miércoles, 1 de julio de 2020

EL RAPTO PRETRIBULACIONAL NO SE INVENTÓ EN EL SIGLO XIX



Todos los cristianos creen en el arrebatamiento (o rapto, del latín raptio como se expresaban los padres de la Iglesia y los puritanos). Está textualmente en 1 Tesalonicenses 4:17 que profetiza que “seremos arrebatados”. No todos están de acuerdo, sin embargo, en qué significa exactamente esta palabra inerrante, inspirada y suficiente de Dios.

Tema aparte de la exégesis de este y otros pasajes relacionados es el del entendimiento histórico de esta doctrina del arrebatamiento a lo largo de los siglos. Hay en particular una letanía entre amileniales y críticos del dispensacionalismo que dice algo así: el rapto pretribulacional se inventó en el siglo XIX (1800-1900 d.C.). La evidencia histórica, empero, está contra esta afirmación como lo demostraremos brevemente en seguida.

Sé que aún después de lo que reproduciré aquí habrá quienes de todos modos piensen que no es exactamente lo que el dispensacionalismo enseña. Esto es irrelevante porque secreto o no, el rapto o arrebatamiento antes de una gran tribulación es un elemento presente tanto dentro del puritanismo como más atrás, en los padres de la iglesia: particularmente en el tratado más antiguo que tenemos a la fecha sobre apologética, y con el que vamos a empezar ahora. 

En su obra Contra las Herejías Ireneo (186-188 d.C.) escribió:

Y entonces, cuando al final la Iglesia sea súbitamente tomada de [entre] todo esto, fue dicho, “Habrá una tribulación la cual no ha existido desde el principio, ni la habrá jamás”. Porque esta es la prueba final de los justos, la cual una vez que triunfen serán coronados con incorrupción” (V.29.P1).

La versión en inglés dice “caught up”, expresión que el diccionario traduce ordinariamente como “atrapado”. Empero, la misma expresión usa el traductor cuando trata las referencias de Ireneo a Enoc y Elías: 

Porque Elías, al complacer a Dios, fue trasladado en el mismo cuerpo con el que lo complació apuntando con anticipación el traslado del justo. Elías también fue tomado [caught up] en la sustancia de la forma… (V.5).

Ireneo colocó el arrebatamiento al principio de los tres años y medio de reinado del Anticristo, es decir, del período de la gran tribulación a la que se refería en sus escritos (ver Libro V.30.4).

Más allá de los detalles en su trabajo, Ireneo sostenía un arrebatamiento pretribulacional. Ireneo no vivió en el siglo XIX. Vivió en el II.

Victorinus quien redactó uno de los comentarios más antiguos al libro de Apocalipsis (alrededor del 240 d.C.) escribió sobre Apocalipsis 6:14:

Y el cielo desapareció como un pergamino que se enrolla. Para que el cielo sea enrollado, esto es, que la Iglesia sea quitada. “Y todo monte e isla fueron removidos de su lugar” detalla que en la última persecución los hombres salgan de sus lugares; esto es, que los buenos serán removidos, buscando evitar la persecución. 

Victorius añade sobre Apocalipsis 15:1 en donde Dios obra juicio mediante sus ángeles y las plagas que “ esto ocurrirá al final cuando la Iglesia haya salido de en medio”. Esto que se escribió en el siglo III -no en el XIX- suena exactamente como la doctrina del rapto pretribulacional.

Más aún, el documento conocido como Pseudo-Efraín (discutido como datado entre el 373 d. C., y el 627 d. C.) indica:

¡Ay de los que quieren ver el día de Señor! Porque todos los santos y electos de Dios serán reunidos antes de la tribulación que habrá de venir, y serán tomados para el Señor para que no vean la confusión que abrumará al mundo a causa de nuestro pecado.

¿Por qué esto no fue normativo durante toda la Edad Media? Porque durante la Edad Media dominó la Escuela de Alejandría y la espiritualización de la profecía bíblica. Y esto acabó por impactar la escatología de los reformadores cuyas ideas sus sucesores acabaron inmortalizando en las Confesiones y Catecismos posteriores. De todas maneras la discusión aquí no es esa, sino el poder aceptar que las ideas de un rapto o arrebatamiento pretribulacional no son un invento del siglo XIX.

Tal vez alguno diga: “Eso no es un rapto secreto antes de siete años de tribulación como enseña el dispensacionalismo”. Asumiendo sin conceder, de todos modos es una enseñanza de un rescate de la Iglesia antes de una gran tribulación que ningún amilenial está dispuesto a aceptar. Eso no es ningún problema. El problema está en afirmar contra la evidencia histórica que esto se enseñó apenas en el siglo XIX. Para más información sobre el tema la obra Ancient Dispensationalism de James Morris (2018) será de utilidad.

William C. Watson (2015) dice que “muy poco de lo que enseñó John Nelson Darby en la mitad del siglo XIX es nuevo” (p. 177). En la Inglaterra del siglo XVII -no del XIX- el concepto del rapto era conocido y usado. Vamos a citar en seguida algunos ejemplos que Watson ofrece en su inigualable obra Dispensationalism Before Darby, particularmente en el capítulo 7.

