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jueves, 17 de septiembre de 2020

El escándalo de la Cruz | Romanos 9:30-10:4 | Ps. Sugel Michelén - Transcripción

 




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Les invito a abrir sus Biblias en Romanos capítulo 9, y nuestro anhelo, nuestra oración es que el Espíritu de Dios descienda con poder mientras Su Palabra es predicada; despertando algunos creyentes que tal vez están dormidos, animando a los que están corriendo, pero también levantando muertos por el poder de Su Palabra. Vamos a orar: ¡Oh Bendito Rey! ciertamente esperamos ese día de gloria cuando los cielos se despejen como un pergamino y nosotros veamos a nuestro precioso Salvador descender del cielo para que nosotros estemos para siempre con Él, pero permanecemos aquí señor y debemos hacer Tu obra, Padre bendice Tu Palabra hoy ¡Oh Espíritu Santo! desciende sobre esta congregación, y aun aquellos que nos están mirando de lejos, obra Señor, muéstranos a Cristo en esta mañana, porque te lo pedimos en Su Nombre, amen y amen.

 

Una de las grandes ventajas que tiene el hecho de exponer un libro de la Biblia versículo a versículo —lo que se conoce como predicación expositiva consecutiva— es que nos permite ver cada texto de las Escrituras dentro de su propio contexto y de esa manera podemos percibir más fácilmente la armonía, el balance de la revelación de Dios. Cuando nosotros enfatizamos un aspecto de la verdad de las Escrituras por encima de otros, terminamos haciendo una caricatura de la verdad. Se parece a lo que la Biblia enseña, pero es una imagen distorsionada, es una imagen deforme de la realidad. Ese balance y esa armonía de la Palabra de Dios se percibe claramente en el capítulo 9 de la carta a los Romanos en los versículos 6 al 29. Pablo nos muestra que Dios ha estado llevando a cabo Su plan de salvación en Cristo, llamando eficazmente a todos aquellos que fueron elegidos de pura gracia. De manera que el énfasis de toda esta sección de la carta está en la elección incondicional, en la elección soberana de Dios, pero esa es una cara de la moneda.

 

Al llegar al versículo 30 Pablo nos presenta la otra cara. Si bien es cierto que Dios es el responsable final de nuestra salvación, Pablo nos va a decir ahora que los incrédulos son responsables de su perdición, son responsables. El énfasis en esta sección está en la responsabilidad humana, y recuerden que Pablo está tratando de responder la pregunta ¿por qué los judíos generalizadamente rechazaron al mesías? ¿cuál fue su problema? estos israelitas tenían en sus manos las Escrituras del Antiguo Testamento. Ellos conocían las promesas del pacto que Dios había hecho con Abraham y su descendencia. Pero vino el Mesías y la mayoría de los israelitas los rechazó, y Pablo se pregunta ¿por qué? la respuesta de Pablo en esta sección de la carta es que ellos decidieron mantenerse en su incredulidad. La soberanía de Dios no anula, no elimina la responsabilidad humana. Dios es soberano, nosotros somos responsables.

 

De manera que podemos resumir el problema de los judíos y de millones de incrédulos a lo largo de toda la historia, y aún en el presente. Podemos resumirlo en dos grandes encabezados; el primero, es que estos judíos e incrédulos —la mayoría de ellos religiosos— procuran alcanzar el favor de Dios por medio de las obras y no por medio de la fe, ahí está el problema. Procuran alcanzar el favor de Dios por medio de las obras y no por medio de la fe. El versículo 30 ¿Qué diremos entonces? una frase típica del apóstol Pablo en la carta a los Romanos, cuando él va a pasar a otro aspecto del mismo tema, o cuando él está preocupado porque sus lectores no lleguen a conclusiones equivocadas ¿Qué diremos entonces? Que los gentiles, es decir, para aquellos que no están familiarizados con el lenguaje de la Biblia, los gentiles eran los paganos que no conocían a Dios, el mundo antiguo estaba dividido entre los judíos y todos los demás, los gentiles, los paganos que no tenían en sus manos la Biblia y ¿qué dice Pablo? que los gentiles que no iban tras la justicia, alcanzaron justicia, es decir, la justicia que es por fe.

 

Estos gentiles que Pablo describe ampliamente en el capítulo 1 de Romanos, no tuvieron ninguno de los privilegios de los judíos. Ellos no estaban persiguiendo una correcta relación con el Dios vivo y verdadero. Es a eso que se refiere Pablo cuando dice aquí: que [ellos] no iban tras de la justicia, es detrás de una correcta relación con Dios. Aunque algunos de estos paganos como por ejemplo Séneca, eran moralistas la gran mayoría de ellos, eran idólatras y esa idolatría los llevó a una rampante inmoralidad, esa era la condición generalizada de los paganos. Sin embargo, cuando el Evangelio de la gracia de Dios en Cristo, el evangelio de la justificación por la fe sola comenzó a penetrar en el mundo grecorromano, la cantidad de gentiles que abrazaron el Evangelio fue muchísimo mayor que la de los judíos. Ellos vinieron a ser una ilustración viviente de la enseñanza de Pablo en Romanos 9:16 que la salvación no depende del que quiere ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia, porque estos gentiles no estaban persiguiendo con afán tener una relación correcta con Dios, pero eso fue lo que obtuvieron por medio de la fe, dice Pablo.

 

Ellos creyeron en Cristo, la elección incondicional no elimina nuestra responsabilidad de creer —la elección es incondicional no la salvación— la salvación está condicionada a que tú creas y te arrepientas, la elección es incondicional, pero tú tienes que creer y arrepentirte, esta es tu responsabilidad. Aunque la fe es un don de Dios, somos tú y yo los que creemos, y al hacerlo recibimos como un regalo la justicia de Dios en Cristo. Para poder estar en la presencia de Dios hay que ser tan justos como Él. No se puede tener una justicia ¡un poquito menor! hay que ser tan justos como Dios. Pero ningún ser humano puede llenar ese estándar, Romanos 3:10 no hay justo, ni aún uno, así que la única solución es: recibir esa justicia de Dios como un regalo al poner toda nuestra confianza en el único justo de la historia, nuestro Bendito Señor y Salvador Jesucristo, Él es el único justo.

 

Así que es por medio de la fe y solo por medio de la fe. Romanos 1:17 Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe; como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá. Romanos 3:21 Pero ahora, aparte de la ley, la justicia de Dios ha sido manifestada, atestiguada por la ley y los profetas, este mensaje no era nuevo, es el mismo del Antiguo Testamento, es decir, la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen, sean judíos, sean gentiles, todos los que creen. Romanos 5:1 Por tanto, habiendo sido justificados por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo ¡Nunca, nunca! fue la intención de Dios salvar a los hombres a través de la obediencia a la ley. Entonces ¿para qué sirve la ley? primariamente para mostrarnos que no podemos cumplirla, no es el único propósito de la ley, pero la ley es como un espejo que nos hace ver cómo estamos realmente. La ley nos muestra la necesidad que tenemos de un Salvador, que haga por nosotros lo que ni tú ni yo podemos hacer.

 

Pero lamentablemente, vino el Salvador —al que la ley apuntaba— y los judíos los rechazaron ¿cuál fue el problema? que en vez de ir detrás del Salvador anunciado por la ley se fueron detrás de la ley. Dice Pablo, Romanos 9:31 pero Israel, que iba tras una ley de justicia, no alcanzó esa ley. Ellos no iban detrás del Salvador al que apuntaba la ley, ellos se fueron detrás de la ley. Los judíos tergiversaron las cosas haciendo de la ley un medio de salvación, y por supuesto se quedaron muy cortos de llegar a la meta, no alcanzaron el estándar de la ley. Ellos decidieron llegar a Dios por un camino intransitable para seres humanos imperfectos y pecadores como tú y como yo (vs. 32) ¿por qué dice Pablo no alcanzaron la ley? Porque no iban tras ella por fe, sino como por obras, la frase clave aquí es: como por obras, como si fuera por obras. Ellos se fueron detrás de la ley como si fuera posible para el hombre obedecer el estándar de justicia que requiere la ley. Pero eso no es posible. Eso fue lo que hizo necesario que el Hijo de Dios se hiciera hombre y muriera en una cruz —que no podemos salvarnos por nosotros mismos.

 

Pablo dice en Gálatas 2:21 que, si la justicia viene por medio de la ley, entonces Cristo murió en vano. Si había otra forma de salvarse ¿por qué Dios envió a Su Hijo? ¿por qué? No se puede alcanzar la justicia guardando la ley. El problema es que ese mensaje aplasta el orgullo humano, ahí está todo el problema. El evangelio destruye nuestra justicia propia. Nos deja sin argumentos para jactarnos de nosotros mismos ¡Yo no quiero ese Evangelio! porque no tengo de que jactarme. Pablo en Romanos 3:27 dice; ¿Dónde está, pues, la jactancia? Queda excluida. ¿Por cuál ley? ¿La de las obras? No, sino por la ley de la fe. Porque concluimos que el hombre es justificado por la fe aparte de las obras de la ley. Lo que Pablo está diciendo es: tenemos dos opciones, o nos jactamos en nosotros mismos, o nos jactamos en Jesús, pero no se puede hacer las dos cosas al mismo tiempo. La gran mayoría de los judíos como de los incrédulos en el día de hoy decidieron seguir jactándose en ellos mismos. (9:32b) Tropezaron en la piedra de tropiezo, tal como está escrito: He aquí, pongo en Sion una piedra de tropiezo y roca de escandalo; y el que crea en el no será avergonzado.

 

Pablo está citando aquí dos pasajes que se encuentran en el libro de Isaías (8:14; 28:16) y si se conecta estos dos textos se verá que su mensaje básico es este: los que confían en el Señor encontrarán seguridad y refugio en medio del juicio. Dice Isaías, Dios mismo vendrá a ser un santuario para ellos ¡increíble! como un templo que nos cubre, Jesús es la piedra angular de ese templo. Pero aquellos que decidan poner su confianza en otro lugar tendrán que enfrentar inevitablemente el juicio de Dios. De hecho, el mismo Jesús les dijo a los líderes religiosos de su época (Mateo 21:44) el que caiga sobre esta piedra será hecho pedazos, eso salió de la boca de Jesús; el que caiga, el que tropieza y cae, sobre esta piedra será hecho pedazos. Así que con Jesús solo hay dos opciones: refugio o condenación; seguridad o juicio. Todo depende de lo que tú hagas con esa piedra, todo depende de Él, o te escondes debajo de esa piedra o tropiezas en ella y te destruyes. Lo que Pablo está diciendo aquí es que la gran mayoría de los judíos tropezaron con Jesús, no porque hubiera [algún] defecto en Él, sino porque ese tipo de Salvador nos deja mal parados, ese tipo de Salvador destruye nuestra justicia propia.

