sábado, 30 de mayo de 2020

Tres Días que Cambiaron la Historia | Cap #103 | Entendiendo Los Tiempos - T2 [Transcripción]



Integrantes:

 

-        Eduardo Saladín (anfitrión)

-        Sugel Michelén

-        Miguel Linares

 

Ps. Eduardo: Hay eventos que cambian el curso de la historia, pero ninguno es comparable a los últimos tres días en la vida de nuestro Señor Jesucristo, lo que se conoce como la “semana de la pasión”, la semana de los padecimientos de Cristo. ¿fue esto una tragedia o una victoria? ¿cuáles son las implicaciones para nosotros, de lo que sucedió en esos tres días?

 

Tres días que cambiaron la historia, es el tema que estaremos tratando en su programa de hoy: Entendiendo los Tiempos. Y tenemos con nosotros como invitado, al pastor Miguel Linares. Miguel bienvenido nuevamente al programa.

 

Ps. Miguel: Gracias Eduardo, gracias Sugel, para mí es un tremendo placer estar aquí junto a ustedes.

 

Ps. Eduardo: Gracias por aceptar la invitación.

Sugel, “Tres días que cambiaron la historia”, como hablábamos antes de empezar el programa, ¿Qué sucedió en ese tiempo allí?

 

Ps. Sugel: Bueno debemos recordar que Cristo nace en la aldea de Belén, en una aldea absolutamente insignificante, de hecho, hay un himno muy famoso que dice: ¡Oh aldehuela de Belén!; si tú buscas en el diccionario “aldehuela” es un lugar que no llega ni a la categoría de aldea, y en ese lugar insignificante, en una nación pequeña, dominada por el imperio romano, nace el Señor Jesucristo, de una familia pobre, de un padre carpintero, el padre adoptivo del Señor, porque todos sabemos, cómo dicen los evangelios, que Cristo nace de María que era virgen en el momento que concibió al Señor Jesucristo, y durante 30 años el Señor Jesucristo pasa su vida en una total oscuridad, trabajando junto a su padre, como lo haría cualquier judío de aquellos días, pero al cumplir los 30 años Cristo cierra el taller de carpintería, ya José había muerto muy probablemente, y el Señor Jesucristo se dirige al río Jordán donde es bautizado por Juan el bautista, y comienza su ministerio público por tres años; y ¿a dónde voy? perdón por la pregunta tuya; es que tres años más tarde, los líderes religiosos de la nación lo acusan de blasfemo, los llevan delante de Pilato, Cristo muere, y aparentemente —como tú decías— eso parecía una total derrota, una vida completamente desperdiciada.

 

Pero como vamos a ver en el resto de este programa, lo que sucedió inmediatamente después de la muerte de nuestro Señor Jesucristo, cambió por completo, no solamente la faz del imperio romano, cambió por completo la historia.

 

Ps. Eduardo: Antes de hablar de: ¿Cómo la muerte de Cristo —su ministerio— cambió la historia? ¿Qué pasaba con ese imperio romano? ¿Cuál era la situación social, política en ese momento?

Ps. Sugel: El imperio romano fue uno de los más grandes imperios que tuvo la historia del mundo, Roma fue avasallante en las victorias que obtuvo desde algunas décadas antes del nacimiento de Cristo, hasta prácticamente el año 300 y tantos, cuando los bárbaros invaden Roma. Roma era una nación politeísta, adoraban muchos dioses; era un imperio muy corrupto moralmente hablando; — los Césares, por ejemplo tenían vidas totalmente licenciosas, muchos de los Césares o algunos de los Césares, eran abiertamente homosexuales, en Roma se adoraban dioses y diosas, que solamente en el contexto en que se hacía la adoración, era completamente orgiástico— o sea, Roma le legó al mundo, por un lado la ley romana, la famosa “Lex Romana”, que también tuvo un impacto en la historia de occidente, y eso no se le puede negar, Roma creó carreteras que unían todo el imperio —por eso se decía en aquellos días que todo lo caminos llegaban a Roma— o sea, no fue simplemente que todo lo que Roma hizo estuvo mal, pero indudablemente, desde el punto de vista “moral”, Roma fue un desastre; y fue ese desastre interno lo que lleva a Roma a su destrucción de manos de los bárbaros; Roma se debilitó internamente, y se debilitó por causa de la moral, y es precisamente en ese contexto que nace nuestro Señor Jesucristo.

 

Ps. Eduardo: Ahí nace nuestro Señor Jesucristo, en medio de esa situación, y eso [hace que se] empiece a predicar las buenas nuevas de salvación del evangelio. ¿Qué es eso Miguel?

 

Ps. Miguel: Las buenas nuevas de salvación, o lo que nosotros conocemos como “el evangelio”, es el resultado precisamente de la muerte de nuestro Señor y su resurrección; es el hecho de que Él ocupó nuestro lugar en la cruz, Él llevó sobre sus hombros nuestros pecados, Él pagó por ellos, y Él se levantó de la tumba, y en esa resucitación es que está nuestra esperanza de salvación, de que nosotros también resucitaremos con Él, como Él prometió.

 

Ps. Eduardo: ¿Cómo afectó eso Sugel, esa sociedad, ese mensaje?

 

Ps. Sugel: Quizás antes de llegar ahí Eduardo, yo creo que es importante que la gente que nos está escuchando, entienda esto, porque podemos concentrarnos en estos tres días que cambiaron la historia, y no entender, que esos tres días en realidad fueron el punto culminante de toda la historia de la redención, que comienza desde que el hombre peca en el huerto del Edén.

