jueves, 3 de diciembre de 2015

Una vida sin concesiones - John Macarthur - [Transcripción] 1 de 4





Una vida sin concesiones

Escritura: Daniel 1:1-8

Código: 27-03

John MacArthur

Con gran expectativa nos enfocamos hoy en el libro de Daniel. Leeré los primeros nueve versículos para establecer el contexto de nuestro mensaje.

Capítulo 1 de Daniel: “En el año tercero del reinado de Joacim rey de Judá, vino Nabucodonosor rey de Babilonia a Jerusalén y la sitió. Y el Señor entregó en sus manos a Joacim rey de Judá y parte de los utensilios de la casa de Dios; y los trajo a tierra de Sinar, a la casa de su dios, y colocó los utensilios en la casa del tesoro de su dios. Y dijo el rey a Aspenaz, jefe de sus eunucos, que trajese de los hijos de Israel, del linaje real de los príncipes, muchachos en quienes no hubiese tacha alguna, de buen parecer, enseñados en toda sabiduría, sabios en ciencia y de buen entendimiento, e idóneos para estar en el palacio del rey; y que les enseñase las letras y la lengua de los caldeos. Y les señaló el rey ración para cada día, de la provisión de la comida del rey, y del vino que él bebía; y que los criase tres años, para que al fin de ellos se presentasen delante del rey. Entre éstos estaban Daniel, Ananías, Misael y Azarías, de los hijos de Judá. A éstos el jefe de los eunucos puso nombres: puso a Daniel, Beltsasar; a Ananías, Sadrac; a Misael, Mesac; y a Azarías, Abed-nego. Y Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey, ni con el vino que él bebía; pidió, por tanto, al jefe de los eunucos que no se le obligase a contaminarse. Y puso Dios a Daniel en gracia y en buena voluntad con el jefe de los eunucos.”

Aquí nos detendremos. No es el fin de la historia. Sólo el comienzo. Pero ustedes deberán regresar la próxima vez para oír el final.

Vivimos en un tiempo de concesiones. Creo que desde que comenzamos nuestra vida en el mundo, aprendemos el arte de hacer concesiones. A lo largo de nuestra vida, elegimos el camino más fácil. Tenemos nuestras convicciones; y las sostenemos hasta que intervienen con nuestra comodidad o tranquilidad. Tenemos un estándar - mientras que no viole algo que queremos hacer. Si podemos lograr pasar con algo menos que lo mejor, lo haremos; si podemos hacer un poco de trampa en los principios divinos, o aún en los principios que decimos creer, también lo haremos -en muchos casos- si eso logra nuestros objetivos. Y ése es un acercamiento muy personal a la vida que tiene una perspectiva mundana; ya que todos los individuos que vivimos de esa manera conformamos un mundo de concesiones y.

Francamente, la conveniencia es el estándar que domina la vida humana. Nos gusta el pragmatismo. Hoy en día, nuestro lema podría ser: Si funciona, hazlo. Antes que nada, somos pragmáticos. Hemos abandonado, en nuestra sociedad de hoy, cualquier estándar moral. Nos hemos alejado del principio cristiano, no nos preocupa una moral bíblica, no nos importa la mayor parte de lo que Dios tiene para decir. Usted actúa de acuerdo a la filosofía de la conveniencia o el pragmatismo, lo que funcione, lo que logre los objetivos, lo que le permita alcanzar la meta. Y entonces, renunciamos fácilmente a nuestras conciencias, nuestras convicciones; alejándonos de nuestros estándares para obtener un fin práctico. Y lo asombroso de esto es que parece que a nuestra sociedad le queda poca consciencia, poco sentido de culpabilidad o remordimiento.

Descubrimos que los políticos, quienes parecen tener estándares tan elevados al momento de ser elegidos, cuando se encuentran en sus cargos, están deseosos de transigir esos estándares si eso les permite alcanzar su objetivo.

Lo mismo sucede en las prácticas de negocio. Desde los ejecutivos de las compañías hasta los vendedores, todos hacen lo mismo.

Los abogados, quienes deberían ser la conciencia de cualquier sociedad, en la mayoría de los casos transigirán sus propias conciencias si eso permite ganar un cierto objetivo.

Muy a menudo, los líderes en todas las aéreas de la vida harán lo mismo. Aprendemos a mentir y a hacer trampa, a robar, a ocultar la verdad y a hacer lo que sea necesario para obtener lo que queremos. Y eso se transforma en nuestra forma de vida. Y cuando estamos en una situación de confrontación, a menudo nuestros más altos principios son enterrados ya que no queremos ofender a alguien, no queremos ser entrometidos o tenemos miedo de hablar lo que realmente creemos. Quizás en la vida de un cristiano, lo más obvio es cuando en el medio de una conversación usted sabe que debería hablar de Cristo, pero en vez de hacerlo cierra la boca para que no piensen mal de usted. Eso es una concesión. Fácilmente transigimos para salvar nuestro propio ego, por el bien de nuestros propios objetivos.

Y estos estándares y verdades comprometedores se han infiltrado en la iglesia. Tan repetidamente hacemos nosotros concesiones con el mundo, que considero que ya no comprendemos lo que las mismas son. Cuando surge algo en el mundo, lo seguimos. Si el mundo quiere un movimiento de música rock, si nos dan un poco de tiempo, nosotros también lo tendremos. Si el mundo decide tener un movimiento de liberación femenino, si nos dan un poco de tiempo, ya tendremos uno. Hemos transigido con el mundo durante mucho tiempo; y estamos tan sumergidos en su punto de vista materialista, su economía, su estilo de vida, que existe muy poca chance que ni siquiera podamos comprender lo que una vida sin concesiones realmente significa. Peleamos por estar separados del mundo; y no somos capaces de definir lo que esa separación significa porque nuestro cerebro ha sido lavado por el sistema. Hemos aceptado los patrones de pensamiento del mundo. Hemos aceptado los sistemas de valores del mundo. Hemos aceptados las actitudes del mundo. En muchos casos, hemos aceptado su economía. Nos damos nuestros gustos. Hemos aceptado su moralidad; y a pesar que sabemos que la Biblia enseña algo, si queremos hacerlo, lo hacemos de todos modos.

Hemos tenido recientemente la ocasión de recibir a unas personas que vinieron por consejería, deseando casarse. No encontramos justificación bíblica para su matrimonio. Les dijimos que no tenían derecho a casarse, lo cual no les inmutó en lo más mínimo. Simplemente se fueron, se casaron y regresaron aquí a la semana siguiente.

Hacer concesiones…no tener la capacidad de ocuparse de la información bíblica tal como Dios pretende que nos encarguemos porque estamos abrumados con nuestros deseos personales. Y por eso nos reemplazamos como la persona para ser complacida en vez de Dios y aprendemos el arte de condescender. Nos damos gustos de acuerdo a las prioridades del mundo.

La Escritura dice que hagamos exactamente lo contrario. Podríamos pasar mucho tiempo estudiando esto desde una perspectiva teológica. Podríamos ver el Nuevo Testamento y estudiar el llamado de Dios a ser separados del mundo. Podríamos ver los Evangelios y leer lo que Jesús dijo. Ver las epístolas y estudiarlo allí. Pero no es necesario hacerlo, simplemente decir que de principio a fin en la Biblia, el enfoque de Dios a Su pueblo es que debemos vivir separados del mundo. Cuando Dios diseñó la nación de Israel, también diseñó su manera diaria de vivir, el modo de vestirse, de comer y de conducirse en su rutina diaria. Lo hizo para protegerlos, para prevenirles de mezclarse con los paganos. Ha hecho lo mismo para todo Su pueblo.

Tenemos un estándar que no puede ser compatible con el mundo; y sin embargo transigimos fácilmente. Fácilmente abandonamos nuestros valores absolutos. Fácilmente permitimos fallas en el carácter para complacernos bajo la presión del sistema en que vivimos. Sería bueno que recordáramos que desde el comienzo Dios es un Dios intransigente. Nunca hace concesiones. Nunca compromete un principio. Nunca pone de lado una verdad por conveniencia. Siempre vive de acuerdo a Su Palabra. Él dijo: “Porque has engrandecido Tu nombre y Tu palabra sobre todas las cosas”. En otras palabras, Mi naturaleza y Yo nos sometemos a Mi Palabra.

La oración es importante, pero más importante que la misma es el estudio de la Palabra. Porque si usted no estudia la Palabra de Dios, no conocerá la voluntad de Dios, y por lo tanto no sabrá como orar. Un santo hombre de Dios dijo que si tuviera vivir su vida nuevamente, oraría menos y estudiaría más - porque filtraría sus oraciones innecesarias. La Palabra es la base de la integridad de la vida de un creyente, y Dios, El Santo, ha exaltado Su Palabra sobre Su nombre y se compromete a cada palabra. Y como sus hijos, debemos hacer lo mismo.

Antes de ver el libro de Daniel, quiero compartir con ustedes un pasaje que da una mirada a esto. Segunda Corintios 6:17: “Por lo cual, salid de en medio de ellos, -ellos refiriéndose a las personas idólatras, conectadas con Satanás, infieles, gente de la oscuridad, no regenerada- y apartaos, dice el Señor, Y no toquéis lo inmundo; Y Yo os recibiré, Y seré para vosotros por Padre, Y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso”.

Dios dice que Él es intransigente y que Su pueblo, para poder manifestar que también lo es, no debe hacer concesiones. Cuando transigimos con el mundo, tiene efectos devastadores en dos aéreas: primero, afecta nuestra adoración. Cuando aceptamos el estándar del mundo y dejamos de lado los estándares de Dios, permítanme que les muestre lo que sucede: Hebreos 13:12: “Por lo cual también Jesús, para santificar al pueblo mediante Su propia sangre, padeció fuera de la puerta.”

En otras palabras, recuerdan que en el sistema de sacrificios de Israel, cuando llegaba el momento de sacrificar al cordero por los pecados de su pueblo, esos pecados se colocaban simbólicamente en el animal y ese animal era llevado fuera de la ciudad, separado del pueblo. Y Jesús aprovecha simplemente la idea de separación. Cuando Él murió, lo hizo separado de la ciudad, fuera de sus paredes, fuera de la sociedad humana. Murió apartado para comprar a un pueblo separado.

Luego dice en el versículo 13: “Salgamos, pues, a Él, fuera del campamento, llevando Su vituperio; porque no tenemos aquí ciudad permanente, sino que buscamos la por venir. Así que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de Él, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan Su nombre.” En otras palabras, vivamos vidas separadas. Si Él murió de manera apartada para comprar un pueblo separado, vivamos entonces nosotros una vida apartada. No podemos siquiera adorar a menos que estemos viviendo una vida alejada. No vengamos a Dios con alabanzas y con el fruto de nuestros labios diciendo gracias, a menos que vivamos una vida separada. Ese es el punto. Somos llamados a llevar una vida apartada.

Juan lo dice de la siguiente manera: “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él.” Santiago lo dice así: “¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios?” No podemos ser amigos de Dios y amigos del mundo.

Segundo, destruye nuestro servicio. No podemos servir al Señor. No servimos para nada. Segunda Timoteo 2:20: “Pero en una casa grande, no solamente hay utensilios de oro y de plata, sino también de madera y de barro; y unos son para usos honrosos, y otros para usos viles”. Probablemente eso sucede en su casa. Usted tiene cosas viejas, que no combinan, de plástico, que usa a diario; y de pronto viene alguien importante, exhibe las cosas buenas y los niños preguntan “¿por qué no usamos nosotros esto?” Es algo típico. Nos pasa a todos. Tenemos la vajilla diaria con la que comemos y la vajilla para ocasiones especiales. Con Dios es de la misma manera. En la casa de Dios existen utensilios skeous, que describe una especie de utensilio para traer honor y otros para deshonra. Si usted quiere ser un utensilio que Dios pueda usar, entonces, purifíquese de falsos maestros, de las falsas enseñanzas y la falsa manera de vivir nuestras vidas. Sepárese de lo que no es santo. Huya de sus deseos juveniles, evite las preguntas ignorantes y tontas que traen disputas; en otras palabras, sepárese de las falsas enseñanzas, los falsos estándares y los falsos modos de vida o no podrá ser una vasija adecuada para el uso del Maestro.


Continua....

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Este artículo originalmente apareció aquí en Gracia a Vosotros.

Nota: puedes escuchar el mensaje en la pagina del articulo original.




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Nuestro deseo no es que conozcan a un predicador en particular, sino que vean claramente que las respuestas se encuentran en la Biblia, por eso debemos leerla, meditarla y vivirla cada día, pues nuestra fe no debe estar basada en las afirmaciones de un predicador, sino en la Palabra de Dios, la cual es invariable (Jn. 5:39, Mat. 22:29, ) y sigamos el ejemplo de los cristianos de Berea (Hch. 17:11).

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