Thomas Draxe (1608 d.C.) enseñó una especie de rapto parcial. Decía que debíamos estar preparados como Iglesia “para ese día, para que seamos hallados dignos de escapar de todas esas cosas que ocurrirán sobre el mundo, y poder estar de pie delante del Hijo del Hombre”. En el uso del concepto Barton Holyday (1593-1661 d. C.) definió lo ocurrido con Elías como un rapto: “Elías sufrió la victoria y el rapto de su cuerpo”, lo mismo que hizo Joseph Hall (1574-1656 d. C.).

Muy interesante es que para el siglo XVII- cuando Darby no existía- ingleses como Joseph Mede (1593-1661) enseñaban que habría dos resurrecciones: una antes del milenio y otra después. Dos siglos después Darby usó la misma ilustración que Mede para hablar del rapto, esto es, la familia de Noé siendo rescatada de la muerte y el sufrimiento en el mundo. Según Mede:

Los santos serán trasladados en el aire… [para que] sean preservados durante la conflagración de la tierra…así como Noé y su familia fueron preservados del diluvio al ser levantados por sobre las aguas en el arca, así mismo los santos en la conflagración serán levantados entre las nubes, dentro de su arca, Cristo, para ser preservados allí del diluvio de fuego, en el que los impíos serán consumidos.

Otro teólogo destacado fue Robert Maton (1607-1653 d.C.) quien usó la expresión “dejados atrás” que tanto han ridiculizado algunos de los que enseñan que todo esto empezó en el siglo XIX. Maton decía que la resurrección tendría lugar después del regreso de Cristo con sus santos para gobernar la tierra:

Cuando el Salvador regrese a reinar sobre la tierra, no vendrá solo, sino que traerá a sus santos con él….Vendrán con él para compartir su reino…Los electos serán reunidos y el resto será dejado atrás…Serán dejados atrás para perecer en la gran destrucción que vendrá sobre todas las naciones que peleén contra los judíos a quienes nuestro Salvador redimirá.

Tim LaHaye no inventó el término “Dejados atrás”. Otro dato que puede servir para comprender mejor la resistencia de aquellos que continúan enseñando que “todo comenzó en el siglo XIX”. Es de destacar aquí que una gran mayoría de ex-dispensacionalistas aseguran que “investigaron a profundidad” el tema antes de no solo abandonar el sistema de escatología dispensacional sino dedicar varios de sus esfuerzos por derribarlo. 

Por lo visto no notaron a ninguno de los cuando menos veinticuatro autores de los siglos XVII y XVIII, que Watson cita y que trataron estas cosas con antelación. Personalmente no quise cometer este error. Por eso llegue a estas obras al ponerme en contacto con hermanos que entendían el dispensacionalismo desde sus raíces; lo más hondo que pudiera llegar en la exposición. Algunos de estos hermanos ni siquiera hablaban español.  No quise limitar mis estudios a las obras de sus detractores, varios de los cuales sigo admirando a pesar de su sesgo y reduccionismo en el trato de la materia.

Efrain Huit (1591-1604 d.C.) enseñaba de un rescate de los elegidos de Dios de las pruebas por venir:

La liberación de las pruebas está expresado en que el Señor viene entre las nubes…en la liberación de su Iglesia, de Egipto, y la preservación en el desierto se describe como su tránsito sobre los cielos…

Ya en el siglo XVII se hablaba además de el regreso de Cristo para raptar a su iglesia al sonido de una trompeta que solo oirían sus electos:

Si alguien quisiera objetar aquí la convocación de los electos al sonido de la trompeta…esta trompeta solo será oída por los electos, así que a mi me parece que la intención es el viaje y llamado al Señor, de lo cual los réprobos son incapaces.

En esta misma tesitura Huit dice:

En aquellos días el Mesías, Señor y Guardián de su Iglesia, muestra su poder en la redención de su compatriotas, tiempos en los cuales  hay una excesiva tribulación, como nunca la ha habido, ni la gente ha atravesado, entonces ellos serán librados tantos como sean en el pueblo electo de Dios. 

Por último, y entre muchos otros, William Aspinwall (1605-1662 d.C) enseñaba un arrebatamiento antes de una gran tribulación donde serían dejados atrás algunos:

Si Dios mediante una voz del cielo, me refiero fuera de sus iglesias, dice ven aquí, Ap. 11.12,13. Sigue su llamado y no temas a los enemigos; porque los verás y ellos te verán ascender al cielo, y estarás seguro. Alguna conmoción o terremoto sobrevendrá, pero sin detrimento para ti que obedeces la voz del cielo. El detrimento será para los enemigos mismos.

Al parecer Aspinwall no habló de un rapto que fuese secreto aquí, pero sí de un rescate pretribulacional: enseñándolo en el siglo XVII y no en el XIX. La lista de autores y citas puede seguir y aumentar si pasamos al siglo XVIII. Pero considero que estas citas son suficientes para los efectos de este artículo.

El rapto pretribulacional no apareció en el siglo XIX. “Pero el rapto secreto sí” -pudieran objetar algunos. De todos modos, la renuencia a ver esta doctrina del rapto pretribulacional en los siglos anteriores al XIX no desaparecerá: “secreto o no, no nos interesa”. A los lectores que hayan llegado hasta aquí cuando menos les puede quedar claro que aquella vieja letanía de que “El rapto pretribulacional se inventó en el siglo XIX” no tiene más poder o importancia que la que la vana repetición pueda otorgarle entre el pueblo de Dios. 


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