 

Hay un famoso cuadro de Rafael [La escuela de Atenas], en la época del renacimiento, donde se ven todos los filósofos griegos, y es un cuadro increíble, porque toda la perspectiva del cuadro te lleva la mirada hacia dos figuras que están en el centro, que son platón y Aristóteles, como diciendo toda la historia de la filosofía se centra en lo que esos hombres dijeron y enseñaron. Pero nosotros podemos decir que toda la historia del Antiguo Testamento, tiene una perspectiva, y te lleva la vista hacia esos tres días que cambiaron la historia, en otras palabras, la biblia hablaba del nacimiento de Cristo —mucho tiempo antes de su nacimiento—, profetizaba que iba a venir un Salvador, que iba a venir un Mesías, decía que ese Salvador iba a ser, obviamente, de la nación de Israel, que de esa nación de Israel, iba a ser de la familia de Judá —que fue uno de los hijos de Jacob—, de la tribu de Judá iba a ser de la familia de Isaí, y luego descendientes de David; o sea te va reduciendo el campo, para que tú puedas visualizar quién era ese individuo que iba a nacer, Jesucristo; y que iba a nacer en Belén, y aún hasta dice que iba a ser de una virgen (Isaías 7:14), y aún dice en Daniel capítulo 9, que iba a nacer en los días del imperio romano, de ese cuarto imperio.

 

Sin embargo, el énfasis de todo el Antiguo Testamento, no es, o no está, en la venida el nacimiento del Señor, sino en esos tres días; es como si todo apuntara, al hecho, de que ese Mesías que nació en Belén nació para morir, nació para morir en una cruz; de hecho David, en el Salmo 22, cuando todavía no existía la muerte por crucifixión, David describe lo que ocurre en una crucifixión, mil años antes del nacimiento de Cristo; o sea que la perspectiva del Antiguo Testamento es hacia allá; esos tres días que cambiaron la historia, y cuando tú lees el Nuevo Testamento –yo sé que hay personas que pueden decirme: yo no creo que la biblia es la palabra de Dios— bueno, si tú ves la biblia como un documento histórico, y tomas el Nuevo Testamento, te vas a dar cuenta que es una ampliación teológica, o una explicación teológica, de lo que sucedieron en esos tres días; resumiendo lo que estoy diciendo: todo el Antiguo Testamento, te lleva a eso tres días; todo el Nuevo Testamento te explica qué fue lo que sucedió en esos tres días, es el centro.

 

Ps. Miguel: Yo creo que es correcto el enfoque que Sugel da, incluso, la primera promesa de un Salvador, evoca su muerte, “Él aplastará la cabeza de la serpiente, pero será herido en su calcañar[Génesis 3:15], es aludiendo a esa muerte que ocurrió en el transcurso de esos tres días que cambiaron la historia.

 

Ps. Eduardo: ¿que sucedieron en esos tres días? yo quiero que veamos la cronología, y que veamos también las implicaciones de lo que ocurrió allí.

 

Ps. Sugel: El Señor Jesucristo pasó tres años predicando la palabra en Jerusalén, en Galilea, y eso molestó profundamente a los líderes religiosos de la nación por varias razones.

 

Ps. Eduardo:  Lo primero, ¿cuál era el mensaje que Él predicaba, que molestó a esos líderes?

 

Ps. Sugel: Okey, Él le decía a la nación: “el reino de Dios se ha acercado; —diciendo en otras palabras: yo soy el Rey de ese reino—…arrepentíos, y creed en el evangelio” [Mateo 4:17; Marcos 1:15]; ya eso le está diciendo, a los fariseos, a los sacerdotes de la nación, a los líderes religiosos en general, ¿ustedes creen que ya están en el reino? ¿ustedes creen que están bien delante de Dios?; pero yo les digo: que el reino tiene que ver conmigo; y, en segundo lugar, que ustedes están mal, ustedes están en pecado, y tienen que arrepentirse.

 

Ps. Eduardo:  Sugel, pero ellos estaban guardando la ley, como se decía en las escrituras, con mucha deficiencia; y hay muchas personas así en el día de hoy, que piensan que ellos están haciendo bien, que ellos no son asesinos, criminales, y piensan que por sus buenas obras se van a salvar, ¿cuál es el problema?

 

Ps. Sugel: Eso es una muy buena pregunta. Una de las cosas que la ley decía, es que, para poder salvarse a través de la ley, había que guardar “todos” sus puntos, desde la cuna hasta la tumba. El problema de los fariseos y de los líderes religiosos de Israel que escucharon a Jesús, es que ellos creían que las obras externas, era todo lo que se requería para poder estar en paz con Dios; y el Señor Jesucristo les dice: “oísteis que fue dicho no cometerás adulterio [Mateo 5:27]”, y ahí estaban los fariseos diciendo: ¡Check! yo nunca me he acostado con una mujer que no fuera la mía; pero Cristo les dice, “pero el que mira a una mujer para codiciarla, que no sea su esposa, ya adúltero con ella en el corazón [Mateo 5:28]”.

 

Ps. Eduardo:  Él explicó que no era la letra de la ley, sino el espíritu de la ley lo que había que cumplir.

 

Ps. Sugel: “Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; [Mateo 5:21]” y el fariseo decía, también ¡Check! Yo nunca he matado a nadie, “pero el que se enoja pecaminosamente contra su hermano, ya cometió asesinato en su corazón [Mateo 5:22]”.

Cristo está haciéndole ver a la gente de su época, las implicaciones —no solamente a los fariseos— Pero ellos fueron los que finalmente —los líderes religiosos junto con los sacerdotes, los miembros del sanedrín— llevaron a Cristo a dónde Pilato, para que fuera muerto; ellos se molestaron porque vieron que si las implicaciones de la ley, era lo que Cristo decía ellos, estaban muy mal delante de Dios, y a nadie le gusta que le saquen sus trapos sucios al sol, y eso fue lo que sucedió; ya que Cristo les dijo: “ustedes no están en el reino, ustedes están en pecado, ustedes necesitan arrepentirse, y el único que puede salvarlos, Soy Yo”.