 

Si predicamos como se predica en muchos púlpitos en el día de hoy: que Cristo vino a darnos un ejemplo de amor sacrificial que debemos imitar para ser salvos. Puede que muchos te oigan de buena gana, ese mensaje es atractivo; eso es lo que necesitamos hacer, imitar el amor de Jesús, el mundo sería un lugar ideal si todos pudiéramos amar como Jesús. Pero cuando le dices: ni lo intentes que no vas a poder, debes reconocer tu impotencia y recibir por medio de la fe el regalo que Dios te ofrece en Cristo gratuitamente por gracia. En vez de decir: ¡Oh wow, si, dame ese regalo! ¡No! muchos se ofenden ¡es una ofensa! ese es el escándalo de la cruz, como Pablo se refiere al Evangelio en Gálatas 5:11. Si bien de paso es el pasaje que usamos como base para el título de este sermón: El Escándalo de la Cruz. La cruz resulta escandalosa para todo el que es incapaz de verse a sí mismo como un pecador, que merece el infierno y que no puede salvarse a sí mismo. El que no puede ver eso, la cruz es un escándalo.

 

Ahora te pregunto antes de seguir adelante ¿qué es Cristo para ti, una piedra de refugio o una piedra de tropiezo? porque eso va a decidir tu destino en el día del juicio. Dice el Señor: El que no está conmigo, está contra mí (Mateo 12:30). La neutralidad es imposible con Jesús. Hay personas que dicen: yo no estoy en contra de Cristo simplemente Él me es indiferente. Eso es enemistad contra Él, eso es un desprecio a Jesús, eso es pisotear a Jesús. Con Él la neutralidad no es posible. Estar en contra del Rey de Reyes, del Señor de los Señores es una locura. Escóndete, refúgiate en esa roca, porque el que pone en Él toda su confianza, no será avergonzado (Romanos 9:33). La idea aquí es que seremos vindicados en el tribunal de Dios, declarados sin culpa porque ya Dios dio ese veredicto desde que depositamos nuestra fe en Jesús, Dios nos declaró sin culpa en Su tribunal. Anulada el acta de los decretos, ya no hay nada contra nosotros en el cielo ¡qué gozo! podemos morirnos tranquilos.

 

Alguien decía: procura que el día que te toque morir solo te haga falta morirte, que no tengas cuentas pendientes en el tribunal de Dios, y ya no tenemos. No seremos avergonzados en el día del juicio ¡porque nuestro abogado mostrará las marcas de Su cuerpo partido en la cruz! no hay deuda pendiente. Te pregunto una vez más ¿te has refugiado en Cristo, o estás tratando todavía de llegar al cielo a través de la escalera de tu propia obediencia?

 

Pero hay un segundo aspecto que Pablo señala en cuanto al problema de los judíos ¿por qué rechazaron al mesías? Por la misma razón por la que muchos religiosos los rechazan en el día de hoy. Dice Pablo, ellos tienen un celo por Dios que surge de la ignorancia religiosa y no del Evangelio ¿cuál es el problema? Hermanos, el deseo de mi corazón y mi oración a Dios por ellos es para su salvación.  Porque yo testifico a su favor de que tienen celo de Dios, pero no conforme a un pleno conocimiento. De paso aquí nos topamos una vez más con el misterio de la soberanía de Dios y la responsabilidad humana. Pablo ha dicho en el capítulo 9 que es Dios el que elige, que la salvación está en Sus manos, pero ahora nos dice que él oraba por los judíos para que fueran los salvos. Este texto es similar a Romanos capítulo 9:1-5, donde Pablo menciona el profundo dolor que había en su corazón al ver a sus parientes según la carne separados de Cristo y bajo condenación.

 

 

Esto no era un mero problema intelectual para Pablo. Era muy doloroso para él ver a sus hermanos de raza rechazar el Evangelio, a pesar de todos los privilegios espirituales que ellos habían tenido como la nación escogida de Dios. Pero en vez de escudarse en la soberanía Divina para no hacer nada; Dios es [quien] se encarga de eso, la salvación está en sus manos ¡No! Pablo oraba por ellos y a la más mínima oportunidad les predicaba el Evangelio. Pablo creía que la salvación de los pecadores está en las manos de Dios, por eso le oraba a Dios, si la salvación estuviera en las manos del hombre no tiene caso pedirle a Dios que lo salve, porque ya no depende de Dios. Aquí está el balance de las Escrituras; el medio escogido por Dios para salvar a los escogidos —valga la redundancia— es la oración y el evangelismo, debemos orar y debemos evangelizar.

 

Pablo decía: Por tanto, todo lo soporto por amor a los escogidos, para que también ellos obtengan la salvación que está en Cristo Jesús, y con ella gloria eterna [2 Timoteo 2:10). Yo todo lo soporto yo, quiero que los escogidos se salven, y no se van a salvar sin el Evangelio. Dios ha prometido usar el poder del Evangelio para salvar a gente, millones de toda tribu, pueblo, lengua y nación. De paso este es uno de los textos que demuestran que no hay salvación fuera de Cristo, no la hay sin lugar a duda. Estos judíos eran religiosos. De hecho, Pablo dice que tenían celo de Dios (vs. 2) y aun así estaban perdidos ¿qué era lo que Pablo pedía por ellos? que fueran salvos, le pedía a Dios por su salvación. Ellos iban camino al infierno con todo y su celo.

 

Pablo lo sabía de primera mano, porque si hubo un judío fervoroso en el primer siglo, fue Saulo de Tarso. Lo que él dice de sí mismo cuando Pablo tuvo que presentarse delante del rey Agripa (Hechos 26:9-10) este testimonio es espeluznante. Pablo dice: Yo ciertamente había creído mi deber hacer muchas cosas contra el nombre de Jesús de Nazaret; lo cual también hice en Jerusalén. Yo encerré en cárceles a muchos de los santos, habiendo recibido poderes de los principales sacerdotes; y cuando los mataron, yo di mi voto ¿qué hacemos Pablo? ¡mátalo! ese era Pablo, Y muchas veces, castigándolos en todas las sinagogas, los forcé a blasfemar. Pablo tomaba a estos cristianos y le decían los carceleros: golpéenlos hasta que maldigan a Jesús. Eso era Pablo, y enfurecido sobremanera contra ellos, los perseguí hasta en las ciudades extranjeras. Eso es fervor religioso, este era un hombre fervoroso. En Gálatas 1:14 dice: yo aventajaba [a la mayoría de mis] contemporáneos, y Pablo no lo decía con orgullo, con todo y su celo iba camino al infierno.

 

Contrario a lo que mucha gente piensa en el día de hoy, no es la sinceridad de una creencia la que salva. Puedes tomar un veneno creyendo sinceramente que es jugo de naranja y vas a morir envenenado. Proverbios [14:12] dice: Hay camino que al hombre le parece derecho; Pero su fin es camino de muerte. Los judíos eran celosos, pero era un celo que provenía de la ignorancia. Fervor sin conocimiento es igual a fanatismo religioso. Lamentablemente debemos reconocer que hay mucho de ese fanatismo, de ese fervor fanático dentro de iglesias que se identifican como evangélicas. Es el tipo de fervor que surge de la idea equivocada, y es algo que está como muy sutil en nuestro corazón; la idea equivocada de que debemos tratar de ganarnos el favor de Dios a través del activismo religioso, o a través de nuestro desempeño, en vez de aceptar por fe lo que ya Cristo compró para nosotros en la cruz del calvario a precio de Su bendita sangre. Eso puede ser muy engañoso porque la persona se ve a sí misma haciendo un esfuerzo enorme por obedecer a Dios ¡no, lo que pasa es que tú eres frío, yo si estoy en esto, es difícil! Es una persona fervorosa en su obediencia, pero solo porque piensa erróneamente que de eso depende el favor de Dios; ¡tengo que leer mi Biblia, tengo que orar, tengo que predicarles el Evangelio a los perdidos, a los que no conocen al Señor! Si, los creyentes deben hacer todo eso y mucho más, pero no para ganarnos el favor de Dios sino porque ya fuimos favorecidos por Él, gratuitamente por gracia por medio de la fe en Jesucristo.

 

Todo fervor que nos surge de un correcto entendimiento del Evangelio es una trampa mortal, porque nos lleva de la mano, nos lleva de vuelta a la jactancia y alejarnos de Jesús. Aquí está el problema, pues desconociendo, ellos tienen celo de Dios, pero como no es conforme a un pleno conocimiento, desconociendo la justicia de Dios y procurando establecer la suya propia, no se sometieron a la justicia de Dios (Romanos 10:3). Todos los verbos que Pablo usa aquí apuntan hacia la responsabilidad humana ¿por qué se perdieron? Desconocieron, procuraron establecer, no se sometieron ¿Quiénes? Ellos, decidieron desconocer la justicia de Dios. En otras palabras, ellos no quisieron aceptar el regalo de la justicia que Dios nos ofrece en Cristo ¿Por qué? porque eso era muy humillante, trataron de establecer la suya propia ¡no queremos la salvación como un regalo, yo no soy ningún mendigo! Por eso alguien decía que, Israel permanecía en ignorancia no porque la información no estuviera disponible, sino porque les convenía permanecer ignorantes ¿Has visto esas personas que no saben ni quieren saber?

 

El fanático es una persona que se rehúsa a toda reflexión. El fanático no reflexiona porque él no tiene el menor interés de ser convencido. De manera que en la mayoría de los casos la ignorancia del fanático no es otra cosa que una protección de su arrogancia ¿tú me quieres quitar la única cosa en la que yo todavía me puedo jactar? Es por eso que un poco más adelante Pablo va a decir contra ellos, son un pueblo desobediente y rebelde (Romanos 10:21). Pablo no está dorando la píldora [suavizar una mala noticia] aquí, Pablo amaba a sus hermanos, pero todo médico sabe que el peor error que puede cometer con un paciente es dorarle la píldora, hay que decirle cuál es el problema. Pablo amaba a sus hermanos, a los judíos, y los amaba con tal sinceridad que él estaba dispuesto a ser odiado con tal de decirles cuál era la naturaleza de su problema; ustedes son unos arrogantes, ustedes son unos jactanciosos. No venga a decirme que tú no has creído porque Dios no te ha elegido ¡olvídate de eso! Tu problema es que ¡tú no quieres este Evangelio, no lo quieres porque te deja malparado, eres un soberbio! eso es lo que Pablo está diciendo, es tu arrogancia.

