jueves, 17 de septiembre de 2020

El escándalo de la Cruz | Romanos 9:30-10:4 | Ps. Sugel Michelén - Transcripción

 




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Les invito a abrir sus Biblias en Romanos capítulo 9, y nuestro anhelo, nuestra oración es que el Espíritu de Dios descienda con poder mientras Su Palabra es predicada; despertando algunos creyentes que tal vez están dormidos, animando a los que están corriendo, pero también levantando muertos por el poder de Su Palabra. Vamos a orar: ¡Oh Bendito Rey! ciertamente esperamos ese día de gloria cuando los cielos se despejen como un pergamino y nosotros veamos a nuestro precioso Salvador descender del cielo para que nosotros estemos para siempre con Él, pero permanecemos aquí señor y debemos hacer Tu obra, Padre bendice Tu Palabra hoy ¡Oh Espíritu Santo! desciende sobre esta congregación, y aun aquellos que nos están mirando de lejos, obra Señor, muéstranos a Cristo en esta mañana, porque te lo pedimos en Su Nombre, amen y amen.

 

Una de las grandes ventajas que tiene el hecho de exponer un libro de la Biblia versículo a versículo —lo que se conoce como predicación expositiva consecutiva— es que nos permite ver cada texto de las Escrituras dentro de su propio contexto y de esa manera podemos percibir más fácilmente la armonía, el balance de la revelación de Dios. Cuando nosotros enfatizamos un aspecto de la verdad de las Escrituras por encima de otros, terminamos haciendo una caricatura de la verdad. Se parece a lo que la Biblia enseña, pero es una imagen distorsionada, es una imagen deforme de la realidad. Ese balance y esa armonía de la Palabra de Dios se percibe claramente en el capítulo 9 de la carta a los Romanos en los versículos 6 al 29. Pablo nos muestra que Dios ha estado llevando a cabo Su plan de salvación en Cristo, llamando eficazmente a todos aquellos que fueron elegidos de pura gracia. De manera que el énfasis de toda esta sección de la carta está en la elección incondicional, en la elección soberana de Dios, pero esa es una cara de la moneda.

 

Al llegar al versículo 30 Pablo nos presenta la otra cara. Si bien es cierto que Dios es el responsable final de nuestra salvación, Pablo nos va a decir ahora que los incrédulos son responsables de su perdición, son responsables. El énfasis en esta sección está en la responsabilidad humana, y recuerden que Pablo está tratando de responder la pregunta ¿por qué los judíos generalizadamente rechazaron al mesías? ¿cuál fue su problema? estos israelitas tenían en sus manos las Escrituras del Antiguo Testamento. Ellos conocían las promesas del pacto que Dios había hecho con Abraham y su descendencia. Pero vino el Mesías y la mayoría de los israelitas los rechazó, y Pablo se pregunta ¿por qué? la respuesta de Pablo en esta sección de la carta es que ellos decidieron mantenerse en su incredulidad. La soberanía de Dios no anula, no elimina la responsabilidad humana. Dios es soberano, nosotros somos responsables.

 

De manera que podemos resumir el problema de los judíos y de millones de incrédulos a lo largo de toda la historia, y aún en el presente. Podemos resumirlo en dos grandes encabezados; el primero, es que estos judíos e incrédulos —la mayoría de ellos religiosos— procuran alcanzar el favor de Dios por medio de las obras y no por medio de la fe, ahí está el problema. Procuran alcanzar el favor de Dios por medio de las obras y no por medio de la fe. El versículo 30 ¿Qué diremos entonces? una frase típica del apóstol Pablo en la carta a los Romanos, cuando él va a pasar a otro aspecto del mismo tema, o cuando él está preocupado porque sus lectores no lleguen a conclusiones equivocadas ¿Qué diremos entonces? Que los gentiles, es decir, para aquellos que no están familiarizados con el lenguaje de la Biblia, los gentiles eran los paganos que no conocían a Dios, el mundo antiguo estaba dividido entre los judíos y todos los demás, los gentiles, los paganos que no tenían en sus manos la Biblia y ¿qué dice Pablo? que los gentiles que no iban tras la justicia, alcanzaron justicia, es decir, la justicia que es por fe.