 

Ps. Eduardo:  Y cuando les dio ese mensaje, Miguel, ¿ellos respondieron al mensaje?

 

Ps. Miguel: Ellos rechazaron el mensaje, y al mensajero también, ferozmente, al punto de llevarlo a la cruz, fue todo un plan urdido en ese sentido.

 

Ps. Eduardo: Ellos creían que estaban ganando en este pleito, en esta situación ¿verdad?

 

Ps. Miguel: Al final ellos pensaron que ganaron cuando lo vieron crucificado en la cruz, e incluso, hicieron todo lo posible para contrarrestar la enseñanza que Él les había dado, de que resucitaría al tercer día, ellos se ocuparon de que Pilato colocará un sello romano, y una guardia romana frente a la tumba, con tal de que los discípulos no vinieran, y contra una compañía de soldados, se robaran el cuerpo.

 

Ps. Eduardo: Sugel sigue con la historia, por favor.

 

Ps. Sugel: Bueno, ya cerca de los 3 años, el asunto comenzó a caldearse [calentarse] cada vez más — en la medida que Cristo iba predicando— porque el pueblo aparentemente, y es importante la palabra “aparentemente”, sobre todo en la región de Galilea, se estaba yendo detrás de Jesús; y en un momento dado el sumo sacerdote, decía: “mirad todo el mundo se va tras Él, este hombre se está convirtiendo en un peligro”; porque había otro problema, ellos entendieron que Cristo estaba diciendo que “Él era un Rey”; y no olvidemos que Israel estaba bajo el poder del imperio romano;— hoy diríamos bajo la bota imperialista del imperio romano— ¿cuál era el gran temor de los miembros del sanedrín?; el sanedrín era un grupo de unos 70 hombres que eran los que prácticamente controlaban la vida religiosa, política, civil, de la nación Israel; era como la suprema corte de justicia.

 

Ps. Eduardo: ¿Tú crees que esto fue una lucha de poderes, de perder el poder que ellos tenían?

 

Ps. Sugel: Era una lucha de poder, pero más que eso, ellos pensaron que de verdad la subsistencia de la nación, dependía de que ellos mataron a Cristo; hay un momento en Juan capítulo 11 [Vs. 47-50], cuándo [Caifás] le dice claramente al sanedrín: —es que ustedes no se están dando cuenta, que, si nosotros no salimos de este problema de Jesús, los romanos van a venir y van a invadir nuestra nación; no es mejor que un hombre muera, y no que toda la nación perezca— (…). El problema Aquí era, que ellos conocían los celos políticos del César; el César romano era adorado como un dios; fíjate Roma, —pues hemos estado hablando de Israel— pero Roma tiene una política interesante con respecto a asuntos religiosos, — ellos no se metían en eso— para Roma no había ningún problema en que tú adoraras un palo, si tú querías, un burro, lo que tú quisieras adorar, siempre y cuando asimilaras también, la adoración del César como señor, como “kyrios” que es la palabra griega.

¿Qué fue lo que molestó a los romanos, del cristianismo?, que los cristianos decían: “solamente Jesús es el “Kyrios” y fuera de Él no hay otro Señor”; entonces los miembros del sanedrín decían: — “si los romanos se dan cuenta de lo que esta gente está predicando, de lo que esté Jesús está predicando, “que Él es Rey”, nos van a invadir. Entonces que debemos hacer hay que salir de Jesús, hay que matar a Jesús, antes de que su popularidad se convierta en un problema [Juan 11:47-50]— porque no era la primera vez que Israel se veía envuelto en una guerra, o en un asomo de guerra civil, de personas que salían diciendo: “yo soy el Mesías”, y atraían a alguna persona y había una revuelta; de hecho, Barrabás, el famoso barrabás que fue soltado, fue absuelto en lugar de Jesús, en el fin el tribunal de Pilato, dice que él estaba en la cárcel por una sedición —era un revolucionario— que había ocurrido unos días atrás en Jerusalén —era un terrorista en el día de hoy—. Los judíos tenían temor, de que Jesús, provocara una revuelta, y que los romanos intervinieran en la nación, ese era el problema, entonces ahí era donde estaba la cosa, cuando llega el famoso domingo de ramos, que es cuando Cristo entra triunfalmente, imagínate que, en ese ambiente tan caldeado, de repente llega Jesús, y todo Jerusalén se agolpa en la entrada de la puerta, diciendo: “¡Hosanna! — es una palabra hebrea que significa: ¡Señor sálvanos ahora! —Bendito el que viene en el nombre del Señor”; con la agravante de que estaban a punto de celebrar en esa semana la fiesta de la pascua.

 

Ps. Eduardo:  Se calcula que en ese tiempo iban como un millón de peregrinos ¿eso era así?

 

Ps. Sugel: Se triplicaba el número de habitantes.

 

Ps. Eduardo:  Ósea que: ¿había ochocientas o un millón de personas, aclamando al Señor?

 

Ps. Sugel: Fácilmente, o más incluso.

 

Ps. Eduardo:  Ahora, el pánico que esto debió haber creado, ¿Miguel?

 

Ps. Miguel: Yo me imagino, y el nerviosismo de las autoridades romanas, que tenían una constante vigilancia sobre lo que pasaba en Jerusalén, sobre todo alrededor del templo; porque algo que Sugel nos señaló, del anuncio de Caifás, es que el temor de ellos era doble, era por la nación, la invasión, pero también por la destrucción de su lugar santo; sin el templo el judaísmo se va abajo, como efectivamente pasó después del año 70, el judaísmo desapareció en pocos años, después de la destrucción del templo, entonces el temor de ellos, era que, el avance de Cristo y su popularidad, y el hecho de que lo aclamaran como Rey, estaba atentando contra su lugar santo; de hecho, poder político —o sea como nación— y religioso.