 

Es una ignorancia culpable, ellos tenían la Biblia. Pablo dice: ¿ustedes no tenían la ley? ¿quién puede obedecer ese libro? Dios dice: Yo voy a circuncidar tu corazón [Dt. 30:6] ¿no lo decía Dios en un montón de lugares en el Antiguo Testamento? Yo pondré un espíritu nuevo dentro de vosotros; quitaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne [Ezequiel 36:26] Yo lo voy a hacer porque ustedes no pueden hacerlo. La parábola del fariseo y el publicano (Lucas 18) es el cuadro que tenemos aquí en Romanos, dice: Dos hombres subieron al templo a orar; uno era fariseo y el otro recaudador de impuestos (aunque era un judío, a los ojos del judío era como gentil, era como un pagano). El fariseo puesto en pie, oraba para sí de esta manera: "Dios, te doy gracias porque no soy como los demás hombres: estafadores, injustos, adúlteros; ni aun como este recaudador de impuestos. "Yo ayuno dos veces por semana; doy el diezmo de todo lo que gano." ¡qué figura! ¡Oh gracias, Señor, te pasaste conmigo! Claro, la gente no dice eso con la boca.

 

La hipocresía es el homenaje que el vicio le rinde a la virtud. La gente quiere aparentar que es humilde porque sabe que la humildad es lo correcto, pero en el fondo es un soberbio. Pero el recaudador de impuestos, de pie y a cierta distancia, ¿saben lo que implica esto? El fariseo estaba orando ahí mismo del lugar santísimo, él puede acercarse. El publicano estaba en la última fila de atrás, no quería ni siquiera alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: "Dios, ten piedad de mí, pecador", y el texto original dice el pecador, de todos los pecadores, yo soy el más pecador. Y dice Cristo ahora: Os digo que éste descendió a su casa justificado, declarado justo, inocente, sin culpa en el tribunal de Dios, pero [este fariseo] no; porque todo el que se ensalza será humillado, pero el que se humilla será ensalzado. Jesús lo resume todo en estas dos actitudes del corazón; ensalzamiento y humillación. El religioso no quiere reconocer que sus buenas obras y su religiosidad son dinero de monopolio en el reino de Dios, papelitos que no sirve de nada. Imaginen un tipo que llega al banco con un maletín: quiero hablar con el gerente, voy a depositar 2 millones de dólares ¡wow! ¿usted tiene 2 millones? Si, en este maletín, dinero de monopolio. Créanme, no van a llamar al gerente, van a llamar a un psiquiatra. Tus buenas obras no circulan, esa moneda no circula en el reino de Dios, la única moneda que circula en el cielo es la justicia de Jesús, es la única moneda.

 

Pero ellos no quieren venir como mendigos, clamando por misericordia, prefieren seguir esforzándose por obedecer la ley antes que recibir de la mano de Dios el regalo de Su justicia en Cristo por medio de la fe. De esa manera están pisoteando el regalo de Dios. Porque Cristo es el fin de la ley para justicia a todo aquel que cree (Romanos 10:4) Ellos no quieren eso, porque Cristo es el fin de la ley. Lo que Pablo está diciendo aquí, no es que los creyentes ya no tienen obligación con la ley. Romanos 6 y 7 dice claramente que no, la ley es santa, justa y buena, ese no es el problema, como dice Martyn Lloyd-Jones: la ley continúa siendo la expresión permanente de la voluntad de Dios para el hombre. Pero Cristo es el fin de la ley, o el clímax de la ley, o la consumación de la ley porque Él satisfizo todas sus demandas a la perfección, y luego fue a la cruz para llevar la maldición, el castigo que la ley impone sobre nosotros por causa de nuestro pecado. Por decirlo de alguna manera, la ley aterriza en Cristo, Él es el destino de la ley, pero el religioso se rehúsa a desembarcar.

 

Imaginen a un individuo que va en el avión y cuando llegan el piloto dice: ya aterrizamos, ya pueden salir en orden, y el tipo diciendo: yo aquí me quedo, yo quiero seguir volando, pero ya llegamos ¡ya apéate que ya llegamos! este avión aterrizó en un lugar extraordinario porque ahora podemos disfrutar en Cristo de todas las bendiciones de Dios gratuitamente por gracia, por medio de la fe, y tú quieres seguir en el avión. Ahora, noten algo de extrema importancia para volver a mi encabezado, hemos dicho que el problema de los judíos y de muchos incrédulos religiosos que hay en el mundo, es que tienen un seno equivocado por Dios, porque es un fervor que no surge del Evangelio. Pero hay un fervor informado que el Evangelio debiera producir en el creyente, y que debe ir en aumento en la misma medida en que adquirimos un mejor entendimiento de la misericordia de Dios en Cristo.

 

Pablo no está en contra del fervor ¿A dónde va a llegar Pablo? Por consiguiente, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, (tengo once capítulos hablándoles de la misericordia de Dios para con pecadores que no lo merecen), os ruego por las misericordias de Dios que presentéis vuestros cuerpos como sacrificio vivo y santo, aceptable a Dios, que es vuestro culto racional (Romanos 12:1). Es ahí donde debemos llegar. ¿Como debiéramos reaccionar a la realidad de que, por la pura gracia de Dios tú y yo fuimos destinados de antemano, desde antes de la fundación del mundo para ser hechos vasos de misericordia? Obviamente que esa gente puede escuchar la pieza más increíble de música, pueden ver el paisaje más hermoso y no se inmutan. Hay creyentes que parecen estar observando, oyendo la música del Evangelio, viendo la hermosura de Jesucristo desplegada en el Evangelio, pero parece que no se inmutan. Observen lo que dice Pablo no seáis perezosos en lo que requiere diligencia; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor (Romanos 12:11), esta palabra que se traduce como ferviente en nuestras Biblias da la idea de alguien cuyo espíritu está en ebullición, es lo contrario a la apatía, a la indiferencia, a una vida cristiana que se vive en automático. Hay muchos creyentes que están viviendo sus vidas cristianas en automático. Están haciendo las mismas cosas que antes, pero han perdido su primer amor, y Cristo les dice como a los Efesios; arrepiéntanse y hagan las primeras obras [Ap. 2:5] ¡vuelvan, vuelvan!

 

El fervor y el fanatismo no son la misma cosa. Es verdad, como Martyn Lloyd-Jones dice que: se puede estar fanáticamente dedicado a Dios y aun así estar perdidos. Eso es lo que Pablo esta diciendo en Romanos 10:1-2, pero al mismo tiempo no deja de ser extraño que haya tanta gente que profese ir camino al cielo por la pura misericordia de Dios, y desconozcan por completo el verdadero fervor que produce el Evangelio. Miren el ejemplo del apóstol Pablo ¿qué fue lo que provocó que este fervoroso fariseo se convirtiera en un fervoroso cristiano? ¿qué fue lo que hizo la diferencia? que él vio la gloria de Jesús camino a Damasco. Nosotros vemos la gloria de Jesús en este libro, en el Evangelio (2 Corintios 4:1-6), la misma gloria. Tú no tienes que tener el mismo encuentro con Jesús que tuvo Pablo camino a Damasco. Pablo mismo dice: Pero si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto; en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo (2 Corintios 4:3-4).

 

El diablo le tiene el ojo cegado. Pero ¿qué hace el Evangelio? Pablo dice: yo en cambio predicó a Cristo (vs. 5) saben ¿por qué? Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo (2 Co. 4:6) ¡La misma gloria que yo vi es la que vemos en el Evangelio cuando Dios nos abre los ojos! Podemos nosotros decir “¡que interesante!”, pero no solamente esto fue lo que convirtió a Pablo de un fervoroso fariseo en un fervoroso cristiano ¿qué fue lo que mantuvo la llama de ese fervor hasta el día de su muerte? Lean la vida de Pablo, un entendimiento cada vez más profundo de la misericordia de Dios en Cristo, que lo llevó a un aprecio cada vez mayor de su Salvador y de su salvación. Ese es el testimonio que él da en Filipenses 3, después de mencionar su pedigrí religioso; yo era fariseo, yo era hebreo de hebreos, etc., dice, Pero todo lo que para mí era ganancia, lo he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y aún más, yo estimo como pérdida todas las cosas en vista del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor (por amor), por quien lo he perdido todo, y lo considero como basura a fin de ganar a Cristoy ser hallado en Él, no teniendo mi propia justicia derivada de la ley (Romanos 9), sino la que es por la fe en Cristo, la justicia que procede de Dios sobre la base de la fe (Fil. 3:7-9). Pablo no sólo fue fervoroso cuando se convirtió, él mantuvo ese fervor década, tras década, tras década, tras década. Porque el Evangelio nunca dejó de ser para él una noticia sorprendente.

 

Hay al menos tres aplicaciones breves que quiero traer antes de terminar. En primer lugar, cuídate del legalismo. No olvides que el legalista no es aquel que toma en serio la ley de Dios, ¡no, no, no! debemos tomar en serio la obediencia, debemos tomar en serio nuestros deberes cristianos. El legalista es aquel que hace todo eso para ganarse algo que ya Cristo compro ¡cuídate del legalismo! ¡cuídate legalismo! Este problema no es nuevo, alguien decía, autor del siglo XVII, el poeta inglés Richard Lovelace: todos gravitamos de manera automática hacia la suposición de que somos justificados por nuestro nivel de santificación, de manera que comenzamos cada día haciendo que nuestra seguridad personal no descanse en el amor de Dios, ni en el sacrificio de Cristo, sino en cómo nos sentimos en el momento, o en nuestros logros recientes, y como estos argumentos nunca aquietan la conciencia humana somos movidos inevitablemente a crear una justicia propia que limpie nuestro historial y así lograr sentirnos en paz. (Ayer no fue un buen día, hoy tengo que hacer mejores obras) ¿tú quieres limpiar el historial? Arrepiéntete, confía en la promesa de que la sangre de Cristo nos limpia de todo pecado ¡levántate! y sigue corriendo la carrera con los ojos puestos en Jesús, no en tus propios logros ¡cuídate del legalismo! porque es fatal para la vida cristiana, y produce un tipo de fervor que alimenta el orgullo y nos aleja de Jesús.