 

Estos gentiles que Pablo describe ampliamente en el capítulo 1 de Romanos, no tuvieron ninguno de los privilegios de los judíos. Ellos no estaban persiguiendo una correcta relación con el Dios vivo y verdadero. Es a eso que se refiere Pablo cuando dice aquí: que [ellos] no iban tras de la justicia, es detrás de una correcta relación con Dios. Aunque algunos de estos paganos como por ejemplo Séneca, eran moralistas la gran mayoría de ellos, eran idólatras y esa idolatría los llevó a una rampante inmoralidad, esa era la condición generalizada de los paganos. Sin embargo, cuando el Evangelio de la gracia de Dios en Cristo, el evangelio de la justificación por la fe sola comenzó a penetrar en el mundo grecorromano, la cantidad de gentiles que abrazaron el Evangelio fue muchísimo mayor que la de los judíos. Ellos vinieron a ser una ilustración viviente de la enseñanza de Pablo en Romanos 9:16 que la salvación no depende del que quiere ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia, porque estos gentiles no estaban persiguiendo con afán tener una relación correcta con Dios, pero eso fue lo que obtuvieron por medio de la fe, dice Pablo.

 

Ellos creyeron en Cristo, la elección incondicional no elimina nuestra responsabilidad de creer —la elección es incondicional no la salvación— la salvación está condicionada a que tú creas y te arrepientas, la elección es incondicional, pero tú tienes que creer y arrepentirte, esta es tu responsabilidad. Aunque la fe es un don de Dios, somos tú y yo los que creemos, y al hacerlo recibimos como un regalo la justicia de Dios en Cristo. Para poder estar en la presencia de Dios hay que ser tan justos como Él. No se puede tener una justicia ¡un poquito menor! hay que ser tan justos como Dios. Pero ningún ser humano puede llenar ese estándar, Romanos 3:10 no hay justo, ni aún uno, así que la única solución es: recibir esa justicia de Dios como un regalo al poner toda nuestra confianza en el único justo de la historia, nuestro Bendito Señor y Salvador Jesucristo, Él es el único justo.

 

Así que es por medio de la fe y solo por medio de la fe. Romanos 1:17 Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe; como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá. Romanos 3:21 Pero ahora, aparte de la ley, la justicia de Dios ha sido manifestada, atestiguada por la ley y los profetas, este mensaje no era nuevo, es el mismo del Antiguo Testamento, es decir, la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen, sean judíos, sean gentiles, todos los que creen. Romanos 5:1 Por tanto, habiendo sido justificados por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo ¡Nunca, nunca! fue la intención de Dios salvar a los hombres a través de la obediencia a la ley. Entonces ¿para qué sirve la ley? primariamente para mostrarnos que no podemos cumplirla, no es el único propósito de la ley, pero la ley es como un espejo que nos hace ver cómo estamos realmente. La ley nos muestra la necesidad que tenemos de un Salvador, que haga por nosotros lo que ni tú ni yo podemos hacer.

 

Pero lamentablemente, vino el Salvador —al que la ley apuntaba— y los judíos los rechazaron ¿cuál fue el problema? que en vez de ir detrás del Salvador anunciado por la ley se fueron detrás de la ley. Dice Pablo, Romanos 9:31 pero Israel, que iba tras una ley de justicia, no alcanzó esa ley. Ellos no iban detrás del Salvador al que apuntaba la ley, ellos se fueron detrás de la ley. Los judíos tergiversaron las cosas haciendo de la ley un medio de salvación, y por supuesto se quedaron muy cortos de llegar a la meta, no alcanzaron el estándar de la ley. Ellos decidieron llegar a Dios por un camino intransitable para seres humanos imperfectos y pecadores como tú y como yo (vs. 32) ¿por qué dice Pablo no alcanzaron la ley? Porque no iban tras ella por fe, sino como por obras, la frase clave aquí es: como por obras, como si fuera por obras. Ellos se fueron detrás de la ley como si fuera posible para el hombre obedecer el estándar de justicia que requiere la ley. Pero eso no es posible. Eso fue lo que hizo necesario que el Hijo de Dios se hiciera hombre y muriera en una cruz —que no podemos salvarnos por nosotros mismos.

 

Pablo dice en Gálatas 2:21 que, si la justicia viene por medio de la ley, entonces Cristo murió en vano. Si había otra forma de salvarse ¿por qué Dios envió a Su Hijo? ¿por qué? No se puede alcanzar la justicia guardando la ley. El problema es que ese mensaje aplasta el orgullo humano, ahí está todo el problema. El evangelio destruye nuestra justicia propia. Nos deja sin argumentos para jactarnos de nosotros mismos ¡Yo no quiero ese Evangelio! porque no tengo de que jactarme. Pablo en Romanos 3:27 dice; ¿Dónde está, pues, la jactancia? Queda excluida. ¿Por cuál ley? ¿La de las obras? No, sino por la ley de la fe. Porque concluimos que el hombre es justificado por la fe aparte de las obras de la ley. Lo que Pablo está diciendo es: tenemos dos opciones, o nos jactamos en nosotros mismos, o nos jactamos en Jesús, pero no se puede hacer las dos cosas al mismo tiempo. La gran mayoría de los judíos como de los incrédulos en el día de hoy decidieron seguir jactándose en ellos mismos. (9:32b) Tropezaron en la piedra de tropiezo, tal como está escrito: He aquí, pongo en Sion una piedra de tropiezo y roca de escandalo; y el que crea en el no será avergonzado.

 

Pablo está citando aquí dos pasajes que se encuentran en el libro de Isaías (8:14; 28:16) y si se conecta estos dos textos se verá que su mensaje básico es este: los que confían en el Señor encontrarán seguridad y refugio en medio del juicio. Dice Isaías, Dios mismo vendrá a ser un santuario para ellos ¡increíble! como un templo que nos cubre, Jesús es la piedra angular de ese templo. Pero aquellos que decidan poner su confianza en otro lugar tendrán que enfrentar inevitablemente el juicio de Dios. De hecho, el mismo Jesús les dijo a los líderes religiosos de su época (Mateo 21:44) el que caiga sobre esta piedra será hecho pedazos, eso salió de la boca de Jesús; el que caiga, el que tropieza y cae, sobre esta piedra será hecho pedazos. Así que con Jesús solo hay dos opciones: refugio o condenación; seguridad o juicio. Todo depende de lo que tú hagas con esa piedra, todo depende de Él, o te escondes debajo de esa piedra o tropiezas en ella y te destruyes. Lo que Pablo está diciendo aquí es que la gran mayoría de los judíos tropezaron con Jesús, no porque hubiera [algún] defecto en Él, sino porque ese tipo de Salvador nos deja mal parados, ese tipo de Salvador destruye nuestra justicia propia.

 

Si predicamos como se predica en muchos púlpitos en el día de hoy: que Cristo vino a darnos un ejemplo de amor sacrificial que debemos imitar para ser salvos. Puede que muchos te oigan de buena gana, ese mensaje es atractivo; eso es lo que necesitamos hacer, imitar el amor de Jesús, el mundo sería un lugar ideal si todos pudiéramos amar como Jesús. Pero cuando le dices: ni lo intentes que no vas a poder, debes reconocer tu impotencia y recibir por medio de la fe el regalo que Dios te ofrece en Cristo gratuitamente por gracia. En vez de decir: ¡Oh wow, si, dame ese regalo! ¡No! muchos se ofenden ¡es una ofensa! ese es el escándalo de la cruz, como Pablo se refiere al Evangelio en Gálatas 5:11. Si bien de paso es el pasaje que usamos como base para el título de este sermón: El Escándalo de la Cruz. La cruz resulta escandalosa para todo el que es incapaz de verse a sí mismo como un pecador, que merece el infierno y que no puede salvarse a sí mismo. El que no puede ver eso, la cruz es un escándalo.

 

Ahora te pregunto antes de seguir adelante ¿qué es Cristo para ti, una piedra de refugio o una piedra de tropiezo? porque eso va a decidir tu destino en el día del juicio. Dice el Señor: El que no está conmigo, está contra mí (Mateo 12:30). La neutralidad es imposible con Jesús. Hay personas que dicen: yo no estoy en contra de Cristo simplemente Él me es indiferente. Eso es enemistad contra Él, eso es un desprecio a Jesús, eso es pisotear a Jesús. Con Él la neutralidad no es posible. Estar en contra del Rey de Reyes, del Señor de los Señores es una locura. Escóndete, refúgiate en esa roca, porque el que pone en Él toda su confianza, no será avergonzado (Romanos 9:33). La idea aquí es que seremos vindicados en el tribunal de Dios, declarados sin culpa porque ya Dios dio ese veredicto desde que depositamos nuestra fe en Jesús, Dios nos declaró sin culpa en Su tribunal. Anulada el acta de los decretos, ya no hay nada contra nosotros en el cielo ¡qué gozo! podemos morirnos tranquilos.