 

Ps. Eduardo:  Sugel, en el segmento anterior hablábamos de la entrada triunfal del Señor a Jerusalén en medio de la fiesta de la pascua, eso estaba lleno de peregrinos, allí lo aclamaron, diciendo: ¡Hosanna, bendito el que viene en el nombre del Señor!

 

Ps. Sugel: ¡Bendito el reino de David, nuestro Padre que viene!, era un mensaje, que no era solamente religioso.

 

Ps. Eduardo:  Miguel nos decía, que, en ese momento, las autoridades romanas viendo lo que sucedía tenían que tener mucha suspicacia, pero ¿cuál era la realidad? ¿qué hicieron las autoridades romanas?

Ps. Sugel: Primero que nada, déjenme explicar, qué significa “la fiesta de la pascua”, porque eso es importante. La pascua, era una fiesta religiosa, donde los judíos recordaban, como Dios milagrosamente había libertado al pueblo de Israel de la esclavitud en Egipto. Y en esa fiesta se sacrificaba un cordero, — y no debemos olvidar cómo fue que Juan el bautista presenta a Jesús al principio de su ministerio: “he aquí el cordero de Dios que quita el pecado del mundo”, o sea que ya desde el principio se dijo: “este Hombre va a ser sacrificado como un cordero”— Ahora, ¿porque debemos señalar que era en la pascua? porque durante esa fiesta, siempre los judíos tenían el nacionalismo a flor de piel, porque ellos estaban recordando la gran victoria de Dios, cuando Dios los liberto de sus enemigos, era el día, ahora, la fiesta, donde los judíos clamaban a Dios que los librará del gobierno opresor de los romanos, porque los judíos odiaban a los romanos a muerte; y obviamente para los romanos, también los judíos eran como una espina en el costado; era tanto así, que Pilato que vivía en Cesarea Marítima, —recientemente tuvimos la oportunidad de visitar Israel, y sería lo que hoy está cerca del puerto de Jaffa, un poquito más arriba, estaba Cesarea Marítima —ahí Pilato, Herodes, tenían unas residencias increíbles, pero durante la fiesta de la pascua se trasladaban con un contingente de soldados a Jerusalén, y al lado del templo, pegado del templo, estaba la fortaleza Antonia, que era donde Roma vigilaba lo que sucedía en el templo, y sobre todo en fiestas como esas, como la fiesta de la pascua.

 

Ps. Eduardo: Para evitar un levantamiento, un alboroto.

 

Ps. Sugel: Ellos tenían que estar muy pendientes, en esos días, de lo que iba a suceder. Ahora, imagínate en este ambiente, llega Jesús, y un montón de gente comienzan a clamar: ¡Hosanna, bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Bendito el reino de nuestro Padre David, que viene! Los miembros del sanedrín estaban muy nerviosos, a partir de ese momento.

 

Ps. Eduardo: Recapitulando, ellos temían perder su poder político y temían que Roma entonces tomara medidas más drásticas, pensando que había un levantamiento. — exactamente— ¿y entonces?

 

Ps. Sugel: Bueno, que el Señor llega el domingo, famoso “domingo de ramos”, la gente tendía palmas, tendía mantos, para que el Señor caminara, y Cristo entra en un pollino, para cumplir una profecía que estaba en el libro de Zacarías [Cap.9:9].

 

Ps. Eduardo: ¿Qué es un pollino, Sugel?

 

Ps. Sugel: El hijo de un asno, un burro joven.

 

Ps. Eduardo: O sea, Cristo no entro en un caballo blanco, como un vencedor en ese momento.

 

Ps. Sugel: Ahora, tenemos que entender que esa entrada de Jesús a Jerusalén, fue lo que para Julio César “el cruce del Rubicón”, cuando César ésta detrás del Rubicón, diciendo: si cruzaba con sus tropas, eso era una provocación, y era una declaración de guerra; (…) y finalmente la historia cuenta muchísimas cosas, pero el punto es que César dice: bueno la suerte está echada y cruzó el Rubicón. Buenos ese fue el cruce del Rubicón de Jesús.

 

Ps. Miguel: Es como la raya de Pizarro, también; más en la historia americana. La raya hacia atrás, la pobreza; hacia adelante, la riqueza.

Ps. Sugel: Ya no había vuelta atrás, Jesús entra a Jerusalén; y el lunes Él llega, mira lo que está pasando en el templo. ¡Ah! otra cosa interesante —que vimos ahora cuando estuvimos en Jerusalén, fue la plazoleta donde se colocaban los mercaderes, — el templo se convertía en un centro comercial, porque los peregrinos tenían que llegar con los corderos, en el patio del templo. (..) Miren que astutos eran los sacerdotes; imagínate tu venir kilómetros y kilómetros con una oveja para ser sacrificada, arriesgándote a que te la rechazaran al llegar a templo.

 

Ps. Miguel: Y había algo en la ley que decía acerca de eso; si tú vives muy lejos, tú puedes llevar dinero contigo y comprar en la ciudad dónde vas a hacer el sacrificio, lo que tú vas a sacrificar. Pero quienes tenían el negocio, eran los sacerdotes, y el punto es que, si yo traía mi oveja, me podían decir: “no esa oveja no es apta para el sacrificio; ve allí, que allí sí hay aptas, ya aprobadas por nosotros”. Entonces ahí estaba el asunto.

