Nuestro deseo no es que conozcan a un predicador en particular, sino que vean claramente que las respuestas se encuentran en la Biblia, por eso debemos leerla, meditarla y vivirla cada día, pues nuestra fe no debe estar basada en las afirmaciones de un predicador, sino en la Palabra de Dios, la cual es invariable (Jn. 5:39, Mat. 22:29, ) y sigamos el ejemplo de los cristianos de Berea (Hch. 17:11).
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