lunes, 4 de mayo de 2020

La incomparable grandeza de Dios en Su creación y Su dignidad para juzgar





“Habiendo DIOS hablado en el tiempo antiguo muchas veces y de muchas maneras a los padres por los profetas, en estos postreros días nos habló por medio del Hijo, a quien constituyó heredero de todas las cosas y por el cual hizo también los siglos, quien siendo el resplandor de su gloria y la imagen misma de su ser, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de los pecados, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas” (He. 1:1-3 BTX4)

“Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna… El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rechaza al Hijo no sabrá lo que es esa vida, sino que permanecerá bajo el castigo de Dios” (Jn. 3:16, 36 NVI)

Si por un instante pudiésemos — en la gracia que Dios nos da a través de su Espíritu Santo — alcanzar a percibir la grandeza de esta declaración; nuestra mente, corazón y boca dirían con exclamación ¡WOW! ¿Como es posible que en inconcebible necedad los hombres desprecien al Señor que es el Creador y sustentador de todo, o quien lo mantiene en funcionamiento, muy a pesar de toda su tecnología, instrumentos de observación y de cálculo moderno? Pero ahora, no solo Cristo es su Creador sino también su Salvador. ¿Alcanzas a comprender algo de porque el pecado e incredulidad es en realidad una afrenta cósmica contra el Único Dios verdadero Creador y Redentor, y que el pecado será castigado con igual medida? ¿Crees todavía que es injusto de parte de Dios juzgar a la humanidad por su desprecio y pecado contra Él, y de enviarla al lugar que siempre a querido “lejos de Dios” al lago de fuego? ¿Aun crees que en o por sí solos podamos llegar a agradar a Dios, y motivar algo semejante en Él como para entregar a su Amado Hijo como un cordero a la muerte para nuestra redención (Sal. 8:4)?


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