 

Ps. Sugel: Más el hecho de que tú venías con moneda extranjera, y había que hacer un cambio de moneda; estaban los cambistas, que también te cobraban un impuesto, eso pasa el día de hoy cuando tu cambias una moneda por otra, una moneda más fuerte por una más débil; el tema es que ellos vienen, Cristo llega al templo, ve este espectáculo, y dice en Lucas [Cap. 19:41] que el Señor lloró sobre Jerusalén; o sea, fue como qué triste ver este espectáculo. El lunes el Señor Jesucristo llega el templo, y es ahí donde ocurre la famosa limpieza del templo, donde Cristo acusa a los líderes religiosos de la nación de haber convertido la casa de Dios, en una cueva de ladrones.

 

Ps. Eduardo: Las diferentes veces que se habla de la limpieza del templo, ¿se refieren al mismo hecho o sucedió en diferentes ocasiones?

 

Ps. Sugel: Fueron dos limpiezas diferentes; una limpieza al principio del ministerio de Jesús, tres años antes; y una al final, ya cuando se desemboca todo esto. Ahora imagínense, qué duro para los sacerdotes, que los acusan delante de todo el pueblo, de haber convertido la casa de Dios en una cueva de ladrones.

 

Ps. Miguel: Pero también Sugel, yo pienso en la persona del Señor, actuando en contra de todo eso, era un solo Hombre, ¿qué autoridad? y ¿qué personalidad imponente en ese momento, para Él deshacer todo un sistema?; eso tenía años ya establecido, sin que reaccionaran inmediatamente y lo aplastaran.

 

Ps. Eduardo: Pero eso era por la popularidad del Señor; ellos tenían miedo de tocarlo en ese momento porque hubiera traído una revuelta mayor.

 

Ps. Sugel: De hecho, una de las cosas que decía el sanedrín era: “no podemos matarlo durante la pascua, porque hay demasiada gente aquí; nosotros no sabemos cómo va a reaccionar esta multitud; y si después toda esta gente se vuelca a favor del Señor Jesucristo; ¿y si se van en contra de nosotros?”; ellos no sabían cómo la multitud iba a reaccionar.

 

Ps. Eduardo: Entonces llega limpia el templo y ¿qué sucede entonces?

 

Ps. Sugel: Bueno el lunes, Él regresa otra vez a Betania, que era una ciudad que quedaba como a 3 kilómetros donde vivían Martha, Lázaro; probablemente se quedó en la casa de Martha, de Lázaro y de María. El martes regresa de nuevo con sus discípulos a Jerusalén, como buen judío, porque Cristo era un buen judío; y allí es confrontado por todos los miembros del sanedrín, ese fue el día de las preguntas en el templo de Jerusalén, lo asediaban, venían en oleadas, pregunta tras pregunta, para provocar que Cristo dijera algo que los comprometiera, porque las preguntas eran muy capciosas; por ejemplo, en un momento dado solamente para poner un ejemplo, los fariseos llegan y le dicen: “maestro sabemos qué enseñas la verdad de Dios, que enseñas con verdad los mandamientos del Señor; nosotros tenemos una pregunta: ¿debemos pagar tributo al César o no? [Lucas 20:21-22]”. Esa era una pregunta que no tenía de ninguna forma una respuesta fácil, porque si Cristo decía: “no paguen tributo al César”, lo iban acusar con los romanos de que Él estaba pervirtiendo a la nación y creando una revolución; pero si decía: “sí paguen tributo al César”, entonces lo iban acusar con los judíos de que Jesús era un traidor a la patria; ¿qué hace Cristo? Dice: denme una moneda, y les dice ¿de quién es la imagen en la inscripción? —del César— pues miren, denle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. El Señor cambio completamente el tema.

 

Pero es una y otra vez, pregunta tras pregunta; hasta que el Señor hace una última pregunta Él, les dice: “¿el Mesías, el Cristo de quién es hijo?; y dicen ellos: —de David— porque todos ellos sabían que iba a ser un descendiente de David; y entonces el Señor cita el Salmo 110 que dice: “¿cómo Cristo, el Mesías, David le llama su Señor? cuando dijo: “Dice el Señor a mi Señor: siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies.” Y dice que, a partir de ese momento, ya no osaron preguntarle nada más; Cristo se retira del templo por última vez el martes, y dice: “esta casa va a ser dejada desierta”, o sea, ustedes van a ser destruidos. Se va al monte de los olivos, y ahí es donde da el famoso discurso del monte de los olivos. El jueves, el Señor Jesucristo celebra con sus discípulos la cena de la pascua; y en la madrugada desde la medianoche de ese jueves es arrestado, cuando Judas finalmente lo traiciona; y es un punto interesante, porque recuerden, los miembros del sanedrín habían dicho que, no sea durante la pascua, —que no lo apresarán durante la pascua— ellos no querían que fuera durante la pascua; eso está en Marcos capítulo 14, los que lo quieran leer, versículos 1 y 2.

 

Pero Cristo murió durante la pascua, porque Dios tenía planificado, desde que esa fiesta fue instituida, que esa fiesta era simbólica, de lo que Jesús iba a hacer como el Cordero Pascual que quita el pecado del mundo.

 

Ps. Eduardo: O sea, que, así como los judíos en sus costumbres, cuando celebraban la pascua, sacrificaban un cordero, Cristo iba a ser ese cordero que iba a morir por nuestros pecados.

 

Ps. Sugel: Exactamente es así, —es correcto—.

 

Ps. Eduardo: ¿qué pasó entonces?

 

Ps. Sugel: Bueno (…) Judas se da cuenta que ya no tiene mucho tiempo, porque Cristo le dice: “uno de ustedes me va a entregar”. Ya Judas había hablado con los sacerdotes, y les había dicho: “yo lo voy a entregar”; y ellos habían ofrecido dinero, pero habían quedado de buscar el momento oportuno; pero ya esa noche, Jesús le dice: uno de ustedes me va a entregar; —¿quién Señor, soy yo? — y Cristo dice: “el que moja en el plato el pan conmigo”— le dice a Juan el apóstol—.