 

Alguien decía: procura que el día que te toque morir solo te haga falta morirte, que no tengas cuentas pendientes en el tribunal de Dios, y ya no tenemos. No seremos avergonzados en el día del juicio ¡porque nuestro abogado mostrará las marcas de Su cuerpo partido en la cruz! no hay deuda pendiente. Te pregunto una vez más ¿te has refugiado en Cristo, o estás tratando todavía de llegar al cielo a través de la escalera de tu propia obediencia?

 

Pero hay un segundo aspecto que Pablo señala en cuanto al problema de los judíos ¿por qué rechazaron al mesías? Por la misma razón por la que muchos religiosos los rechazan en el día de hoy. Dice Pablo, ellos tienen un celo por Dios que surge de la ignorancia religiosa y no del Evangelio ¿cuál es el problema? Hermanos, el deseo de mi corazón y mi oración a Dios por ellos es para su salvación.  Porque yo testifico a su favor de que tienen celo de Dios, pero no conforme a un pleno conocimiento. De paso aquí nos topamos una vez más con el misterio de la soberanía de Dios y la responsabilidad humana. Pablo ha dicho en el capítulo 9 que es Dios el que elige, que la salvación está en Sus manos, pero ahora nos dice que él oraba por los judíos para que fueran los salvos. Este texto es similar a Romanos capítulo 9:1-5, donde Pablo menciona el profundo dolor que había en su corazón al ver a sus parientes según la carne separados de Cristo y bajo condenación.

 

 

Esto no era un mero problema intelectual para Pablo. Era muy doloroso para él ver a sus hermanos de raza rechazar el Evangelio, a pesar de todos los privilegios espirituales que ellos habían tenido como la nación escogida de Dios. Pero en vez de escudarse en la soberanía Divina para no hacer nada; Dios es [quien] se encarga de eso, la salvación está en sus manos ¡No! Pablo oraba por ellos y a la más mínima oportunidad les predicaba el Evangelio. Pablo creía que la salvación de los pecadores está en las manos de Dios, por eso le oraba a Dios, si la salvación estuviera en las manos del hombre no tiene caso pedirle a Dios que lo salve, porque ya no depende de Dios. Aquí está el balance de las Escrituras; el medio escogido por Dios para salvar a los escogidos —valga la redundancia— es la oración y el evangelismo, debemos orar y debemos evangelizar.

 

Pablo decía: Por tanto, todo lo soporto por amor a los escogidos, para que también ellos obtengan la salvación que está en Cristo Jesús, y con ella gloria eterna [2 Timoteo 2:10). Yo todo lo soporto yo, quiero que los escogidos se salven, y no se van a salvar sin el Evangelio. Dios ha prometido usar el poder del Evangelio para salvar a gente, millones de toda tribu, pueblo, lengua y nación. De paso este es uno de los textos que demuestran que no hay salvación fuera de Cristo, no la hay sin lugar a duda. Estos judíos eran religiosos. De hecho, Pablo dice que tenían celo de Dios (vs. 2) y aun así estaban perdidos ¿qué era lo que Pablo pedía por ellos? que fueran salvos, le pedía a Dios por su salvación. Ellos iban camino al infierno con todo y su celo.

 

Pablo lo sabía de primera mano, porque si hubo un judío fervoroso en el primer siglo, fue Saulo de Tarso. Lo que él dice de sí mismo cuando Pablo tuvo que presentarse delante del rey Agripa (Hechos 26:9-10) este testimonio es espeluznante. Pablo dice: Yo ciertamente había creído mi deber hacer muchas cosas contra el nombre de Jesús de Nazaret; lo cual también hice en Jerusalén. Yo encerré en cárceles a muchos de los santos, habiendo recibido poderes de los principales sacerdotes; y cuando los mataron, yo di mi voto ¿qué hacemos Pablo? ¡mátalo! ese era Pablo, Y muchas veces, castigándolos en todas las sinagogas, los forcé a blasfemar. Pablo tomaba a estos cristianos y le decían los carceleros: golpéenlos hasta que maldigan a Jesús. Eso era Pablo, y enfurecido sobremanera contra ellos, los perseguí hasta en las ciudades extranjeras. Eso es fervor religioso, este era un hombre fervoroso. En Gálatas 1:14 dice: yo aventajaba [a la mayoría de mis] contemporáneos, y Pablo no lo decía con orgullo, con todo y su celo iba camino al infierno.

