, su
maquinación, su autoprotección, su justificación, su autodependencia, su
independencia, en vez de hacer o pensar las cosas comunitariamente. Las pandemias
son excelentes para retirarnos, revisar, hacer introspección, orar y pedir
primero; no tanto que Dios se lleve el virus tan rápido como Él pueda, sino que
no lo retire sin que la circunstancia haya producido en nosotros, el fruto que Él
quiso ver en el primer lugar. Para luego nosotros entonces, comenzar a pedir
por nuestra condición interior. Para orar por la condición de los líderes del
pueblo, no solamente cristiano sino los líderes que él ha puesto sobre nosotros,
en las naciones, y que también no han caminado bien. Para orar por ovejas
desviadas. Para orar por gente que aún no le conocen, que necesita entrar al
reino de los cielos.
Piensa por un momento, cada día,
hablando de personas que aún no le conocen, que estos tiempos propician el
poder compartir las buenas nuevas. Piensa por un momento que, cada 24 horas
aproximadamente 50.000 personas entran en un infierno eternamente, sin nunca
haber oído el evangelio; eso no cuenta el número de personas que oyó el
evangelio y nunca respondió a Él. 50.000 personas al día entran a una eternidad
nunca habiendo oído el evangelio. El mayor peligro de la humanidad no es un
virus microscópico, es un pecado del corazón, que se ha vuelto viral y ha
afectado el mundo entero. Dios nos llama entonces en Segunda Crónicas 7:14 a que
nos humillemos, como hablamos, a que oremos. Déjame decirte lo que decía
alguien acerca de la oración, dice: «la oración es una ofrenda de nuestros
deseos a Dios…» aquellas cosas que nosotros anhelamos, que queremos, de
diferentes tipos, piensa en cosas que han sido tus deseos, usted se las ofrece
a Dios «…por cosas agradables a su voluntad…» nosotros hacemos un
intercambio «…en el nombre de Cristo, con una confesión de nuestros pecados
y un reconocimiento agradecido de sus misericordias». Pensamos en aquellas
cosas que deseamos, las que más deseamos, las intercambiamos por cosas que son
agradables a Su voluntad, hacemos eso en nombre de Cristo, acompañado de
arrepentimiento de pecado, y reconocemos Su gran misericordia.
E.M. Bounds lo ponía de esta otra
manera hablando de la oración, y él escribió mucho acerca la oración; «la
oración es totalmente dependiente de la fe. Virtualmente, la oración no tiene
existencia aparte de la fe, y no logra nada a menos que está (la fe) sea su
compañera inseparable». La oración no logra absolutamente nada si su
compañera inseparable no es la fe. De hecho, Santiago dice lo mismo, yo creo
que E.M. Bounds solamente estaba interpretando lo que Santiago dice en el
capítulo 1, comenzando en el versículo 6, aquel que vaya a pedir que “pida
con fe, sin dudar; porque el que duda es semejante a la ola del mar, impulsada
por el viento echada de una parte a otra. No piense, pues, ese hombre, que
recibirá cosa alguna del Señor” ¡¿What? ¿Qué?! el que pida, que pida
con fe, porque si duda, esa es la falta de fe, que no piense ese hombre que va
a recibir nada del Señor. Eso lo que E.M. Bounds está diciendo exactamente con
otras palabras; que la oración tiene que ir acompañada de la fe, y es
dependiente de la fe, y no tiene existencia aparte de la fe, y no logra nada a
menos que la fe sea su compañera inseparable.
Estos son tiempos para cultivar la
fe, para cultivar la confianza en Dios, para cultivar aquello que literalmente
energiza mi oración. Esto es un tiempo para poner la fe y la confianza en el Dios
que controla los microbios; dichos microbios fueron creados por Dios aun antes
de que el mundo cayera en pecado y en condenación, claro, para mantener el
equilibrio del ecosistema. Pero lamentablemente después de la caída, pues todo
se volvió adverso, nosotros nos volvimos adversos contra el mismo hombre, los
animales se volvieron adversos contra nosotros, los microbios se volvieron
adversos contra los seres humanos y aun contra los animales; todo está en
rencillas si pudiéramos decirlo. Pero el Creador los trajo.
Segunda de Crónicas nos recuerda “si
se humilla mi pueblo sobre el cual es invocado mi Nombre” y hablamos de
eso ya, “y oran” hablamos de eso, “y buscan mi rostro”.