 

Ps. Eduardo: Y los demás no se dieron cuenta de eso, porque estaban todos comiendo.

 

Ps. Sugel: Lo que pasa es que Juan el apóstol estaba cerca del Señor; y Pedro es el que le hace señas a Juan que le pregunte ¿quién es el traidor?; y es a Juan, que Cristo le revela: “es el que va a mojar el pan en el plato conmigo”; Cristo moja el pan, que era un símbolo de mucha amistad, y se lo da a Judas; y yo creo de verdad, que era una última oportunidad que el Señor le estaba dando a Judas de arrepentirse; le da el pan mojado, y le dice a Judas, “lo que vas a hacer hazlo pronto”; ya Judas no tiene de otra, que salir inmediatamente de la cena; y los apóstoles —el resto que no escuchó la conversación privada de Jesús con Juan— pensaron: seguramente va a ir con la bolsa del dinero a repartir dinero a los pobres; y dice que se va del aposento alto, inmediatamente va a la residencia de Caifás, y le dice: “tiene que ser esta noche”. Así que ellos apresuradamente, reúnen la comitiva que va a ir a arrestar a Jesús.

 

Jesús se va del aposento alto, pero ellos tenían que saber a dónde iba, y Judas le dice, yo lo voy a decir, porque hay un huerto al que el Señor, siempre se retira a orar con nosotros; el huerto de Getsemaní. Así que tan pronto termina la santa cena, la última cena, Judas va a buscar a los que van a apresar a Jesús; Jesús y los apóstoles se van al huerto de Getsemaní.

 

Ps. Eduardo: Yo me imagino todas las emociones que el Señor tenía en ese momento, sabiendo lo que iba a pasar, lo que iba a sufrir, que iba a morir por nuestros pecados, que iba a ser rechazado, clavado en una cruz, un momento sumamente sensible, difícil, que iba a ser abandonado por las personas cercanas a Él.

 

Ps. Miguel: Debió haber sido un momento muy sensible para Él de hecho Lucas [Cap.22. Vs.42-44] recoge ese momento, donde Él oraba y dice: que caían de su frente como grandes gotas de sangre; era un momento bien estresante; su oración al padre: “si te es posible pasa de mí esta copa”; Él sabía que no era posible.

 

Ps. Eduardo: “Pero no sea como yo quiero, sino como tú”.

 

Ps. Miguel: O sea, era un momento, o fue un momento muy particular en la vida y ministerio del Señor, es el punto donde —Él pregunta al Padre—: “Señor, si hay otra forma de traer salvación al hombre, al pecador, que sea de otra manera; pero que no sea como yo, sino que sea como tú”; y finalmente Él murió; no había otra forma, Él tenía que ir a la cruz para salvarnos.

 

Ps. Eduardo: Estamos en esos tres días, yo quiero que en el próximo segmento veamos los hechos de esos tres días, pero más las implicaciones para nosotros y como eso debe afectarnos y transformar nuestras vidas. (…)

 

Ps. Eduardo: Decíamos en el segmento anterior, que el Señor fue apresado en la madrugada del viernes, fue juzgado y fue crucificado alrededor de las nueve de la mañana.

 

Ps. Sugel: Sí porque una cosa que debemos explicar, es que, los judíos no marcaban el inicio de un nuevo día a las 12:00 de la medianoche como hacemos nosotros, ellos lo hacían a la caída del sol a la puesta del sol, es decir alrededor de la 6:00 de la tarde; y en esa región no hay tantos cambios como hay en otras regiones del planeta; o sea que generalmente la caída del sol es alrededor de las 6:00 de la tarde, ahí comenzamos un nuevo día. Entonces, Jesús fue crucificado a las 9:00 de la mañana, como tú decías, del viernes; porque de hecho los evangelios son muy claros diciendo: fue a la víspera del día de reposo, e inclusive en Marcos le llama, el día de la preparación, así le llamaban los judíos al viernes, porque era el día en que ellos se preparaban para comprar todo lo que era necesario, para guardar apropiadamente el día de reposo, en el que no se podía trabajar.

Así que, Cristo expira a las 3:00 de la tarde del viernes, ahí hay un día; a las 6:00 de la tarde de ese día—lo que sería nuestro viernes— comienza el día de reposo o el “Sabbat”, o el sábado de los judíos, ahí hay otro día; luego llega el primer día de la semana, que es a las 6:00 de la tarde del sábado comienza el domingo; y en algún punto, en ese domingo el Señor resucita. Entonces, para los judíos parte de un día, era como un día.

 

Hay personas que dicen, pero ¿dónde están esos tres días?

 

Ps. Eduardo: Quieren que le cuenten 24 horas.

 

Ps. Sugel: Exactamente, porque ellos no están entendiendo el hebraísmo que hay detrás de esa frase; yo puedo decirte en el día de hoy, igual, yo me pasé el día de ayer, el día entero trabajando; —pero tú sabes que yo no te quiero decir, que yo me pasé 24 horas trabajando— probablemente lo que te quise decir, es que las 8 horas laborables de mi trabajo, yo me la pasé casi sin descanso, pero 8 horas no son un día entero, pero en nuestra forma de hablar, es un día entero. Bueno para los judíos decir: “un día y una noche”, era decir: un día; no importa que fuera porción del día; y de hecho, hay textos bíblicos que prueban eso, pero yo no tengo tiempo ahora para probarlo, pero una porción del día, es el día; así que Cristo estuvo tres días en la tumba, y al tercer día, como Él lo había prometido resucitó.

 

Ps. Eduardo: “Al que no conoció pecado, por nosotros Dios lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en Él. [2 Corintios 5:21]”

 

Cristo estaba en la cruz cargando con nuestro pecado ¿cuáles son las implicaciones de lo que sucedió el viernes?