 

Contrario a lo que mucha gente piensa en el día de hoy, no es la sinceridad de una creencia la que salva. Puedes tomar un veneno creyendo sinceramente que es jugo de naranja y vas a morir envenenado. Proverbios [14:12] dice: Hay camino que al hombre le parece derecho; Pero su fin es camino de muerte. Los judíos eran celosos, pero era un celo que provenía de la ignorancia. Fervor sin conocimiento es igual a fanatismo religioso. Lamentablemente debemos reconocer que hay mucho de ese fanatismo, de ese fervor fanático dentro de iglesias que se identifican como evangélicas. Es el tipo de fervor que surge de la idea equivocada, y es algo que está como muy sutil en nuestro corazón; la idea equivocada de que debemos tratar de ganarnos el favor de Dios a través del activismo religioso, o a través de nuestro desempeño, en vez de aceptar por fe lo que ya Cristo compró para nosotros en la cruz del calvario a precio de Su bendita sangre. Eso puede ser muy engañoso porque la persona se ve a sí misma haciendo un esfuerzo enorme por obedecer a Dios ¡no, lo que pasa es que tú eres frío, yo si estoy en esto, es difícil! Es una persona fervorosa en su obediencia, pero solo porque piensa erróneamente que de eso depende el favor de Dios; ¡tengo que leer mi Biblia, tengo que orar, tengo que predicarles el Evangelio a los perdidos, a los que no conocen al Señor! Si, los creyentes deben hacer todo eso y mucho más, pero no para ganarnos el favor de Dios sino porque ya fuimos favorecidos por Él, gratuitamente por gracia por medio de la fe en Jesucristo.

 

Todo fervor que nos surge de un correcto entendimiento del Evangelio es una trampa mortal, porque nos lleva de la mano, nos lleva de vuelta a la jactancia y alejarnos de Jesús. Aquí está el problema, pues desconociendo, ellos tienen celo de Dios, pero como no es conforme a un pleno conocimiento, desconociendo la justicia de Dios y procurando establecer la suya propia, no se sometieron a la justicia de Dios (Romanos 10:3). Todos los verbos que Pablo usa aquí apuntan hacia la responsabilidad humana ¿por qué se perdieron? Desconocieron, procuraron establecer, no se sometieron ¿Quiénes? Ellos, decidieron desconocer la justicia de Dios. En otras palabras, ellos no quisieron aceptar el regalo de la justicia que Dios nos ofrece en Cristo ¿Por qué? porque eso era muy humillante, trataron de establecer la suya propia ¡no queremos la salvación como un regalo, yo no soy ningún mendigo! Por eso alguien decía que, Israel permanecía en ignorancia no porque la información no estuviera disponible, sino porque les convenía permanecer ignorantes ¿Has visto esas personas que no saben ni quieren saber?

 

El fanático es una persona que se rehúsa a toda reflexión. El fanático no reflexiona porque él no tiene el menor interés de ser convencido. De manera que en la mayoría de los casos la ignorancia del fanático no es otra cosa que una protección de su arrogancia ¿tú me quieres quitar la única cosa en la que yo todavía me puedo jactar? Es por eso que un poco más adelante Pablo va a decir contra ellos, son un pueblo desobediente y rebelde (Romanos 10:21). Pablo no está dorando la píldora [suavizar una mala noticia] aquí, Pablo amaba a sus hermanos, pero todo médico sabe que el peor error que puede cometer con un paciente es dorarle la píldora, hay que decirle cuál es el problema. Pablo amaba a sus hermanos, a los judíos, y los amaba con tal sinceridad que él estaba dispuesto a ser odiado con tal de decirles cuál era la naturaleza de su problema; ustedes son unos arrogantes, ustedes son unos jactanciosos. No venga a decirme que tú no has creído porque Dios no te ha elegido ¡olvídate de eso! Tu problema es que ¡tú no quieres este Evangelio, no lo quieres porque te deja malparado, eres un soberbio! eso es lo que Pablo está diciendo, es tu arrogancia.