La pregunta sería ¿cómo buscamos el rostro de Dios? ¿buscamos el rostro de Dios
solamente en las dificultades? ¡No! el salmista nos dice el Salmo 105:4 que
debiéramos buscar el rostro de Dios “continuamente”. La búsqueda del rostro de Dios no es otra cosa
que; la búsqueda de la presencia de Dios. Nuestra condición de criatura tiende
a ocultar el carácter del Creador, y nuestros deseos tienden a ocultar, o a opacar
los deseos del Creador. Cuando tú estás buscando el rostro de Dios, lo que estás
tratando de hacer es justamente, no ocultar al Creador, y no permitir que tus
deseos carnales, humanos, caídos puedan ocultar, empañar los deseos que el Creador
ha puesto en ti, desde el momento que tú naciste de nuevo. El deseo del Señor
es ser mi compañero manifiesto en todas las circunstancias. Lo que a mí me da
tranquilidad, no es ni siquiera la oración, es el sentido de la presencia de Dios,
en o después de haber orado.
Nuestra solución, nuestra búsqueda
no debe ser necesariamente la solución de un problema en medio de una pandemia,
sino nuestra búsqueda de Aquel que controla las pandemias. Decía hace un
momento que, el mayor problema del hombre no es ni siquiera las pandemias que
han venido y se han ido, sino justamente la presencia de este otro mal que
lleva 50.000 personas por día a una condenación eterna, a 18 millones de
personas al año. Eso es un problema mayor, mucho mayor, no solamente en
términos de números, sino en términos de la eternidad. Este coronavirus no va a
durar para siempre, no importa cuánto dure, él se va a ir. El salmista, ya te
mencioné, en el Salmo 105:4 dice: «el Señor nos insta a buscar “su rostro
continuamente”», eso lo estoy parafraseando ahora. El Señor desea ser nuestro compañero constante
en cada experiencia de la vida, Él quiere que lo conozcamos de principio a fin,
realmente ese es un comentario del Salmo 105:4.
Finalmente, el Señor dice en este
texto, Segunda de Crónicas 7:14 “y se vuelven sus malos caminos, entonces
yo oiré desde los cielos, perdonaré su pecado y sanaré su tierra”. La manera
de nosotros hacer eso es; hacemos introspección, revisamos nuestras vidas,
revisamos nuestras vidas matrimoniales, nuestra vida con los hijos, revisamos
nuestras relaciones interpersonales, revisamos nuestra relación con Dios,
revisamos nuestra lectura de la palabra, revisamos a qué cosas han constituido
nuestras pasiones, revisamos qué cosas están sentadas en el trono de mi corazón.
Revisamos la Palabra, cuando tú revisas la Palabra en el Antiguo Testamento y en
el Nuevo Testamento, déjame darte una vista muy rápida, panorámicamente. Continuamente
los profetas del Antiguo Testamento hicieron un llamado al pueblo de Dios sobre
el cual se invocaba su Nombre, a regresar a sus caminos.
Alguien pudiera decir: «bueno,
pero no estamos en ese tiempo» No, no estamos en ese tiempo. Pero en el
Nuevo Testamento tu encuentras a Pablo instándolos a “desvestirnos del viejo
hombre” que se supone que ya ocurrió el momento de mi conversión y “a
vestirme del nuevo hombre”. Tú encuentras a Pablo cuando le dice a los Corintios
“salid de en medio de ellos” de la cultura secular, pagana, pecaminosa
en medio de la cual ellos se encontraban. Tú encuentras a Santiago en su
epístola diciéndoles: “acercaos a Dios, y Él se acercará a vosotros”. El
llamado es continuo, es el mismo. Tú encuentras a Pablo escribiéndole a los Gálatas
y les dice: “no abandonen el verdadero evangelio, que no hay otro evangelio”.
Tú encuentras a Juan escribiéndole a la iglesia de Éfeso en el libro de Apocalipsis
diciendo: “tú has abandonado tu primer amor, regresa”. El mismo Juan le
escribe a la iglesia de la Odisea, le dice: “no confíe en tu riqueza, tú
crees que eres rica, en realidad tú eres pobre y miserable”. Tú encuentras
a Pedro escribiéndole a aquellos que han sido esparcidos a que “permanezcan
fieles en medio del fuego de la prueba que ha venido sobre ellos” primera
carta. Pedro escribe una segunda carta y lo encuentras entonces exhortándolos a
que no les crean a estos falsos maestros. Judas hace la misma cosa.