 

Ps. Miguel: Las implicaciones para nosotros de lo que sucedió el viernes, me gusta verlo a la luz de un texto como hebreos 2:3 “¿cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? tenemos que pensar en lo que fue para el padre entregar a su hijo; nosotros tenemos hijos y pudiéramos pensar en lo que significaría entregar un hijo, dice que el padre no lo escatimó y el mismo hijo tampoco lo tuvo en cuenta, como para no despojarse y tomar forma de siervo, y estando en esa condición, humillarse hasta la muerte y muerte de cruz; o sea fue una salvación grande, como dice el autor de la epístola a los hebreos, una salvación tan grande. Entonces ¿cómo el pecador escapa, si tiene por inmunda, o sea, si tiene como cualquier cosa común, la sangre de nuestro Señor Jesucristo, derramada en la cruz?

 

Ps. Eduardo: En ese momento estaba muriendo el justo por los injustos, para llevarnos a Dios.

 

Ps. Sugel:  Porque la biblia dice: “que la paga del pecado es la muerte” [Romanos 6:23]. La única forma en que nosotros podíamos ser librados de la condenación, era si un justo moría en nuestro lugar, y eso fue lo que hizo Cristo.

 

Ps. Eduardo: Y no había ningún hombre que fuera justo.

 

Ps. Sugel:  Excepto el Señor Jesucristo, porque Él es Dios encarnado, Él es el cordero de Dios que quita el pecado del mundo.

 

Ps. Eduardo: Sugel y si alguien se preguntará: y ¿no era suficiente si el Señor moría y quedaba en la tumba?

 

Ps. Sugel: No porque de quedar en la tumba, y no resucitar, entonces Cristo no era un Salvador victorioso; o sea la victoria, era una victoria sobre la muerte, y para tu poder vencer la muerte tienes que resucitar; la resurrección de Cristo al tercer día tiene varias implicaciones teológicas; por un lado, fue el sello de aprobación de Dios el padre de que había aceptado la obra de su hijo, como buena y válida; eso es lo que nos enseña la epístola a los hebreos, Cristo no se quedó en la tumba, Él se levantó triunfante de la tumba, y por lo tanto Dios el padre aceptó su sacrificio; ya nosotros los que creemos en Cristo, no tenemos cuentas pendientes con el tribunal de Dios.

 

Ps. Miguel: Ese es el punto, si Él no se levanta de la muerte, o sea, si partimos de la declaración que dio Sugel hace un momento, de que, la paga del pecado es la muerte, y Él permanece muerto, había pecado en Él; pero no, dice la escritura que la tumba no le podía retener ¿Por qué? Porque Él era justo, no había pecado en Él, Él tenía necesariamente que levantarse de la tumba.

 

Ps. Eduardo: Y ¿qué tan obsesionados, que tan obcecados estaban esos líderes religiosos?, que ven que Cristo ha resucitado, se les dice, y ellos quieren buscar otras argumentaciones; ¿qué tanta dureza puede haber en el corazón de un hombre?, que crucifican a un justo, éste muere, ellos saben que ha resucitado, y dicen: “no, fue que se robaron el cuerpo”, que fueron los discípulos, le dan dinero a los guardias que estaban cuidando para que no digan lo que sucedió; ¿que grado de dureza puede tener un hombre?

 

Ps. Sugel:  Bueno algunos de ellos probablemente a pesar de todas las evidencias no creyeron, como pasa en el día de hoy. (…) Pero el punto aquí es, que ellos no estaban dispuestos a cambiar su religión ritualista que les permitía seguir viviendo con su misma soberbia, su mismo orgullo; porque el problema del hombre, al final de cuentas es: —no reconocer humildemente, que no tienen nada que aportar delante de Dios— todo el mundo se quiere salvar por su propio esfuerzo, quieren llegar al cielo, y decir: “esto yo me lo gané”; y Dios les está diciendo: “no, tú no te puedes ganar absolutamente nada, tienes que confiar humildemente en lo que yo hice para salvar a un pecador, que fue enviar a mi hijo para que muriera en una cruz, como el sustituto de los pecadores”; y ese es el problema.

 

Ahora, es importante, porque alguien puede estar viendo el programa y dice: “pero ustedes están muy seguros de que Jesús resucitó”; yo creo que es muy importante, que nosotros digamos algunas cosas al respecto; porque si bien es cierto que hoy no podemos ir a la tumba; —de hecho en Jerusalén hay como dos o tres lugares donde se cree que Jesús estuvo— tumbas que están vacías, pero no podemos decir con toda certeza está es la tumba vacía de Jesús; o sea, no es por mostrar esta tumba hoy, que yo voy a creer. Pero hay una realidad incontrovertible: un grupo de discípulos de Jesús, huyeron despavoridos en el momento del arresto, como unos cobardes; los fariseos se encargaron —como decía Miguel hace un momento— de custodiar esa tumba para que nadie la violara, y unos días más tarde, esos mismos discípulos salieron por todo el imperio romano predicando que Jesús había resucitado. Y el cristianismo tuvo el impacto que tuvo, en aquella época, y ha tenido el impacto que ha tenido a lo largo de la historia, porque en aquel momento crítico, nadie, ni romano, ni judío, enseñó el cadáver de Jesús, para desmentir el mensaje que los apóstoles estaban predicando; y por si todo eso fuera poco, todos ellos murieron como mártires, excepto probablemente el apóstol Juan.

 

Ps. Eduardo: Estuvieron dispuestos a sacrificar su vida en aras de lo que ellos habían creído.

 

Ps. Sugel: ¿Quién se inventa una mentira, y muere por ella?, aparte de que habría que ver, si los discípulos tenían el coraje, en aquel momento, ¿verdad? cuando todos se van huyendo, de enfrentarse con una guardia romana, abrir la tumba, robarse el cuerpo.