 

Es una ignorancia culpable, ellos tenían la Biblia. Pablo dice: ¿ustedes no tenían la ley? ¿quién puede obedecer ese libro? Dios dice: Yo voy a circuncidar tu corazón [Dt. 30:6] ¿no lo decía Dios en un montón de lugares en el Antiguo Testamento? Yo pondré un espíritu nuevo dentro de vosotros; quitaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne [Ezequiel 36:26] Yo lo voy a hacer porque ustedes no pueden hacerlo. La parábola del fariseo y el publicano (Lucas 18) es el cuadro que tenemos aquí en Romanos, dice: Dos hombres subieron al templo a orar; uno era fariseo y el otro recaudador de impuestos (aunque era un judío, a los ojos del judío era como gentil, era como un pagano). El fariseo puesto en pie, oraba para sí de esta manera: "Dios, te doy gracias porque no soy como los demás hombres: estafadores, injustos, adúlteros; ni aun como este recaudador de impuestos. "Yo ayuno dos veces por semana; doy el diezmo de todo lo que gano." ¡qué figura! ¡Oh gracias, Señor, te pasaste conmigo! Claro, la gente no dice eso con la boca.

 

La hipocresía es el homenaje que el vicio le rinde a la virtud. La gente quiere aparentar que es humilde porque sabe que la humildad es lo correcto, pero en el fondo es un soberbio. Pero el recaudador de impuestos, de pie y a cierta distancia, ¿saben lo que implica esto? El fariseo estaba orando ahí mismo del lugar santísimo, él puede acercarse. El publicano estaba en la última fila de atrás, no quería ni siquiera alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: "Dios, ten piedad de mí, pecador", y el texto original dice el pecador, de todos los pecadores, yo soy el más pecador. Y dice Cristo ahora: Os digo que éste descendió a su casa justificado, declarado justo, inocente, sin culpa en el tribunal de Dios, pero [este fariseo] no; porque todo el que se ensalza será humillado, pero el que se humilla será ensalzado. Jesús lo resume todo en estas dos actitudes del corazón; ensalzamiento y humillación. El religioso no quiere reconocer que sus buenas obras y su religiosidad son dinero de monopolio en el reino de Dios, papelitos que no sirve de nada. Imaginen un tipo que llega al banco con un maletín: quiero hablar con el gerente, voy a depositar 2 millones de dólares ¡wow! ¿usted tiene 2 millones? Si, en este maletín, dinero de monopolio. Créanme, no van a llamar al gerente, van a llamar a un psiquiatra. Tus buenas obras no circulan, esa moneda no circula en el reino de Dios, la única moneda que circula en el cielo es la justicia de Jesús, es la única moneda.

 

Pero ellos no quieren venir como mendigos, clamando por misericordia, prefieren seguir esforzándose por obedecer la ley antes que recibir de la mano de Dios el regalo de Su justicia en Cristo por medio de la fe. De esa manera están pisoteando el regalo de Dios. Porque Cristo es el fin de la ley para justicia a todo aquel que cree (Romanos 10:4) Ellos no quieren eso, porque Cristo es el fin de la ley. Lo que Pablo está diciendo aquí, no es que los creyentes ya no tienen obligación con la ley. Romanos 6 y 7 dice claramente que no, la ley es santa, justa y buena, ese no es el problema, como dice Martyn Lloyd-Jones: la ley continúa siendo la expresión permanente de la voluntad de Dios para el hombre. Pero Cristo es el fin de la ley, o el clímax de la ley, o la consumación de la ley porque Él satisfizo todas sus demandas a la perfección, y luego fue a la cruz para llevar la maldición, el castigo que la ley impone sobre nosotros por causa de nuestro pecado. Por decirlo de alguna manera, la ley aterriza en Cristo, Él es el destino de la ley, pero el religioso se rehúsa a desembarcar.

 

Imaginen a un individuo que va en el avión y cuando llegan el piloto dice: ya aterrizamos, ya pueden salir en orden, y el tipo diciendo: yo aquí me quedo, yo quiero seguir volando, pero ya llegamos ¡ya apéate que ya llegamos! este avión aterrizó en un lugar extraordinario porque ahora podemos disfrutar en Cristo de todas las bendiciones de Dios gratuitamente por gracia, por medio de la fe, y tú quieres seguir en el avión. Ahora, noten algo de extrema importancia para volver a mi encabezado, hemos dicho que el problema de los judíos y de muchos incrédulos religiosos que hay en el mundo, es que tienen un seno equivocado por Dios, porque es un fervor que no surge del Evangelio. Pero hay un fervor informado que el Evangelio debiera producir en el creyente, y que debe ir en aumento en la misma medida en que adquirimos un mejor entendimiento de la misericordia de Dios en Cristo.

