"Ninguno puede venir a Mí si el Padre que me envió no lo arrastra [C. ἑλκύω; jelcúo; arrastrar (lit. o fig.) - Strong]. Y Yo lo resucitaré en el día postrero" (Jn 6:44 BTX4)
A la luz de este texto de las Escrituras queda completamente claro lo inútiles que somos para buscar a Dios — debido a nuestra muerte espiritual por el pecado — que de dentro de nuestro corazón jamás surgiría el deseo y voluntad de venir a Cristo en arrepentimiento y fe verdaderas. No se logra comprender como algunos continúan diciendo: "cuando yo vine a Cristo" "cuando yo me convertí a Cristo" y que no sea realmente orgullo ofensivo a Cristo. En realidad, por la Gracia de Dios el Padre fuimos arrastrados — porque no queríamos venir — hacia Cristo, y solo hasta que nos limpió y perdonó con Su sangre y justicia, ahora nuestro corazón le anhela a Él. Podríamos entonces cambiar esas palabras y alabar a Cristo, en agradecimiento, al decir: "cuando fui traído (arrastrado) a Cristo" o "cuando fui convertido a Cristo". ¿De qué nos podemos jactar sino de Cristo? (Ef. 2:8-9; Gá. 6:14)
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