 

Ps. Eduardo: Esos guardias romanos, eran soldados de mucha experiencia en combate.

 

Ps. Miguel: No solamente eso, yo creo que lo que pasa con eso, es que, normalmente las películas no nos ayudan, en las películas mayormente se ven, dos o tres soldados; pero la escritura no habla de dos o tres soldados, habla de una compañía de soldados; o sea, no eran tres guardias romanos tomando café, o borrachos; no, estamos hablando de una compañía, tenía seiscientos hombres apostados frente a la tumba; entonces no era sencillo, no era cosa sencilla. Pero yo creo que el problema es lo que Sugel señalaba, es la dureza del corazón; porque al día de hoy, hay miles [de personas] que se suman al sanedrín, y que rechazan todo tipo de evidencia, de la índole que sea; porque esto no es un asunto de evidencia, esto es un asunto del corazón del hombre, que es malo desde su juventud, que rechaza a Dios desde su juventud. Desde Génesis 3 hasta la fecha, nosotros tenemos esa indisposición hacia Dios.

 

Dios tuvo que enviar a su hijo, atravesando toda la eternidad, para que viniera, y se hiciera como uno de nosotros, viviera una vida que fuera agradable delante de Él, totalmente; o sea, que cumpliera perfectamente la ley, fuera declarado justo, ocupará nuestro lugar en la cruz, llevará nuestro pecado; y entonces ahora yo tengo su justicia, por su gracia, no por mis obras, sino por las de Él; y de esa manera entonces, yo soy declarado justo delante de Dios, y soy salvo.

 

Ps. Eduardo: A la luz de lo que dice Miguel, Sugel ¿porque tanta dureza? ¿porque hay un mensaje tan claro? ¿Por qué? si hemos visto que —lo que dice Miguel a través de la historia— Dios se hizo carne, vino murió por nosotros en la cruz del calvario, ¿porque tanto rechazo, porque tanto odio?

 

Ps. Sugel: Al final de cuentas el gran problema, como yo decía hace un momento, sigue siendo el tener que aceptar con humillación y vergüenza, que yo soy un pecador y que soy un fracaso, desde el punto de vista espiritual. Yo puedo ser exitoso en mi negocio, yo puedo ser un tipo brillante, el punto sigue siendo, que nosotros tenemos que humillarnos y reconocer con vergüenza, que no podemos ganarnos el cielo, y eso el hombre no lo soporta; el hombre siempre quiere llevarse la gloria.

 

Ahora, no quisiera que se terminara el programa, sin volver al título del programa, Eduardo y Miguel: tres días que cambiaron la historia, ¿cómo cambió la historia? ¿cómo cambiaron la historia esos tres días?

 

Por un lado, abriendo un camino de salvación; porque a pesar de que nosotros somos tan duros, ese mensaje, del Cristo crucificado sigue siendo poderoso para salvar, y una prueba de eso son los millones y millones, que, a lo largo de la historia, a pesar de esa dureza, de la que estamos hablando, han creído en Cristo. Pero por otro lado, al final del primer siglo, ese grupo de hombres ,sin poder político, sin poder económico, sin internet, sin radio; ese grupo de hombres comenzó a predicar el evangelio por todo el imperio romano; y se calcula que ya para el final del primer siglo, el 10% de la población romana creía en el Señor Jesucristo; y sin dejar de mencionar, que desde el año 64 comenzó la primera gran persecución estatal, que fue la de Nerón; hubo por lo menos 10 grandes persecuciones que el imperio romano desató, en diferentes lugares del imperio contra los cristianos. Y es como decía Tertuliano: “la sangre de los mártires es la semilla de la iglesia”; mientras más cristianos mataban, más cristianos se convertían; y eso cambió la faz del imperio romano, a tal punto, que establecieron las bases de lo que es la sociedad occidental; hoy día occidente, es como es —aunque no quieras reconocerlo— por el impacto que tuvo la fe cristiana, el cristianismo, y de manera particular el Nuevo Testamento, en todo el imperio romano. Porque tenemos que entender, que si nosotros no queremos aceptar, que los apóstoles que predicaron que Cristo había resucitado, realmente estaban diciendo la verdad; entonces también tenemos que llegar a la conclusión, de que, el Nuevo Testamento lo escribieron un grupo de mentirosos, desquiciados, que se inventaron una mentira ,y estuvieron dispuestos a morir por ella; y yo invito a cualquiera que piense algo así, que lean el Nuevo Testamento, y se pregunte si ese el libro de verdad, pudo haberlo escrito un grupo de doce desquiciados mentirosos.  Aparte de que tampoco podemos explicar la transformación del apóstol Pablo.

 

Ps. Eduardo: No sólo de Pablo, de todas las personas que han recibido a Cristo en su vida; porque como dice la escritura: “que el evangelio es poder de Dios para salvación”.

 

Ps. Sugel: Yo pienso que, a Pablo, porque Pablo era un perseguidor, y se convirtió en el más grande evangelista de la iglesia, en el primer siglo; y él dice: “mi cambio vino porque yo vi a Cristo resucitado”.

 

Ps. Eduardo: Esas son las buenas nuevas de salvación: el evangelio de nuestro Señor Jesucristo, que ha transformado la historia; y dice la palabra: “la palabra de la cruz, el evangelio, es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios” [1 Corintios 1:18], sabiduría de Dios. Así como este mensaje ha transformado tantas vidas, puede transformar la tuya, solamente tienes que ir a los pies del Señor en arrepentimiento por tus pecados, y confiando en Él como el único Salvador; Él dice: “yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” [Juan 14:6].

 

Gracias por haber estado con nosotros en su programa: Entendiendo los Tiempos.


No hay comentarios: