Una vida sin concesiones
Escritura: Daniel 1:1-8
Código: 27-03
John MacArthur
Lo que digo es que Dios nos llama a separarnos, y a menos que vivamos una vida separada, estamos destruyendo nuestra adoración y servicio a Él. Debe haber una purga y purificación en nuestras vidas.
Un yate estaba anclado en el río Niágara. De pronto, sopló el viento, se agitó el agua y la soga que lo mantenía al muelle se rompió. La pequeña nave comenzó a alejarse con la corriente. Había gente a bordo del mismo. Entraron en pánico, algunos acusándose mutuamente, echándose la culpa. Podían oír el ruido de las cataratas aproximándose. ¿Qué hizo el capitán? Él era un hombre de acción. De acuerdo a la crónica, tenía un poco de dinamita en su bote. Lo incrustó en el casco, lo encendió, con lo que se hizo un gran agujero en el bote que lo hundió inmediatamente. Una vez que el bote su hundió y no se movió más, las personas fueron fácilmente rescatadas mientras que estaban aferradas a él en aguas poco profundas.
Supongo que eso también tiene que suceder en nuestras vidas. En algún momento, como creyentes, tenemos que hundir el barco de las concesiones. Hundir lo mundano - o nos encontraremos rumbo al desastre.
Eso es lo que Dios dice que hagamos. El estándar por el cual debemos vivir. El modelo no es otro que Jesucristo. En Hebreos capítulo 7, versículo 26 dice, escuche esto: “Porque tal sumo Sacerdote nos convenía: Santo, Inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos.” Él es el modelo: santo, separado de los pecadores. Dios nos llama a esa vida, a ese compromiso.
Moisés hizo ese compromiso a vivir una vida separada. Hebreos 11:26 dice acerca de Moisés: “Teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el galardón.” En otras palabras, Moisés eligió a Dios antes que al faraón, el cielo a la tierra, la pobreza en la voluntad de Dios a la riqueza fuera de Su voluntad. La voluntad de Dios al tesoro de Egipto.
Ruth hizo un compromiso similar: “Y ellas alzaron otra vez su voz y lloraron; y Orfa besó a su suegra, mas Rut se quedó con ella. Y Noemí dijo: He aquí tu cuñada se ha vuelto a su pueblo y a sus dioses; vuélvete tú tras ella -a tu vida anterior, tus dioses paganos-. Respondió Rut: No me ruegues que te deje, y me aparte de ti; porque a dondequiera que tú fueres, iré yo, y dondequiera que vivieres, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios. Donde tú murieres, moriré yo, y allí seré sepultada; así me haga Jehová, y aun me añada, que sólo la muerte hará separación entre nosotras dos. Y viendo Noemí que estaba tan resuelta a ir con ella, no dijo más.”
Ruth dijo que no volvería a su vida anterior, que estaba comprometida con Dios, y como su suegra representaba a Dios, estaba comprometida con ella.
David hizo el mismo compromiso. El Salmo 119 dice: “Mi corazón incliné a cumplir Tus estatutos de continuo, hasta el fin.” Versículo 115: “Apartaos de mí, malignos, pues yo guardaré los mandamientos de mi Dios.”
Ni Moisés ni Ruth ni David transigirían. Dicen acerca de Bernabé, ese querido hombre de Dios que vemos en el Nuevo Testamento, una herramienta en la vida de la nueva iglesia, en Hechos 11:23: “Este, cuando llegó, y vio la gracia de Dios, se regocijó, y exhortó a todos a que con propósito de corazón permaneciesen fieles al Señor.” Bernabé le dijo a la iglesia que no transigieran y que se aferraran al Señor.
