viernes, 12 de junio de 2020

La fe falsa, emocional y egoísta de muchos que se acercan a JESÚS



“Al ver a JESÚS, Herodes se alegró grandemente, porque por haber oído acerca de Él, desde hacía bastante tiempo deseaba verlo, y esperaba ver algún milagro hecho por Él. Y le preguntaba con muchas palabras, pero Él nada le respondió...Entonces Herodes, con sus soldados, después de menospreciarlo y ridiculizarlo, le puso una ropa espléndida y lo devolvió a Pilato” (Lucas 23:8-9, 11 BTX4)

Cuantas personas que algún día se acercaron a Jesús para esperar algo sorprendente de Él (fe falsa), se sintieron grandemente alegres por lo que esperaban recibir o mirar realizar por ellas. No venían a rendirse a Jesús, no venían a arrepentirse de sus pecados y pedir Su perdón; como aquella mujer de mala vida que a los pies del Salvador derramaba su corazón y “llorando a sus pies, comenzó a regar sus pies con las lágrimas y los secaba con los cabellos de su cabeza, y besaba fervientemente sus pies y los ungía con el perfume” (Lc. 7:38), la cual fue perdonada. Cuantos han venido a Jesús con el anhelo de ver una señal, de recibir un milagro, que les quite su dolor, o que arregle sus finanzas, o repare su matrimonio, o retire su depresión. Pero cuando Él no responde, cuando Él guarda silencio, las verdaderas razones egoístas afloran desde lo más profundo del corazón (incredulidad), con todo tipo de desprecio y burla contra Aquel que pudo ser su Salvador, y que algún día no muy lejano será su Juez (Hch. 10:42; 1 P. 4:5). Así despreciaron el regalo mas grande, la obra mas extraordinaria que nadie jamás haya hecho o pueda hacer por alguien que no lo merece; Él siendo Dios (nunca lo dejo de ser) tomando forma de hombre, voluntariamente se sometió a morir en la cruz, entregando su vida para pagar el precio de nuestro pecado (Gá. 1:4; Ef. 2:5-11).

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