 

En segundo lugar, la enorme importancia de seguir creciendo en nuestro entendimiento del Evangelio. A veces perdemos de vista que la carta de Pablo a los Romanos era una carta, que no fue enviada a un seminario, fue enviada a una iglesia. Todo eso que Pablo ha dicho acerca de la elección incondicional, acerca de cómo Dios de la misma masa hizo vasos de misericordia, él quería que una iglesia de gente común y corriente, como tú y como yo, algunos de ellos analfabetas, que no sabían ni leer ni escribir, y Pablo quería por inspiración del Espíritu Santo que ellos entendieran todo eso ¿Por qué? ¡Oh! porque nosotros debemos mantener en nuestras mentes que todas las bendiciones que recibimos de la mano de Dios son nuestras únicamente por causa de la justicia perfecta de Cristo, que fue puesta en nuestra cuenta por medio de la fe. Necesitamos conocer mejor el diamante del Evangelio. Eso es lo que nos permite decir como Pablo; que preferimos dar por perdidas todas las cosas en vista del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor.

 

¿Tú estás viviendo en automático tu vida cristiana? no te lo permitas, hay momentos en que nosotros nos damos cuenta de que estamos viviendo por inercia, a mí me ha pasado, más de lo que yo quisiera recordar. Pero si Dios te ha dado luz en esta mañana y dices: ¡espera, espera! estoy viviendo en automático ¡despierta! Despierta, vuelve a recordar quien eras tú, vuelve a recordar lo que Dios ha hecho por ti en Cristo, vuelve a recordar las glorias de Jesús ¡despierta, no te permitas la mediocridad espiritual! Pídele a Dios en oración: ayúdame a entender esto Señor ¡Oh! hasta que tú puedas decir como el Salmista: ¡Cuán preciosa es, oh Dios, tu misericordia! Por eso los hijos de los hombres se refugian a la sombra de tus alas. Se sacian de la abundancia de tu casa, y les das a beber del río de tus delicias. Porque en ti está la fuente de la vida; en tu luz vemos la luz [Sal. 36:7-9]. Decía C.S. Lewis que: la luz del sol no solo es lo que nos permite ver la luz, sino ver todo lo demás a través de esa luz. Es a través del conocimiento de Dios que nosotros podemos ver e interpretar la realidad tal cual la realidad es, en tu luz vemos la luz.

 

En cuarto lugar, ora y evangeliza. Vive conforme a lo que Dios ha revelado y no queriendo entender y conocer lo que Él no ha revelado; yo no sé quiénes son escogidos ¡Ora, ora! por tus familiares incrédulos ¡Ora! por tus amigos ¡Ora, ora, ora! Porque de alguna forma misteriosa que ni tú ni yo podemos entender, Dios ha decidido obrar por medio de la oración. Predica el Evangelio, porque el Evangelio es poder de Dios para salvación.

 

Finalmente, si tú estás aquí sin Cristo, quiero volver a reiterarte, lo que decíamos anteriormente; no hay término medio con Jesús, o te refugias en esa piedra o terminarás aplastado por el peso de la justicia de Dios contra tu pecado. ¡Oh! ven y refúgiate en Cristo. Acógete hoy a la misericordia de Dios, si, ven como un mendigo que no tiene nada que ofrecer excepto una mano desnuda diciendo: Señor límpiame de mi pecado, perdóname Señor, acéptame en Cristo, porque yo no tengo méritos por los cuales tú me puedas aceptar, acéptame en Jesús ¡Oh! que Dios bendiga Su Palabra. 


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viernes, 12 de junio de 2020

La fe falsa, emocional y egoísta de muchos que se acercan a JESÚS



“Al ver a JESÚS, Herodes se alegró grandemente, porque por haber oído acerca de Él, desde hacía bastante tiempo deseaba verlo, y esperaba ver algún milagro hecho por Él. Y le preguntaba con muchas palabras, pero Él nada le respondió...Entonces Herodes, con sus soldados, después de menospreciarlo y ridiculizarlo, le puso una ropa espléndida y lo devolvió a Pilato” (Lucas 23:8-9, 11 BTX4)

Cuantas personas que algún día se acercaron a Jesús para esperar algo sorprendente de Él (fe falsa), se sintieron grandemente alegres por lo que esperaban recibir o mirar realizar por ellas. No venían a rendirse a Jesús, no venían a arrepentirse de sus pecados y pedir Su perdón; como aquella mujer de mala vida que a los pies del Salvador derramaba su corazón y “llorando a sus pies, comenzó a regar sus pies con las lágrimas y los secaba con los cabellos de su cabeza, y besaba fervientemente sus pies y los ungía con el perfume” (Lc. 7:38), la cual fue perdonada. Cuantos han venido a Jesús con el anhelo de ver una señal, de recibir un milagro, que les quite su dolor, o que arregle sus finanzas, o repare su matrimonio, o retire su depresión. Pero cuando Él no responde, cuando Él guarda silencio, las verdaderas razones egoístas afloran desde lo más profundo del corazón (incredulidad), con todo tipo de desprecio y burla contra Aquel que pudo ser su Salvador, y que algún día no muy lejano será su Juez (Hch. 10:42; 1 P. 4:5). Así despreciaron el regalo mas grande, la obra mas extraordinaria que nadie jamás haya hecho o pueda hacer por alguien que no lo merece; Él siendo Dios (nunca lo dejo de ser) tomando forma de hombre, voluntariamente se sometió a morir en la cruz, entregando su vida para pagar el precio de nuestro pecado (Gá. 1:4; Ef. 2:5-11).

lunes, 20 de abril de 2020

La Bondad de Dios en tiempos de Pandemia | Cap#40 | Entendiendo Los Tiempos | T3 [Transcripción]






Integrantes:

  • -        Eduardo Saladín (anfitrión)
  • -        Sugel Michelén
  • -        Salvador Gómez


Ps. Eduardo: Si Dios es bueno, ¿por qué hay sufrimiento en el mundo? según la firma encuestadora Barna, esta es una de las preguntas principales que las personas se hacen, y si pudieran, es una de las preguntas que quisieran hacerle a Dios. Y ese es el tema que estaremos tratando en este día: “La Bondad de Dios en Tiempos de Pandemia”, y tenemos con nosotros a Salvador y Sugel quienes están en streaming desde sus hogares ¿cómo están ustedes?, ¿cómo es esa experiencia del streaming?

Ps. Salvador: Bueno es un poco distinto a lo que hemos estado acostumbrados a hacer, no tenemos el tipo de relación, que previó a un programa, normalmente tenemos entre nosotros, pero uno a todo se acostumbra y estamos aquí dando los pasos para poder llegar a los que nos escuchan y nos ven regularmente, las palabras de apoyo de aprecio siempre nos estimulan y nos animan, que a pesar de este formato y de estos días difíciles nos ayudan a seguir adelante.

Ps. Eduardo: Salvador antes que Sugel hable, déjame decirte, que ese fondo de biblioteca se ve muy bien, pero no hace honor a tu biblioteca que es como cinco veces ese tamaño y no está tan organizada como está esa.

Ps. Sugel: Bueno no deja de ser una experiencia extraña ¿verdad? pero no dejó de darle gracias al Señor, que permite que el hombre pueda crear cosas como estas, para que podamos estar cerca estando lejos, y en ese sentido hemos podido en estos días usar la tecnología para tratar de llegar a cuantas más personas uno pueda, seguir pastoreando la iglesia sobre todas las cosas, estando cerca de los hermanos, pero no podemos negar, ya verdad, parte de lo del programa y la edificación, que en estos días, por lo menos en mi caso y me imagino que ustedes también yo padezco de hijitis aguda, deseando estar con mis hijos abrazarlos, con mis nietos besarlos, bueno yo creo que nunca en mi vida había extrañado tanto la cercanía física en ese sentido que ahora.

Ps. Eduardo: Es así, porque tú te has recluido al 100% y tus hijos están lejos ¿verdad?

Ps. Sugel: Bueno, ¡casi al 100%!, hay cositas que uno tiene que hacer aquí y allá, tengo que ir a la iglesia el domingo a predicar; pero si, ciertamente tengo dos nietos aquí, una hija y un hijo, pero tú sabes que hay otra que está bien lejos en medio oriente, y que la íbamos a visitar desde antes que empezara toda esta pandemia, pero el Señor tiene sus planes y siempre son mejores que los nuestros.

Ps. Eduardo: ¡Amen! como yo decía al principio muchas personas se cuestionan la bondad de Dios cuando ven el sufrimiento, cuando ven todo lo que está pasando a nivel mundial, tantas familias que han perdido a sus seres queridos y los han perdido y no han podido ni siquiera verlos muchos de ellos o darles una sepultura apropiada conforme a nuestras costumbres, y se cuestionan ¿Dónde está Dios y su bondad?, ¿Qué dice la Biblia con respecto a esto?

Ps. Sugel: Bueno yo creo que una de las cosas que no debemos hacer en estos días de ninguna manera es: “minimizar el sufrimiento”, nosotros vivimos en un mundo caído, la realidad del dolor es muy latente, no porque haya una pandemia, la realidad del dolor está ahí todo el tiempo, y en ese sentido de verdad yo creo Eduardo y Salvador que una de las cosas que los cristianos no debemos de ninguna manera hacer es: “meter la cabeza en un hoyo y negar la realidad de que en este mundo se sufre mucho”; y pensando en estos días en el hecho de personas que han perdido seres queridos y no han podido tener cerca amigos, familiares, que le den el consuelo que sus almas necesitan, y que han tenido que enterrarlos solos; es tan triste todo esto que está pasando entonces, que no quisiera comenzar hablando primariamente de la bondad de Dios, sin antes, reconocer la realidad de que el dolor duele y de que aún el hecho de que nosotros seamos cristianos y podamos poner el dolor en perspectiva, no quita la realidad de las dificultades y problemas por la que estamos atravesando en este momento.

Ps. Eduardo: Pero es bueno saber, cómo tú decías, que lo que ocurre en nuestras vidas tiene un propósito y si es conforme a la bondad de Dios, como vamos a ver, es un propósito bueno, porque Dios está obrando, llevándonos a un fin en ese sentido. Yo quiero preguntarles a ustedes: ¿Qué dice la Biblia acerca de la bondad de Dios?, ¿Qué es la bondad de Dios?, ¿Cómo yo sé que Dios es bueno?