Pero no existe un mejor ejemplo de carácter de un espíritu intransigente que Daniel. Ezequiel, quien era un contemporáneo de Daniel, debe haber sentido lo mismo porque cuando Ezequiel quiso dar una lista de los grandes hombres justos de la historia, en Ezequiel 14:14, dijo que ellos eran Noé, Daniel y Job. Y puso a Daniel en el medio a pesar de que los otros estaban muertos desde hacía mucho tiempo. Pocas veces un hombre vivo recibe este tipo de honor; y usualmente y por lo general, debe esperar a estar muerto. Daniel era un gran hombre, un hombre justo. Veremos por qué en los primeros 8 versículos. En los versículos 1 y 2 encontramos la difícil situación. Ya hemos visto estos versículos y no necesitamos mucho tiempo, simplemente leerlos brevemente y hacer uno o dos comentarios.
“En el año tercero del reinado de Joacim rey de Judá, vino Nabucodonosor rey de Babilonia a Jerusalén, y la sitió. Y el Señor entregó en sus manos a Joacim rey de Judá, y parte de los utensilios de la casa de Dios; y los trajo a tierra de Sinar, a la casa de su dios, y colocó los utensilios en la casa del tesoro de su dios.”
Hemos dedicado dos lecciones a esos dos versículos. Simplemente quiero recordarles que el libro comienza de una manera triste. Es el primero de los tres movimientos al cautiverio en Babilonia. El reino norte había caído hacía mucho en esclavitud; y ahora Judá, el resto del pueblo de Israel - quienes habían sido desleales, desobedientes. Su juicio había llegado. Nabucodonosor, el rey de Babilonia, quien ahora gobernaba toda esa parte del mundo, va contra Israel o Judá, la sitia, y luego lleva los prisioneros. En esta serie de tres deportaciones, la primera es durante el tiempo de Joacim. Los prisioneros son llevados a Babilonia. Y el libro comienza de manera triste.
Y no podemos evitar pensar cuántas veces Dios ha advertido a Su gente. Dios les advierte de tres maneras. Número uno, Él les advierte a través de los profetas quienes constantemente predicaban que si no se arrepentían serían juzgados. Segundo, les advirtió con los asirios que invadieron su país; pusieron una terrible presión. Cada vez Dios los liberaba, pero podían ver lo que sería estar bajo la presión de una nación extranjera. Pero nunca escucharon a los profetas ni aprendieron de los asiros.
Y finamente, Dios les advirtió con el cautiverio del reino del norte. Ellos debieron haber aprendido cuando vieron lo que le sucedió a ese reino. Pero no lo hicieron. Continuaron en su pecado. Y Dios fue paciente y misericordioso lo más que pudo. Él dice en Génesis 6: “Y dijo Jehová: No contenderá Mi espíritu con el hombre para siempre”. Él dejo de luchar con Judá y les trajo juicio. Y fueron tomados prisioneros.
En la primera deportación vinieron Daniel, sus amigos y otro grupo de jóvenes de los cuales se habla en este versículo. Los conocemos en los versículos 6 y 7.
La idea aquí es establecer el escenario. Daniel es tomado prisionero. Toda la nación no ha sido tomada prisionera aún porque Dios quiere que Daniel esté allí cuando el resto del pueblo aparezca. El versículo 2 nos dice algo interesante: que cuando Nabucodonosor realizó el primer sitio y derrotó a Joacim, nunca lo sacó del trono. Él vio que en el pasado Joacim había sido con gusto un vasallo del faraón en Egipto; y por eso creyó que él era una persona débil. Y por eso lo dejó allí. Y lo suficientemente intimidado como para no hacer nada. Así que lo dejó tranquilo allí. Pero para probar su poder, robó todas las vasijas de valor de la casa de Dios. Él robó literalmente al templo. Tomó todas las cosas de valor. ¿Por qué? Si usted podía, en un país extranjero, tomar las cosas de valor de sus dioses, podía demostrar su grandeza. Si el dios de ellos no podía defenderlos ni siquiera para dejar sus cosas en su propio templo, no había que preocuparse por él. Y los conquistadores juntaban todas las riquezas de los dioses de esa nación y las cargaban de regreso a su país para afirmar su poder sobre los falsos dioses extranjeros.
Y Nabucodonosor tomó todo esto y lo llevó a la casa de su dios. Hay muchos nombres posibles para este dios. Es casi imposible saber cuál era. Parece que era un dios relacionado con Bel, también relacionado con Baal. A veces aparece con el nombre de Medorac, otras como Marduc, como Enlil, etc. Ellos siempre mezclaban a todos. Quienquiera que haya sido ese dios, allí llevaron a las vasijas del templo.
Señalo esto para mostrar cuán perdidos estaban. Dios no defendía más a Judá. Su propio templo podía ser robado y Dios no protestaba. Se había acabado la defensa de Judá. Dios los había defendido de los asirios, pero no los defendía más. Este debe haber sido un tiempo difícil también para Daniel. En el capítulo 6, versículo 10, cuando Daniel ora, su corazón aún añoraba la ciudad de Jerusalén. Setenta años después de su deportación. Imagínense lo que sintió en su corazón cuando lo tomaron prisionero. La difícil situación de un pueblo cautivo en una tierra extranjera.
Ahora miremos al segundo, la trama. De la difícil situación a la trama. Versículos 3 al 7. Una de las partes más fascinantes del libro; y establece el escenario de todo lo que sucederá en la vida de Daniel allí. El trasfondo histórico: recuerden, cuando Nabucodonosor sitia por primera vez a Jerusalén -durante ese tiempo-, se enteró que su padre estaba muriendo. Por lo tanto, regresó a Babilonia y dejó a Joacim en el poder. Pero para asegurarse de su lealtad, para estar seguro que Joacim no se revelaría, hizo algo muy astuto: tomó rehenes. La primera deportación entonces, no fue una deportación en masa de Judá. Tan sólo tomaron rehenes hasta que pudieron regresar en el año 597; y finalmente en el año 586 hicieron desaparecer a la nación. El versículo 3 nos cuenta lo que él hizo.
“Y dijo el rey a Aspenaz, jefe de sus eunucos, que trajese de los hijos de Israel, del linaje real de los príncipes.” Él quería rehenes que fueran de la familia real de la tierra de Judá. La palabra habló en hebreo significa ordenó. Hay quienes piensan que la palabra Aspenaz es un nombre propio y que era un hombre llamado así. Otros, que es un término que significa un título, refiriéndose a alguien que es un líder, un maestro o supervisor. Sea un título o un nombre, no es realmente importante. Aceptaremos el hecho que es un nombre. Es más fácil. El rey entonces ordena a Aspenaz. Nos dice que él es el jefe de los eunucos.
El rey tenía personas que le servían o trabajaban para él. En la corte del rey había eunucos. Un eunuco era básicamente una persona a quien Isaías describe como un árbol seco. Había sufrido una castración quirúrgica que lo había dejado eunuco. Se ponía a este tipo de personas en control de los harenes, en tareas específicas con dentro de la realeza. También es verdad - para que comprendan claramente -, que ya que los eunucos servían al rey, este término se utilizaba para muchas personas que le servían y que no necesariamente habían sido transformados en eunucos de manera quirúrgica. El término se podía referir a alguien que podía haber tenido una operación o a alguien que servía al rey. En efecto, se nombra a Putifar como un eunuco en Egipto; y sabemos que él estaba casado y tenía una esposa. Encontramos a José con la esposa de Putifar. La definición de Isaías indica la parte física de ser un eunuco. Si Daniel lo era físicamente o no, es difícil de saber. Parecería - y creo que ya lo he mencionado, que es muy probable que el rey lo hiciera con estos jóvenes eunucos, lo que explicaría de alguna manera por qué Daniel nunca se casó, nunca se lo identificó con una familia y se lo ve toda su vida sirviendo al rey.
Continua....
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Este artículo originalmente apareció aquí en Gracia a Vosotros.
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