Tú puedes ver una y otra vez que
hay un llamado continuo a regresar, al arrepentimiento, a no abandonar a Dios,
a buscar a Dios, a buscar su rostro, a humillarnos. Si la iglesia de hoy se
humillara a buscar el rostro de Dios, a orar, se volvieran de sus malos caminos,
alguien pudiera decir: «bueno, entonces tenemos la garantía de que la tierra,
la nación dónde está esa iglesia va a ser sanada» ¡No! esa es la parte de este
texto que tenemos que recordar, que esto fue algo muy específico para la nación
de Israel. No tenemos la garantía, pero si nosotros quisiéramos ver la mano de Dios
sobre nosotros, no hay duda de que no hay otra forma de hacerlo que no sea
llevando a cabo la misma fórmula.
La Biblia nos afirma vamos a tomar
estos cuatro principios, y ahí voy cerrando; “si se humilla mi pueblo”
¿qué dice Dios en el Nuevo Testamento? yo me oponía en el Antiguo también, yo
me opongo al orgulloso. Entonces ya en contre la aplicación “si se humilla
mi pueblo”. Bueno, y ¿si no lo hago? Dios se opone a ti. Segundo, “y ora”
Dios dice en el Nuevo Testamento, Santiago específicamente dice: “no tenéis
porque no pedís, no tenéis porque no oran”. O sea, que, si mi pueblo no
está orando, y eso es una enorme deficiencia en el pueblo de Dios hoy, no vas a
tener lo que el pueblo mío me está pidiendo obtener. ¿qué más me dice el texto?
me dice que yo debo “buscar su rostro” Santiago me dice: “acércate
a Dios y Él se acercará a vosotros”. Si le está diciendo a ellos “acercaos
a Dios” es porque no estaban cerca de Dios. De manera que ahí está el principio.
Luego dice: “y se vuelven de sus malos caminos” y ¿qué es eso? es
arrepentimiento. Saben, lo que Pedro les dice, cuando predica uno de sus
famosos primeros sermones del libro de los Hechos “arrepentios y convertios
para que tiempos de refrigerio vengan a vosotros” ¿Tú quieres tiempo de
refrigerio? y Pedro en ese momento le estaba hablando a la nación judía, tú
necesitas arrepentirte, y en este caso, convertirte; en el caso nuestro, si ya estamos
convertidos, arrepentirnos, para que tiempo de refrigerio vengan sobre nosotros.
Tu encuentras los cuatro
principios de Segunda de Crónicas 7:14 esparcido a todo lo largo del Nuevo
Testamento, como una fórmula de buscar el favor de Dios. Y entonces, si Dios no
sana la tierra, porque no es una promesa para una nación en particular hoy,
pero yo estoy convencido que Dios visitaría por lo menos su iglesia, y haría
cosas que nosotros estamos necesidad como iglesia de tener.
Como dije al principio, este es un
mensaje difícil de traer en esta hora, porque requiere una dosis, por así
decirlo, de llamado de atención y al mismo tiempo requiere una dosis de cierta
consolación. La consolación está en el hecho de que, si Dios no sana tu nación,
no hay duda de que Dios visitaría tu iglesia, mi iglesia, Su iglesia, quizás global,
si esa iglesia responde adecuadamente ante estas circunstancias. Como lo hizo Josafat
creyendo en la integridad del Nombre de Dios, y dice: «nos vamos a parar
delante de Ti, porque tu nombre tu Nombre está sobre esta casa, está sobre
nosotros». O como lo hizo Josué, cuando estaba convencido de que ellos
habían pecado, le dice: «pero ¿qué vas a hacer Tú? este pueblo quiere
erradicar nuestro nombre sobre la tierra, OK, lo entendemos, tienes razón para
que Tú lo permitas, pero ¿qué vas a hacer Tú por tú gran Nombre?» y Dios
escucho Josué y le volvió a dar la victoria. De manera que quiero dejarte con
esta reflexión para el día de hoy, que tú puedas compartirla con otros, y que
nosotros como iglesia podamos buscar a Dios en este tiempo, y que sea un tiempo
extremadamente provechoso, de intimidad con el Señor de las pandemias.
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