Ps. Salvador: Una de las dificultades que plantea el sufrimiento, es precisamente la respuesta que damos a: ¿Quién es Dios?, ¿Cómo es Él? y ¿Qué es lo que Él hace?; Es como cuando nosotros hablamos de: ¿Cómo la luz solar o el calor del sol puede endurecer o ablandar? si estamos hablando de barro o de cera; Lo mismo ocurre con el alma humana, el alma humana puede pensar reaccionar de Dios ante el sufrimiento, de una manera piadosa, correcta, humilde, o puede responder de una forma más soberbia, endurecida, y es el tipo de cosas con el que tenemos que tener cuidado al responder ¿Quién es Dios?, ¿Cómo es Él? por qué nosotros no tenemos la libertad de escoger definir a Dios, Dios es quien Él es, y Él es quien se ha dado a conocer al hombre, y se ha dado a conocer al hombre de múltiples maneras, incluyendo su creación y su palabra, la biblia, que tenemos en nuestras manos para poder saber ¿Quién Él es? Él tiene que decirnos ¿Cómo Él es?

El hombre piensa que puede crear, fabricar un Dios a su antojo, a su conveniencia, o simplemente que le acomode, pero Dios no es la suma de las ideas que las personas tienen acerca de Él, nosotros no creamos a Dios, Él es: quien Él es, y solo le podemos conocer como Él se revela, y Él mismo dice que Él es bueno, dice en el libro de Hechos capítulo 14 [vs. 17] que, “Él no dejó de dar testimonio de sí mismo, haciendo bien y dándonos lluvias del cielo y estaciones fructíferas, llenando nuestros corazones de sustento y de alegría”, Él ha hablado acerca de sí, y dice que una de las cosas que Él hace, es hacer bien y lo hace porque Él es bueno, y cuando menciona las lluvias que nos da, cuando menciona la regularidad de las estaciones, son una muestra de su amor y de su bondad para con el hombre, Él hace bien, Él es bueno y porque Él es bueno, hace bien y busca el bien, de sus criaturas y de los suyos.

Ps. Eduardo: A la luz de lo que Salvador dice Sugel, cada cabeza es un mundo y si hay en el universo seis mil y pico de millones de habitantes, lo primero que tenemos que ver es quitarnos esas ideas erróneas que podemos tener de Dios, de su bondad y de todos sus atributos; entonces ir a la Escritura para ver ¿Como Dios se revela a nosotros? y ¿Cómo se manifiesta esa bondad?

Ps. Sugel: Yo creo que Salvador dio en el clavo cuando él decía: nosotros no podemos conocer a nadie, ni siquiera a un ser humano, a menos que ese ser humano no se nos revele de alguna manera, y usualmente conocemos a las personas a través de lo que hablan, pero también, a través de lo que hacen, a veces hay personas que hablan muy bonito, pero sus acciones niegan lo que ellos dicen de sí mismos ¿verdad?

En el caso de Dios nosotros sabemos quién Él es, porque Él se ha revelado en su palabra, pero Él también se revela en sus obras, y al hablar de sus obras, yo creo que es importante que nosotros aislamos tres cosas, que no podemos aislar en realidad, simplemente para que podamos verlas cada una por separado: su creación, su providencia, que es el cuidado que Él tiene de lo que Él creó, y en tercer lugar, la obra de redención en Cristo para salvar a pecadores culpables. Y yo creo que si tú tomas la palabra de Dios, verdad, lo que Dios dice de sí mismo, la palabra de Dios dice: “Que Él es bueno y bienhechor”, o sea, Él es bueno y hace bien; pero también tú contemplas la manera como Dios hizo el mundo, como Dios continúa gobernando el mundo, como citaba Salvador en ese texto de Hechos [14:17]: “dando lluvia a su tiempo, dice, tiempo fructífero” y [Mt. 5:45]Él hace salir su sol sobre malos y buenos, y hace llover sobre justos e injustos”, ahí está la providencia divina cuidando criaturas rebeldes que se han rebelado contra Él.

Yo no me imagino lo que debe ser para mí, si una persona, que yo sé que me odia con todas las fuerzas de su corazón, y si pudiera verme muerto, me matarían en un segundo, y sin embargo yo no me imagino a mí mismo dedicado por entero los 365 días del año a hacerle bien a una persona así, sin embargo, Dios hace bien, a través de su providencia, a millones y millones de personas que le dan la espalda, que lo aborrecen, que no quieren saber de sus mandamientos.

Ps. Eduardo: Aún como tú dices en esa creación Sugel, si no se mantuviese el equilibrio y el sol estuviera un poco más cerca, y sus rayos, nosotros nos carbonizaríamos, y si estuviera más lejos, entonces fuera un invierno continuo, eso es parte de la bondad de Dios en su creación y en su providencia manteniéndola.

Ps. Sugel: Hay algo que se llama la “Ley Antrópica”, que es: el hecho de que, aún los científicos reconocen, que este mundo parece estar regido por una ley que es favorable al hombre, o sea, como tú decías: el sol está a la distancia apropiada; el planeta gira en la inclinación correcta para que haya cuatro estaciones; cuando el hielo se congela flota en vez de bajar a los mares y los ríos y va a aplastar toda la vida marina y toda la vida acuática, o sea, parecería ¿verdad? que este mundo fue diseñado, para que el hombre pudiera vivir aquí, y para que la vida fuera posible aquí; claro, nosotros sabemos que no es una ley, una ley… ¿cómo se llama esto? Impersonal, nosotros sabemos que: esa es la forma en que los científicos hablan acerca de la “providencia divina”, para no tener que reconocer ¿verdad? que Dios está cuidando su creación, ellos le llaman: la ley de la gravedad; la ley antrópica; pero no son más que las actuaciones de Dios para beneficiar a un mundo que no lo ama.

Ps. Eduardo: Ahora el hombre no ve esas cosas Sugel, el hombre solamente ve las cosas catastróficas que le pasan, porque pocas veces nosotros damos gracias a Dios: por el sol, por el alimento, por todas las cosas que Él nos da, que hace salir su sol sobre malos y buenos.

Tú decías: que Dios es bueno, eso lo vemos en la creación, eso lo vemos en la providencia y dijiste un tercer punto que no me acuerdo ¿cuál fue?

Ps. Sugel: Bueno, la redención del hombre, es una actuación de Dios, nosotros tenemos en la biblia lo que dice acerca de Cristo, en realidad esa fue una forma en que Dios actuó a favor del hombre, para poder tener una salida, un plan de salvación, para que pecadores culpables pudieran ser absueltos en su tribunal.

Ps. Eduardo: Salvador te oigo muy callado hablando de la bondad de Dios y yo sé que tú dominas muy bien ese tema, que tú nos dirías, de ese Dios que obra en la creación, ese Dios que obra en la providencia y en la redención también.

Ps. Salvador: Insistiendo en el punto de ¿Cómo Él mismo se da a conocer?, es bueno recordar un texto, como aquella ocasión en que Moisés le pidió a Dios que le mostrara su gloria, esto está en Éxodo 33 y 34 [Ex. 33:18-19], y Dios le responde a Moisés ante esa solicitud y le dice: yo no te voy a hacer pasar toda mi gloria, “yo haré pasar toda mi bondad delante de ti,…”, y dice: “…y voy a proclamar el nombre del Señor delante de ti;…”; y entonces hace una aclaración, que llama muchísimo la atención, “…y tendré misericordia del que tendré misericordia, y tendré compasión de quien tendré compasión.”; o sea, Dios cuando se da a conocer, lo que hace es: mostrar su bondad, por un lado, o sea, parece que, Dios entiende que es un aspecto crucial que el hombre comprenda, y que es un aspecto crucial de su gloria; ahora Él dice: que su bondad se hace conocer también, por lo que Él hace a favor del hombre, porque Él tiene misericordia, y Él tiene compasión, y lo muestra hacia ciertas personas, y en ese aspecto Dios es soberano, aún en la forma en que Él dispensa su bondad.

Nosotros podemos, a veces, hablar en términos de “yo no merezco lo que me está pasando” o “Yo, una persona que ha hecho tanto bien”, o que ha sido “un hombre tan bueno”, “una mujer tan buena”, ¿Cómo es posible que a mí me pase lo que me está pasando?, pero es bueno ver a Dios introducir el tema de su bondad y hacerlo en el contexto de que Él es soberano en la forma en que dispensa esa bondad, de forma que el hombre no sea un soberbio, que exija la bondad de Dios como un derecho, sino que, suplique la misericordia de Dios para recibir esos favores, esa misericordia; porque, la verdad es, Eduardo y Sugel, que si hay algo que nosotros merecemos como pecadores es: La ira de Dios y La condenación de Dios [Ro. 5: 8-11][Jn. 3:36][Ef. 2:1-5]; y sin embargo aun siendo nosotros sus enemigos, aun los que hoy son creyentes, aun cuando nosotros éramos sus enemigos, y lo hace todavía para los que hoy son sus enemigos, Dios hace salir su sol, Dios hace llover, Dios provee alimento, esos son muestras de la bondad de Dios para con toda su creación. Ahora Él retiene u ofrece esa bondad de múltiples maneras como Él quiere, para la alabanza de la gloria de su gracia; y es en ese aspecto que yo creo, que nosotros nos tapamos nuestros ojos, para no ver la realidad de la bondad de Dios y postrarnos ante la maravilla de su misericordia, de su compasión.

Ps. Eduardo: Muchos se pueden estar haciendo la pregunta de qué ¡Okey, Dios es bueno! y yo disfruto de esas bondades, pero tan pronto dejó de disfrutar de esas bondades me estoy quejando contra Dios, estoy murmurando contra Él, ¿A qué se debe esto? que el hombre no reconoce la bondad de Dios, si Él día a día nos colma de beneficios, y desde que ocurre un incidente que consideramos negativo en nuestras vidas, ya inmediatamente nos estamos quejando, ¿Qué es lo que pasa?

Ps. Sugel: Yo creo Eduardo, que Salvador dio en el clavo ahorita cuando uso la palabra: “el hombre cree que merece”, cuando yo creo que yo soy merecedor de todo lo bueno, me voy a endurecer cada vez que reciba algo que no sea conforme a lo que yo creo que merezco; si yo de verdad creyera que soy pecador, y que merezco la condenación del infierno, yo voy a sorprenderme cada día de lo bien, que tanto Dios, como los hombres me tratan, yo debería sorprenderme cada día de que la gente me trate bien, y sobre todas las cosas, de que Dios me trate bien, porque yo no merezco ser tratado bien.