 

Pablo no está en contra del fervor ¿A dónde va a llegar Pablo? Por consiguiente, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, (tengo once capítulos hablándoles de la misericordia de Dios para con pecadores que no lo merecen), os ruego por las misericordias de Dios que presentéis vuestros cuerpos como sacrificio vivo y santo, aceptable a Dios, que es vuestro culto racional (Romanos 12:1). Es ahí donde debemos llegar. ¿Como debiéramos reaccionar a la realidad de que, por la pura gracia de Dios tú y yo fuimos destinados de antemano, desde antes de la fundación del mundo para ser hechos vasos de misericordia? Obviamente que esa gente puede escuchar la pieza más increíble de música, pueden ver el paisaje más hermoso y no se inmutan. Hay creyentes que parecen estar observando, oyendo la música del Evangelio, viendo la hermosura de Jesucristo desplegada en el Evangelio, pero parece que no se inmutan. Observen lo que dice Pablo no seáis perezosos en lo que requiere diligencia; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor (Romanos 12:11), esta palabra que se traduce como ferviente en nuestras Biblias da la idea de alguien cuyo espíritu está en ebullición, es lo contrario a la apatía, a la indiferencia, a una vida cristiana que se vive en automático. Hay muchos creyentes que están viviendo sus vidas cristianas en automático. Están haciendo las mismas cosas que antes, pero han perdido su primer amor, y Cristo les dice como a los Efesios; arrepiéntanse y hagan las primeras obras [Ap. 2:5] ¡vuelvan, vuelvan!

 

El fervor y el fanatismo no son la misma cosa. Es verdad, como Martyn Lloyd-Jones dice que: se puede estar fanáticamente dedicado a Dios y aun así estar perdidos. Eso es lo que Pablo esta diciendo en Romanos 10:1-2, pero al mismo tiempo no deja de ser extraño que haya tanta gente que profese ir camino al cielo por la pura misericordia de Dios, y desconozcan por completo el verdadero fervor que produce el Evangelio. Miren el ejemplo del apóstol Pablo ¿qué fue lo que provocó que este fervoroso fariseo se convirtiera en un fervoroso cristiano? ¿qué fue lo que hizo la diferencia? que él vio la gloria de Jesús camino a Damasco. Nosotros vemos la gloria de Jesús en este libro, en el Evangelio (2 Corintios 4:1-6), la misma gloria. Tú no tienes que tener el mismo encuentro con Jesús que tuvo Pablo camino a Damasco. Pablo mismo dice: Pero si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto; en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo (2 Corintios 4:3-4).

 

El diablo le tiene el ojo cegado. Pero ¿qué hace el Evangelio? Pablo dice: yo en cambio predicó a Cristo (vs. 5) saben ¿por qué? Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo (2 Co. 4:6) ¡La misma gloria que yo vi es la que vemos en el Evangelio cuando Dios nos abre los ojos! Podemos nosotros decir “¡que interesante!”, pero no solamente esto fue lo que convirtió a Pablo de un fervoroso fariseo en un fervoroso cristiano ¿qué fue lo que mantuvo la llama de ese fervor hasta el día de su muerte? Lean la vida de Pablo, un entendimiento cada vez más profundo de la misericordia de Dios en Cristo, que lo llevó a un aprecio cada vez mayor de su Salvador y de su salvación. Ese es el testimonio que él da en Filipenses 3, después de mencionar su pedigrí religioso; yo era fariseo, yo era hebreo de hebreos, etc., dice, Pero todo lo que para mí era ganancia, lo he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y aún más, yo estimo como pérdida todas las cosas en vista del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor (por amor), por quien lo he perdido todo, y lo considero como basura a fin de ganar a Cristoy ser hallado en Él, no teniendo mi propia justicia derivada de la ley (Romanos 9), sino la que es por la fe en Cristo, la justicia que procede de Dios sobre la base de la fe (Fil. 3:7-9). Pablo no sólo fue fervoroso cuando se convirtió, él mantuvo ese fervor década, tras década, tras década, tras década. Porque el Evangelio nunca dejó de ser para él una noticia sorprendente.

