jueves, 1 de julio de 2010

¿Por qué es necesario tener reglas y leyes?

¿POR QUÉ ES NECESARIO TENER REGLAS Y LEYES?



Con mucha frecuencia los adolescentes se rebelan en contra de las reglas establecidas por sus padres, contra las leyes de la sociedad, y, honestamente, aunque con mucha impaciencia preguntan: "¿Por qué es necesario que nosotros tengamos reglas y leyes? ¿Por qué no podemos ser libres de hacer lo que se nos dé la gana?".


Discutamos esta cuestión de las "reglas y leyes". Es verdad que las diferentes naciones del mundo tienen gran variedad de costumbres sociales y morales y for­mas de comportamiento. Por ejemplo, los valores y costumbres de nuestros países son diferentes de los de la India. Nosotros consideramos algunas costumbres indias absurdas, como ellos a su vez, consideran así algunas de las nuestras. Pero de esto no se desprende que no deba haber reglas o reglamentos en la vida. Ilustremos los factores concurrentes.


Las matemáticas siguen muchas reglas, dos más dos siempre son cuatro, y el cuadrado de la hipotenusa siempre es igual a la suma de los cuadrados de los dos catetos de un triángulo rectángulo. En la física y la química hay reglas que se siguen invariablemente: la energía puede cambiar de forma pero no varía su cantidad; hay una tendencia universal en el universo hacia el desorden y la descomposición; dos partes de hidrógeno y una de oxígeno siempre da agua; el agua de la atmósfera, siempre hierve a 100° centígrados y siempre se congela a 0º.


Cuando un piloto se ve forzado a aterrizar en la oscuridad o en medio de gran nubosidad, él sigue rígidamente las reglas y reglamentos que le da el opera­dor de la torre de radar. Cuando un avión jet aterriza por medio de sus instrumentos, éstos siguen mecánicamente las reglas y órdenes transmitidas por los instrumentos de tierra.




Cuando los astronautas vuelan en cohete hacia la luna, el personal de tierra y los astronautas siguen precisamente y meticulosamente las reglas y leyes de la atmósfera y de la gravedad terrestre y lunar. Estas son reglas que Dios ha establecido en la creación para nues­tro sistema solar.


En los deportes recreativos y profesionales, como el baseball, el baloncesto y el fútbol, hay siempre un li­bro de reglamentos que cada lado debe seguir.


En el área de la salud del cuerpo siempre hay reglas y leyes que cumplir. Nosotros los seres humanos debe­mos comer y beber o moriremos. No hay excepción a esta regla. Para mantenernos sanos debemos seguir las reglas y leyes de la ciencia de la nutrición.


En el campo mental y emocional, una persona debe seguir reglas y leyes para llegar a ser normal y madura. Cualquier persona que sea introvertida, que en forma progresiva desarrolle el temor a otras personas, des­confíe de sí misma, y viva en una aislada ansiedad, tar­de o temprano tendrá que ser recluida en una institu­ción mental o irá a la tumba. Por otro lado, la persona extrovertida con objetivos altruistas fuera y que está determinada a servir y ayudar a otras personas, desarrollará una saludable seguridad en sí misma y tendrá una vida feliz, normal y equilibrada. Jesús estableció estas reglas sicológicas cuando dijo: "Quienquiera que se ensalce a sí mismo será humillado; y el que se humi­lle será exaltado" (San Mateo 23:12).


El doctor Arnold Green, al tratar el asunto de "bueno o malo" en relación con la sociedad dice: "La sociedad humana está construida sobre una telarañas de "debes y tienes que". Sin normas morales (reglas), la sociedad humana perecería..."[1]


Es sorprendente, y hasta cierto punto divertido que algunas personas parezcan pensar que solamente los cristianos defienden reglas y leyes. Todas las escuelas del pensamiento, todos los grupos sociales y todos los individuos tienen reglas. Incluso los que insisten en las ideas materialistas y se oponen al cristianismo se gobiernan por su propio sistema de reglas. Algunos ejemplos de sus reglas son: (1) debes acentuar lo mate­rial como el propósito final en la vida, (2) no debes creer en Dios o en ninguna cosa que no sea material, (3) debes seguir tus propios deseos e impulsos perso­nales, (4) no debes someterte a limitaciones sociales o de grupo.




El sociólogo Arnold Green comenta: "Incluso los, grupos que en forma flagrante violan las normas mora­les comunes deben preservar sus propias normas mora­les especiales; los miembros de una banda criminal no deben "delatar a sus compañeros"[2]. Así, aun las bandas criminales siguen rígidamente algunas reglas y man­damientos.