Ps. Eduardo: Sugel déjame interrumpirte para decirte algo: ¿Por qué tú dices que yo soy pecador? si yo soy bueno, si yo hago buenas obras, si yo no hago mal a nadie, si yo no soy como esos criminales que andan por ahí, si yo estoy trabajando para levantar a mi familia decentemente, ¿de donde tú partes para decir eso, Sugel?

Ps. Sugel: Te voy a responder con una expresión que usa Jesús en Mateo Capítulo 7 [vs. 11] dice el Señor: “(…) si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que se la pidan (…)?; Fíjate lo que el Señor dice: “ustedes son gente mala que hacen cosas buenas”; el hombre se ve más bien como un ser bueno, que de vez en cuando hace cosas malas, porque después de todo, ¡nadie es perfecto!; pero eso no es lo que la biblia dice acerca de nosotros; nosotros somos gente mala, esencialmente mala, que de vez en cuando hacemos cosas buenas.

Ps. Eduardo: Tantas personas sacrificadas, sirviendo al prójimo, entregando sus vidas por los demás, y aun en tiempos como este, entonces tú dices: “que todos nosotros somos malos”.

Ps. Sugel: Todos somos malos, dice la biblia; porque todos nos quedamos cortos de alcanzar la gloria de Dios, ¿qué significa eso?, nosotros fuimos creados para mostrar la gloria de Dios, para glorificar a Dios en todo lo que hacemos.

Ps. Eduardo: Y ¿qué pasó entonces? eso no es lo que yo veo en el mundo.

Ps. Sugel: Que el hombre es un ladrón de gloria o sea el hombre quiere la gloria para sí mismo; yo usaba en estos días una ilustración que escuché de alguien, no es original, que: “nosotros somos como un individuo que se acaba de robar un carro, pero ahora quiere respetar las leyes de tránsito”, o sea, yo me paro en un semáforo en rojo, respeto las leyes de velocidad en la carretera, pero es, que ya yo soy un transgresor, no importa lo que yo haga, porque yo ando en el carro que me robe.
Nosotros nos robamos la vida que Dios nos dio para su gloria, nos la robamos para nuestra gloria, y aun cuando los hombres a veces hacen cosas buenas, las hacen por su propia reputación, la hacen para su propia fama, para su propio beneficio.

Ps. Eduardo: Sugel, tú estás diciendo que: cuando uno hace algo bueno, ¿lo hace por la motivación incorrecta? (…)

Ps. Eduardo: Sugel, en el segmento anterior tú decías algo que no todo el mundo va a entender, que aún, aquellas personas que hacen buenas obras, si no la hacen para la obra de Dios, la hacen con la motivación incorrecta, explícanos eso.

Ps. Sugel: Dice el Señor en Mateo 5 [vss. 13-14] que: “nosotros somos [los cristianos] la sal de la tierra y la luz del mundo” y dice [Mt. 5:16]: “Así alumbre vuestra luz, para que los hombres vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro padre que esta en los cielos”. La biblia llama una buena obra, aquella que es hecha, según los parámetros de Dios y para la gloria de Dios. Entonces yo puedo hacer un bien, que es un bien en sí mismo, pero al yo no tener una buena motivación de que Dios reciba la gloria por ese bien que estoy haciendo, como quiera, a mí no se me cuenta como bondad, sino que se me cuenta como pecado. Por eso es que en Isaías [Is. 64:6] dice: “que aún nuestras obras de justicia son como un trapo de inmundicia delante de Dios”, ¡nuestras obras de justicia! imagínate las obras injustas entonces; vuelvo y repito: el hombre es pecador porque se ha quedado corto de alcanzar la gloria de Dios; y por otro lado la biblia dice: que cada vez que el hombre viola uno de los mandamientos de Dios, violó la ley completa, porque la ley es como una cadena, si rompes un eslabón dañaste la cadena completa, o sea, que no fue una mentirita blanca, lo que tú hiciste fue violar la ley y atentar contra el soberano del universo, con cada pecado que cometes.

Ps. Eduardo: Sugel, si yo ayudo a una persona que está enferma, y quiero ¿verdad? conseguirle medicina, llevarlo al médico, hacerle un bien, si no lo hago para la gloria de Dios ¿entonces qué?, explícame eso con más detalle, en ese caso específico ¿cuál debe ser mi motivación?

Ps. Sugel: ¡Okey!, mira yo creo que: “es mejor hacer el bien que hacer el mal”, evidentemente, pero lo que respecta a la justicia divina, y nuestra condición de pecadores, esas obras de bondad no cuentan para que Dios me regale el cielo, yo no me voy a ganar el cielo haciendo estas cosas.

Nuestras buenas obras en el sentido de la salvación, relativamente son buenas, porque vuelvo y repito: “es mejor tratar de conseguirle medicina a un enfermo que robársela”, es mil veces mejor, es mejor, ser un buen padre, responsable, que ser un padre irresponsable, y malo, y abusivo. Pero en lo que respecta a mi salvación en la presencia de Dios, mis buenas obras son: “como dinero de monopolio”, yo puedo ir al banco con un millón de dólares en dinero de monopolio, y me van a llamar, no al gerente del banco por esa buena contribución que estoy haciendo, sino que van a llamar un psiquiatra, porque esa “moneda” no se maneja en el reino de los cielos: “las buenas obras”, la única obra que se maneja, la única moneda que se maneja en el reino de los cielos es: LA JUSTICIA PERFECTA DE JESÚS.

Ps. Eduardo: Salvador entonces ¿cómo yo obtengo esa justicia que enseña la biblia, de la cual hablaba Sugel?

Ps. Salvador: Ahí es donde nosotros entramos a lo que se ha llamado en teología: “la doctrina de la justificación por la fe”, que no es una forma de Dios “hacernos justos”, sino una forma de “declararnos justos” en su tribunal santo, o sea, todos nosotros vamos a comparecer ante su juicio, todos nosotros vamos a dar cuenta de nuestra vida aquí en la tierra, y qué hicimos de manera específica con su hijo Jesucristo. La manera del hombre de ser salvo ante su presencia, no es tratando de convencer a Dios de que él es todo lo bueno que él puede ser, la manera de nosotros realmente comparecer y pasar la prueba de su justicia es: si nosotros realmente estamos representados por el mejor abogado de todos en el universo que es Jesucristo; Jesucristo tiene que venir a ser quien ocupe mi lugar con su justicia, para que esa justicia se acepta en la presencia de Dios.

En otras palabras, una persona pueda sacar, en términos de puntuación de unas notas escolares, puede sacar un 50, puede otro tener un 75, otro puede tener un 90, pero para Dios, aunque yo tenga un 99, si no tengo el 100 yo me quemé y no pase; eso en cuanto a la justicia de Dios. Para yo poder ser salvo y tener una eternidad con Jesucristo, yo tengo que tener un 100 en mi nota, y el único que ha sacado 100, en las notas celestiales, es Jesucristo; y la manera como yo me apropio de ese 100 de Jesucristo es lo que la biblia llama la “justificación por la fe”, es yo creyendo únicamente en lo que Jesucristo hizo en vida, viviendo una vida de obediencia perfecta, y en la cruz pagando por los pecados con los que yo viole la ley de Dios. De manera que yo tengo que dejar de confiar en mí mismo, dejar de confiar en la manera personal, propia, de yo ganarme por mi esfuerzo la salvación, y confiar únicamente en Jesucristo para la salvación de mi alma, eso es, yo poder ser justificado por la fe en la presencia de Dios.

Ps. Eduardo: Y entonces ¿Qué pasa cuando una persona es justificada por la fe?, ¿Cómo ve a Dios?, ¿Cómo ve su bondad? y ¿Cómo enfrenta ese sufrimiento?

Ps. Salvador: Bueno ahí entra otro aspecto de la vida cristiana o de la de la salvación, y es que Dios no solamente hace un acto legal de declararme justo, sino que, Dios también hace una obra de renovación o de regeneración, en la vida de aquellos que Él salva; En otras palabras, Dios nos transforma y ya no somos los mismos, Dios no nos deja igual, y donde había una inclinación para yo robarme la gloria de Dios, como explicaba Sugel hace un momento, donde aún la motivación con que hago lo bueno, es para mi propia gloria, ahora hay una posibilidad de yo hacer las cosas para la gloria de Dios; yo antes no podía dejar de pecar, pero ahora en Cristo yo puedo vivir para la gloria de Dios, y es ahí, donde entra la diferencia, en como yo, aún veo a Dios, me veo a mí mismo, y veo a los demás, su ley, etcétera, de otra manera, y el Dios de bondad que antes yo quería usar como un genio de lámpara de Aladino, para simplemente mi conveniencia, ahora empiezo a ver a Dios como un “Dios soberano”, a quien yo le debo entregar toda mi vida, y que no es objeto de mis cuestionamientos, sino que yo debo someterme a su voluntad, y lo hago de una manera alegre y gozosa, porque sé que es lo que me conviene y es para mi bien.

Ps. Eduardo: Pero muchas veces cuando vienen situaciones aflictivas a mi vida, siendo a un creyente, yo murmuró con la contra la bondad de Dios… ¿Sugel y entonces?

Ps. Sugel: Bueno precisamente ahí es donde nosotros tenemos que hablarle a nuestras almas, en vez de dejar que nuestras almas argumenten sin control.

Ps. Eduardo: Sugel, si yo le hablo a mi alma, van a decir que: ¡yo estoy loco!

Ps. Sugel: Mira todos nosotros tenemos un diálogo interno todo el tiempo, las 24 horas del día, mientras estemos despiertos ¿verdad?, estamos hablándonos a nosotros mismos. Déjame compartir un pasaje de las escrituras que se encuentra en el Salmo 16, el salmista [rey David] dice: “Guárdame, oh Dios, porque en ti he confiado. Oh alma mía, dijiste a Jehová: Tú eres mi Señor; No hay para mí bien fuera de ti”. Él le está diciendo a su alma dos cosas: el Señor es mi Señor, Él es mi marido, Él es mi dueño, Él es mi amo; en el segundo lugar: para mí no hay ningún bien fuera de Dios, o sea que, aun si Dios me quitará todo lo que yo tengo, absolutamente todo, el mero hecho de tenerlo a Él, es tener el mayor bien; cuando el creyente le dice eso a su alma, va poder enfrentar las carencias, vicisitudes, dificultades como la que estamos atravesando en estos días de manera planetaria, no hay para mí bien fuera de Dios. Te lo voy a poner de esta manera: si yo tuviera la libertad de salir de mi casa, y tuviera todo lo que yo quisiera, y no tuviera a Dios, sería el ser más desgraciado del mundo, si yo no tuviera nada de eso, pero tengo a Dios, lo que el salmista está diciendo es: Señor lo tengo todo, porque no hay para mi bien, fuera de tener a Dios, como mi Dios, como mi padre, como mi Señor.

Ps. Eduardo: Sugel, déjame hacer un paréntesis ahí, si una persona tiene riqueza, salud, ¿no lo tiene todo?

Ps. Sugel: No.

Ps. Eduardo: ¿Por qué entonces el mundo está al revés?, porque yo veo a todas las personas en el mundo, buscando su felicidad y su realización, en esas cosas; entonces: ¿el mundo está al revés?, ¿está patas para arriba?, como decimos nosotros.

Ps. Sugel: Totalmente, oyó lo que dice Jesús, de un hombre rico, es una parábola, que tenía muchos bienes, oyó la palabra que usa: “bienes”, el rico, en ese diálogo interno que yo hablaba ahorita, le decía a su alma, exactamente lo contrario a lo que dice el salmista, él decía [Lc. 12:19]: “(…) Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años (…)”; cuáles eran sus bienes: un granero grande, muchas riquezas terrenales; y dice, pero vino una voz del cielo que le dijo [Lc. 12:20]: “(…) Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será?”

Mira Eduardo, si hay algo que ha quedado evidente en estos días de coronavirus, es que: las aflicciones no respetan “estatus económico”, y en segundo lugar que: no siempre las riquezas libran a los hombres de los problemas; muchos millonarios se han infectado del coronavirus y han muerto; y han muerto muchos de ellos, en condiciones idénticas a las de cualquier ser indigente, solos, en un hospital, sin familia; o sea, que realmente el mayor bien que el hombre tiene: no son las riquezas, es Dios.

Ps. Eduardo: Salvador, ¿Que tú tienes que decirnos con respecto a esto que dijo Sugel?

Ps. Salvador: Hay dos cosas que son una respuesta del alma a la bondad de Dios, y que la experimenta el creyente; por un lado es: la respuesta de gratitud cuando una persona está convencida de quién es Dios en su bondad, lo que Dios hace, y que son favores inmerecidos, el alma se torna agradecida; y el salmista lo expresa cuando habla de la bondad y de la gratitud al mismo tiempo con un Salmo como el 118 cuando dice: “Dad gracias al Señor, porque Él es bueno; porque para siempre es su misericordia”; dad gracias al Señor, esa gratitud empieza a contar la bondad de Dios. Me llamó la atención algo que otro de los pastores decía, en estos días en una reunión, y es, dice: “algunos de ustedes están acostumbrados a trabajar en sus hogares, tienen oficinas instaladas en sus hogares, yo no, decía él, y para mí, eso me ha encontrado, me he visto extraño, y he tenido que acostumbrarme a tomar ciertas medidas” y cuando lo escuchaba decirlo mi corazón se movió a la gratitud y vi bondad de Dios, en el hecho de que algunos de nosotros tenemos oficinas en nuestros hogares, y se ha resultado más fácil, poder adaptarnos a esta situación; y yo creo que si nosotros tenemos más ojos, para ver la bondad de Dios en tantas cosas que hay a nuestro alrededor, nuestras respuestas ante las cosas que implican sufrimiento y dolor, serán mejores, van a ser nuestras respuestas más piadosas, vamos a tener corazones de adoración.

Pero otra respuesta que nosotros también podemos dar ante ésta bondad, es la confianza, el saber que Dios es bueno, inspira a poder decir: Dios sabe lo que está haciendo; yo ahora mismo eso me está afectando de diversas maneras, pues está afectando a mi familia, ahora a la iglesia, a el mundo, pero yo puedo reconocer, la forma sabia en que Dios hace cosas; yo creo que ahora como nunca nosotros estamos viendo a personas sensibles a la palabra de Dios, esto ha traído inquietud, a personas las ha puesto a concientizar en la brevedad de la vida, el riesgo de la muerte, y eso ha llevado a personas a confiar en Dios; qué buena conversación pude tener con uno de mis hijos que se inquietó con esto de las muertes y la salvación, e hizo buenas preguntas, escuchó con una atención que no estaba acostumbrado yo a verlo escuchar estas cosas; yo creo que nosotros estamos viendo muchas muestras de la bondad de Dios, que nos deben impulsar a seguir confiando en Él, a descansar en que Dios sabe lo que está haciendo, no estamos eliminando con esto, como decía Sugel al principio, el dolor que las personas pueden experimentar, pérdidas humanas, diversas situaciones; lo que estamos diciendo es: que en medio de estas situaciones, podemos confiar en Dios.

Ps. Eduardo: A mí me gustaría que en el próximo segmento veamos: ¿Cómo esa bondad de Dios se relaciona con otras características de su naturaleza, con su amor con su misericordia, con su gracia con su paciencia?; de manera que esto nos ayude a confiar cada vez más en Él. (…).

Ps. Eduardo: En el segmento anterior decíamos que Dios es la suma de sus atributos, no es como nosotros lo imaginamos, sino como Él es, y esa bondad está estrechamente ligada con otras características de su naturaleza, como son: su misericordia, su gracia, su justicia, también su amor, su paciencia; y a mí me gustaría que ustedes nos explicaran ¿Cómo se relacionan estas características o cómo forman parte de la bondad de Dios? Sugel, ¿que tú nos dirías?

Ps. Sugel: Mira yo creo que es importante antes que nada, decir en términos generales, que Dios es la suma de todo lo que Él es, y Él es todo lo que Él es todo el tiempo; que quiero decir yo con eso: yo puedo tener un mal día, y llegar a mi casa impaciente, malhumorado, y tal vez no se va a ver tan claramente mi ternura, como se ve en otro momento que yo me siento mejor; Dios no es así, su amor, su bondad, su misericordia, su compasión, su justicia, su santidad, todo eso está allí todo el tiempo, actuando al mismo tiempo; ¿por qué es importante aclarar esto? porque muchas personas se preguntan ahora que estamos en este tiempo de pandemia, ¿Está Dios castigando al mundo? y ¿Qué es lo que Dios está haciendo?, ¿Es esto un juicio de Dios?; bueno yo creo que: Dios está siendo un montón de cosas al mismo tiempo, conforme a esa suma de los atributos, que lo hacen a Él, ser quien Él es, entonces yo no puedo simplemente tomar uno de los atributos de Dios, y decir: esto es lo que Dios está haciendo, y yo creo que Dios se está manifestando al mundo de muchísimas maneras, al mismo tiempo, tratando con el hombre conforme a la necesidad de cada uno, y a diferentes situaciones en las que el mundo está; no sé si eso ¿tiene sentido?, lo que estoy tratando de explicar.

Ps. Eduardo: Se entiende, sí.

De esos atributos ¿Cual tú dirías salvador, que debemos tomar en cuenta también?

Ps. Salvador: Bueno cuando hablamos de la bondad de Dios, hay aspectos dentro de la bondad de Dios, que están incluidos, por eso hablamos de la misericordia, por eso hablamos de la gracia, de la paciencia de Dios; hay cosas que están incluidas cuando hablamos de que Dios es bueno, pero el hecho de que Dios tolere cosas en nosotros y ¿cuánto tiene que tolerarnos? esas son muestras de su bondad; Él no inmediatamente reacciona en un juicio, o un castigo, sino que le vemos soportar tantas cosas de sus hijos y aún de los incrédulos, la paciencia de Dios es impresionante, y en ese aspecto, esa suma de sus atributos le adornan de una manera tan uniforme, de una forma tan balanceada, que Dios es por eso alguien que está en otra categoría diferente a la nuestra; nosotros tendemos a ser desbalanceados, o tendemos quizás a mostrar un aspecto de un carácter que descolla [destaca]por encima de otro, pero en Dios todas sus características y sus atributos están en completa armonía, y en ese aspecto, su bondad es una bondad soberana, porque Él la dispensa como Él quiere, y nadie tiene derecho a llamarlo a capítulo [a juicio], ni preguntarle ¿Por qué hace lo que hace?; la bondad de Dios, es una bondad santa, no tiene ninguna muestra de pecado, hay personas que para hacer el bien a alguien, violentan un montón de leyes, porque las menosprecian, y ellos piensan que un bien vence tres males que ellos están haciendo.

En el caso de Dios, no es así, Dios cuando hace bien, nunca hace pecado, no somos bonachones que podemos utilizar aún la mentira para lograr los fines, porque los fines no justifican los medios, en Dios no es así, y en ese aspecto la gloria de Dios brilla, cuando contemplamos su bondad a la luz de esa armonía de sus atributos, y cuando Él ve esa miseria en nosotros, Él nos trata con misericordia, es porque hay esa miseria, no merecemos sino ser enviados al infierno, y Él no nos da lo que nos merecemos, por el contrario, manifiesta su gracia, nos da lo que no merecemos, y sobre todo la salvación en Cristo Jesús, la esperanza de una vida eterna en Cristo Jesús, eso es una gracia impresionante y es una muestra de su bondad.

Ps. Eduardo: Completamente opuesto, a como somos nosotros; si la misericordia de Dios es: la bondad de Él hacia los afligidos, hacia los que están en miseria aun siendo sus enemigos, Él les hace bien, nosotros los seres humanos no reaccionamos así, generalmente, al que nos hace mal cuando lo vemos en miseria, ¿Qué hacemos nosotros?, ¿nos gozamos?, o ¿no queremos ayudarlo?, o ¿justificamos el no ayudarlos por lo que nos han hecho?, y muchas veces a esas personas que nos han hecho mal lo que queremos es que le pasé un mal, decimos: ¡qué bueno que está ahí por lo malo que Él ha sido!; entonces Dios no es así, Dios nos hace bien, cuando nosotros lo que merecemos es mal, cuando nosotros somos sus enemigos, cuando nosotros lo odiamos, cuando estamos en contra de Él, cuando, si hubiésemos estado cuando lo estaban latigando, escupiendo, coronado de espinas a Jesucristo, nosotros allí lo hubiéramos aprobado, y Él nos ha hecho bien.

Ps. Sugel: Estaba pensando en lo que decía Salvador, ahora, de la armonía de los atributos de Dios, su bondad es: “una bondad santa”, su bondad es: “una bondad justa”; ¿qué quiero decir con eso?, ¿está castigando Dios al mundo por su pecado?, yo creo que en muchos lugares podemos decir que sí, o sea, yo creo que Dios tiene todo el derecho del mundo de castigar aquel que hace lo malo, y si Él ha enviado juicio a este mundo pecador, Él está en su pleno derecho de hacerlo.