 

Hay al menos tres aplicaciones breves que quiero traer antes de terminar. En primer lugar, cuídate del legalismo. No olvides que el legalista no es aquel que toma en serio la ley de Dios, ¡no, no, no! debemos tomar en serio la obediencia, debemos tomar en serio nuestros deberes cristianos. El legalista es aquel que hace todo eso para ganarse algo que ya Cristo compro ¡cuídate del legalismo! ¡cuídate legalismo! Este problema no es nuevo, alguien decía, autor del siglo XVII, el poeta inglés Richard Lovelace: todos gravitamos de manera automática hacia la suposición de que somos justificados por nuestro nivel de santificación, de manera que comenzamos cada día haciendo que nuestra seguridad personal no descanse en el amor de Dios, ni en el sacrificio de Cristo, sino en cómo nos sentimos en el momento, o en nuestros logros recientes, y como estos argumentos nunca aquietan la conciencia humana somos movidos inevitablemente a crear una justicia propia que limpie nuestro historial y así lograr sentirnos en paz. (Ayer no fue un buen día, hoy tengo que hacer mejores obras) ¿tú quieres limpiar el historial? Arrepiéntete, confía en la promesa de que la sangre de Cristo nos limpia de todo pecado ¡levántate! y sigue corriendo la carrera con los ojos puestos en Jesús, no en tus propios logros ¡cuídate del legalismo! porque es fatal para la vida cristiana, y produce un tipo de fervor que alimenta el orgullo y nos aleja de Jesús.

 

En segundo lugar, la enorme importancia de seguir creciendo en nuestro entendimiento del Evangelio. A veces perdemos de vista que la carta de Pablo a los Romanos era una carta, que no fue enviada a un seminario, fue enviada a una iglesia. Todo eso que Pablo ha dicho acerca de la elección incondicional, acerca de cómo Dios de la misma masa hizo vasos de misericordia, él quería que una iglesia de gente común y corriente, como tú y como yo, algunos de ellos analfabetas, que no sabían ni leer ni escribir, y Pablo quería por inspiración del Espíritu Santo que ellos entendieran todo eso ¿Por qué? ¡Oh! porque nosotros debemos mantener en nuestras mentes que todas las bendiciones que recibimos de la mano de Dios son nuestras únicamente por causa de la justicia perfecta de Cristo, que fue puesta en nuestra cuenta por medio de la fe. Necesitamos conocer mejor el diamante del Evangelio. Eso es lo que nos permite decir como Pablo; que preferimos dar por perdidas todas las cosas en vista del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor.

 

¿Tú estás viviendo en automático tu vida cristiana? no te lo permitas, hay momentos en que nosotros nos damos cuenta de que estamos viviendo por inercia, a mí me ha pasado, más de lo que yo quisiera recordar. Pero si Dios te ha dado luz en esta mañana y dices: ¡espera, espera! estoy viviendo en automático ¡despierta! Despierta, vuelve a recordar quien eras tú, vuelve a recordar lo que Dios ha hecho por ti en Cristo, vuelve a recordar las glorias de Jesús ¡despierta, no te permitas la mediocridad espiritual! Pídele a Dios en oración: ayúdame a entender esto Señor ¡Oh! hasta que tú puedas decir como el Salmista: ¡Cuán preciosa es, oh Dios, tu misericordia! Por eso los hijos de los hombres se refugian a la sombra de tus alas. Se sacian de la abundancia de tu casa, y les das a beber del río de tus delicias. Porque en ti está la fuente de la vida; en tu luz vemos la luz [Sal. 36:7-9]. Decía C.S. Lewis que: la luz del sol no solo es lo que nos permite ver la luz, sino ver todo lo demás a través de esa luz. Es a través del conocimiento de Dios que nosotros podemos ver e interpretar la realidad tal cual la realidad es, en tu luz vemos la luz.

 

En cuarto lugar, ora y evangeliza. Vive conforme a lo que Dios ha revelado y no queriendo entender y conocer lo que Él no ha revelado; yo no sé quiénes son escogidos ¡Ora, ora! por tus familiares incrédulos ¡Ora! por tus amigos ¡Ora, ora, ora! Porque de alguna forma misteriosa que ni tú ni yo podemos entender, Dios ha decidido obrar por medio de la oración. Predica el Evangelio, porque el Evangelio es poder de Dios para salvación.

 

Finalmente, si tú estás aquí sin Cristo, quiero volver a reiterarte, lo que decíamos anteriormente; no hay término medio con Jesús, o te refugias en esa piedra o terminarás aplastado por el peso de la justicia de Dios contra tu pecado. ¡Oh! ven y refúgiate en Cristo. Acógete hoy a la misericordia de Dios, si, ven como un mendigo que no tiene nada que ofrecer excepto una mano desnuda diciendo: Señor límpiame de mi pecado, perdóname Señor, acéptame en Cristo, porque yo no tengo méritos por los cuales tú me puedas aceptar, acéptame en Jesús ¡Oh! que Dios bendiga Su Palabra. 


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