Estos pocos ejemplos nos muestran que el universo en que vivimos es una unidad de leyes comple­mentarias, interdependientes e imprescindibles. Dios lo creó así. A cualquier sitio que nos volvamos en la vida nos hallaremos limitados por leyes, reglas y manda­mientos. Ellas son reales. Las seguimos en gran parte sin hacer objeciones. Cuando no las seguimos sufrimos desastrosas consecuencias. Como cuando violamos las leyes, nosotros nos destruimos gradual o rápidamente dependiendo ello de las leyes violadas. Uno puede ro­bar por mucho tiempo y salirse con la suya, pero cuan­do una persona pretende dar un paso en el aire desde el tejado de un rascacielos de veinte pisos, viola la ley de la gravedad solamente una vez. Sin embargo, tarde o temprano el ladrón será cogido y pagará la pena por su violación. No es difícil que la gente que piensa, entien­da y acepte que si hay leyes y reglamentos que deben ser respetados en las esferas de lo físico, lo mental y lo emocional, debe haber algunas leyes sociales, morales y espirituales que regulen las relaciones interpersonales o de-grupo. Como consecuencia tenemos leyes contra el robo, el adulterio y el homicidio. Una comunidad sin leyes degenerará en la anarquía, en una selva en que impera la ley del más fuerte.


Como Dios creó, al hombre y a la mujer a su ima­gen y semejanza, nosotros somos personas libres dentro de ciertas limitaciones. Esta libertad es una de las gran­des bendiciones de la humanidad. Dios espera que nosotros seamos responsables en el ejercicio de nuestra libertad. No hay realmente conflicto entre seguir las leyes y tener libertad de elección. Mientras mejor obedezcamos las leyes (natural, moral y divina), mayor será nuestra libertad. Mientras más violemos las leyes menos libertad tendremos, y cada vez seremos más esclavos de estas violaciones. Una persona es libre de beber whiskey, pero mientras más whiskey beba esa persona más pronto se convertirá en un alcohólico, en un esclavo del alcohol. Una persona es libre de prac­ticar la promiscuidad pero mientras más lo haga con mayor facilidad contraerá enfermedades venéreas y des­truirá la salud, la familia y la vida social. Cuando un joven usa la libertad para controlar el sexo hasta el matrimonio, ha seguido las leyes morales y espirituales de la Biblia y de la sociedad. En el matrimonio él ten­drá libertad para gozar experiencias sexuales regular­mente. En el matrimonio esta felicidad sexual escogida libremente no destruye sino que se desarrolla y con­tinúa hasta alcanzar la madurez y la plena satisfacción.


Cuando la juventud pregunta: "¿Por qué tenemos que seguir reglas y ordenanzas?", los padres, profesores y otros consejeros inteligentes contestan que las leyes son inherentes a la naturaleza de nuestro mundo y a la naturaleza de nuestra propia vida. Es imposible evitar o escapar de las realidades de nuestra propia naturaleza. Es fácil que algunos lleguen a preocupare ansiosamente y rebelarse en forma extrema contra una o dos reglas, como no beber bebidas alcohólicas con­trolar el sexo hasta el matrimonio, e ignorar docenas y docenas de oportunidades de libre elección abiertas delante de ellos.


Aprendamos una lección de un bebé. Al tiempo de su nacimiento un bebé es extremadamente egoísta e in­cluso egocentrista. No ha tenido experiencias sociales. Sus padres deben protegerle forzándolo a seguir ciertas reglas. Ellos deben preocuparse de que tenga comida, de que la temperatura ambiente en su habitación sea la adecuada, cuidar de que no caiga o toque una estufa caliente. Si sus padres no hacen esto, el bebé no sobre­vivirá. Cuando el bebé crece, los padres trabajan dura­mente para enseñarle las reglas necesarias para sobre­vivir y usar la libertad que Dios quiso que gozáramos todos nosotros.


Recordemos que (1) las leyes del universo y la mayoría de las leyes de nuestra sociedad realmente nos dan libertad, (2) estas leyes son nuestros reales amigos y no nuestros enemigos, y (3) la vida humana no ten­dría sentido fuera de las reglas inherentes al plan de la creación.



Tomado del Libro “Felicidad Sexual Antes del Matrimonio” de Herbert Miles, paginas 13-18


[1] Arnold W. Green. Sociology, An Analysis of Life in Modern Society. pág. 39

[2] Ibíd., pág. 39


publicado en el blog: http://elcofredejollas.blogspot.com/


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