Sin embargo, yo creo que, precisamente, al ver la armonía de los atributos de Dios, estaríamos haciendo una caricatura de Dios, si exaltamos su justicia y minimizamos su bondad, ¿eso es lo que hacen con las caricaturas verdad? que toman un rasgo de alguien y lo magnifican, en detrimento de otros rasgos. Así como Dios está siendo juicio probablemente a través de esto que está trayendo al mundo, ¿quién sabe cuántas personas están siendo llamadas al arrepentimiento a través del coronavirus, a través de la pandemia?, ¿quién sabe cuántos se están sensibilizando a la palabra?, ¿quién sabe cuántos van a morir a este mundo, para abrir sus ojos a una eternidad dichosa y eternamente feliz en la presencia de Dios?; Dios puede, y seguramente lo está haciendo, Él está quitando lo menos, para darnos lo más; porque es como decíamos al citar el Salmo 16 [vs. 2] el mayor bien que Dios puede darle a un hombre es a Él mismo, pero el hombre se idolatra por naturaleza, y muchas veces Dios tiene que quebrar nuestros altares, tiene que dejarnos sin nuestros ídolos, para que nos volvamos únicamente a Él.

Entonces Dios está haciendo mucho bien a este mundo, probablemente no, yo digo “probablemente” en el sentido, no de que lo pongo en duda, sino, de que yo no sé todo el bien que Dios está haciendo, no lo sabemos, pero Dios está haciendo mucho bien, a través de este gran mal, a gente que no lo merece.

Ps. Eduardo: Partiendo de lo que ustedes nos han dicho: de la bondad de Dios y cómo se relaciona con sus otros atributos, ¿cómo nosotros entonces podemos responder ante el sufrimiento?, ¿cómo podemos responder ante una situación como ésta? Por ejemplo: Dios es bueno, su misericordia es para siempre, Él me está haciendo bien en esta situación, ese Dios soberano está llevando todas las cosas con un propósito, ¿que yo debo hacer?, ¿cómo yo debo reenfocarme como cristiano?

Ps. Sugel: Déjame poner un ejemplo, que hoy es estos días me fue de mucha ayuda, porque yo creo que la reacción es esta Eduardo: aunque yo no entienda lo que Él está haciendo, Él me ha dado demasiadas muestras de su bondad, como para que yo confíe en Él. Oí a alguien decir en estos días: imagínate que yo tengo un amigo, voy a ponerte a ti mismo de ejemplo Eduardo, tú y yo nos conocemos hace más de 40 años, y yo de verdad confío en ti, y yo creo que tú has dado muestras de que eres mi amigo, de miles de maneras diferentes, imagínate que tu un día llegas a mi casa y aquí hay una visita que no te conoce, y tú me dices: Sugel por favor dame rápido, no puedo explicarte, pero préstame las llave de tu carro, y yo sin ningún problema, seguro que te las voy a dar; y ese amigo puede ser que diga: ven acá, pero y como tú le diste las llaves tan rápido, si él ni siquiera te dijo ¿para qué quería el carro?, y yo les voy a decir: porque tengo más de 40 años conociendo Eduardo, porque es mi amigo, y porque yo sé, que no va a usar el carro para nada malo, porque yo confío en él. Si yo puedo confiar en un ser humano como tú, que eres pecador, que eres imperfecto, pero confío en ti por lo que yo conozco de ti por 40 años, ¿cuánto más yo no voy a poder confiar en Dios? que me ha dado tantas muestras de bondad, o sea, no solo que me lo ha dicho en su palabra, sino que me ha mostrado su bondad, en la creación, en su providencia, y sobre todo en la cruz del calvario.

Nosotros podemos y debemos confiar en Dios, aunque no tengamos la menor idea de lo que Él está haciendo y aunque estemos sufriendo. Yo leí en estos días, junto con mi esposa, en el devocional aquí, el texto de Tesalonicenses [1 Ts. 5:18] que dice: “Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios (…)” ¿Qué significa “en todo”? significa en todo, dar gracias en todo, porque esa es la voluntad de Dios; [1 Ts. 5:16] “Estad siempre gozosos” ¿están siempre gozosos?, Sí, yo puedo estar gozoso, porque yo confío en mi padre celestial, completamente, aunque yo no sepa lo que Él está haciendo.

Ps. Eduardo: Así es, Sugel, y una forma de dar gracias en todo, y estar siempre gozosos, es: uno, cuando vemos la mano de Dios guiándonos y liberándonos del mal; pero también como tú dices: cuando estamos en situaciones aflictivas y no vemos una solución. ¿Qué debemos hacer? hay un ejercicio interesante, y es: ver las misericordias pasadas de Dios para con nosotros, ¿cómo a través de nuestras vidas hemos estado en diferentes situaciones buenas, muchas malas, aflictivas? y ¿cómo Dios nos ha traído hasta aquí?, ¿cómo en el presente Él nos está cuidando y en el futuro?

Si hemos entregado nuestra vida a Jesucristo, si hemos confiado en Él para salvación, si le hemos dado lo más valioso que es el depósito de nuestras almas, como no vamos a confiar en Él, en medio no solamente de la pandemia del coronavirus, sino de todas las situaciones que vengan a nuestras vidas, porque hay una realidad, hasta ahora, Él nos ha librado de ese coronavirus, pero en el tiempo, dentro de unos 5, 10, 15 días, en el tiempo de Él, vamos a morir, vamos a cerrar nuestros ojos, y tenemos la confianza que el día que los cerremos, vamos a estar en su presencia para siempre. [Sal. 100:5] El Señor es bueno; y para siempre es su misericordia (…)”, ¿Que tú opinas Salvador?

Ps. Salvador: El poder confiar en un Dios así, es un privilegio sin igual que nosotros tenemos, y es nuestro padre, Él es un padre tierno, amoroso. Ahora a mí me llama la atención, que Jesús habló de la gracia y de la misericordia de Dios, y luego aprovecha, y hace una exhortación interesante, dice [Lc. 6:36]: “sed misericordiosos, así como vuestro padre [que está en los cielos], es misericordioso”. El ver tanta necesidad en nuestro alrededor, en días como esto, vuelvo y reitero, nosotros no estamos negando el alto nivel de sufrimiento, aflicción, padecimientos, que se están viviendo en estos días, enfermedades, soledad, estrechez económica, diversas situaciones, y así como Dios no se ha detenido de mostrar sus bien en medio de la pandemia, nosotros su pueblo, nosotros sus hijos, no debemos detenernos de hacer bien, de hecho, es interesante, la exhortación que la biblia nos hace de: no cansarnos de hacer el bien, Dios no se cansa de hacer bien, y nos exhorta a nosotros a: no cansarnos de hacer el bien tampoco, y es tener ojos abiertos, para aprovechar en medio de esta situación, para poder ser imitadores de nuestro Dios; nuestro Dios es bondadoso, nosotros tenemos que mostrar su bondad, no por eso es que somos hijos de Dios, somos hijos de Dios, porque Él nos rescató y nos salvó, y ahora evidenciamos por ese bien hacer, que somos sus hijos; pero qué privilegio que nosotros podemos decir: ese es mi papá, ese es nuestro Dios, Él es así, y nosotros le honramos imitando la bondad de nuestras propias vidas, para el bien de otros.

Ps. Eduardo: ¡Amen! Sugel, ¿qué palabras de esperanza tú traerías a nuestros televidentes y nuestros oyentes, en este momento?

Ps. Sugel: Bueno, yo creo que aquí debemos hacer una distinción ¿verdad?, entre aquellos que ya han confiado en Jesucristo, son creyentes, y son hijos de nuestro padre celestial; a ellos yo les diría: háblale a tu alma conforme a lo que Dios dice en su palabra. Una de las cosas que dice el apóstol Pablo en Filipenses capítulo 4 [Fil. 4:6-7]: “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús”; lamentablemente nosotros dejamos el texto ahí, pero en el versículo 8 Pablo dice [Fil. 4:8]: “(…),todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro,(…) en esto pensad”; entonces por un lado, la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento, guardará mis pensamientos, guardará mi corazón en cristo Jesús; pero eso no elimina la responsabilidad que yo tengo de pensar, en todo lo bueno, en todo lo justo, en todo lo puro, en todo lo que es verdadero, y lo que es verdadero, es lo que Dios me dice en su palabra; entonces si tú eres creyente, has confiado en Jesús, confía en lo que Dios dice de Él en su palabra, descansa tu alma en la bondad de Dios manifestada de tantas maneras, en las vidas nuestras como creyentes.

Ahora, si tú no eres cristiano, mi mensaje final en este programa es: ven y acógete a la misericordia y a la bondad de Dios manifestada en la cruz del calvario a través de nuestro Señor Jesucristo, acógete a la bondad de Dios, dejando de confiar en tus buenas obras, dejando de confiar en ti mismo, y confiando únicamente en la justicia perfecta de Jesús, y en su obra en la cruz del calvario, y de esa manera, tú también vas a poder decir: Dios es bueno y bienhechor. Dile a tu alma: tú eres mi Señor, no hay para mi bien fuera de ti.

Ps. Eduardo: Salvador nos queda un minuto, ¿Qué palabras de aliento?, ¿Qué consejo tú le darías a nuestros televidentes y oyentes?

Ps. Salvador: Yo creo que es bueno recordar, el hecho de que, en esta vida nunca los gozos son puros, sino que van mezclados con aflicción, y nunca las aflicciones y los sufrimientos son puros, sino que están mezclados con razones de gozo y de alegría; busca esas razones de gozo y de alegría, en medio de estos días de oscuridad, hay razones, para nosotros glorificar a Dios, darle gracias a Dios, reír con la familia, disfrutar de la bondad; hay muchas cosas, solamente debemos depositar nuestra mente y nuestros ojos en estas cosas, porque si contemplamos sólo lo malo, sólo lo que nos duele, entonces vamos a tener una visión distorsionada de las cosas.

Ps. Eduardo: [Sal. 100:5] “Dios es bueno; y para siempre es su misericordia (…)”, a la luz de lo que hemos visto de la bondad de Dios en su palabra, debemos estar siempre confiados y esperanzados en Él, y a ustedes gracias por haber estado con nosotros en su programa: “Entendiendo los Tiempos”.