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jueves, 30 de abril de 2020

Religión o Cristo: ¿Cuál es la diferencia? | Cap #8 | Entendiendo Los Tiempos - T2 [Transcripción]






Integrantes:

  • -        Eduardo Saladín (anfitrión)
  • -        Sugel Michelén
  • -        Salvador Gómez


Ps. Eduardo: Religión o Cristo ¿Cuál es la diferencia?, es el tema que trataremos en este día en su programa: Entendiendo los Tiempos. Tenemos con nosotros a Sugel Michelén, ¿cómo éstas Sugel? y a Salvador Gómez, que estuvo de viaje y hoy está con nosotros.

Ps. Sugel: y tú ¿cómo estás?

Ps. Eduardo: Yo estoy muy bien gracias a Dios, también muy contento de estar aquí con ustedes, es un privilegio que el Señor me concede de estar con ustedes en este programa (…).

Ps. Eduardo: Religión o Cristo ¿Cuál es la diferencia?, quizás tú eres una persona religiosa, y piensas que tienes una relación estrecha con Dios, y puede que sea así, pero quizá, esa no es la realidad, porque tienes un mal concepto de la religión; y a mí me gustaría que, en este día, ustedes empezarán a explicarnos primero: ¿Qué es la religión?, desde el punto de vista que la vamos a tratar, ¿Que tú nos diría Salvador?

Ps. Salvador: Los estudiosos tratan de escudriñar todo lo relacionado a la etimología de la palabra y el uso bíblico de la palabra, el léxico de la palabra, y aún el uso mismo que la escritura da al término, y concuerdan casi todos, que es difícil uno llegar a conclusiones, por esos términos originales que se utilizan para obtener una definición acabada de lo que es la religión, y por eso hay tantas definiciones, y tantos conceptos, que entran en juego; pero nosotros pudiéramos resumirlo como los esfuerzos que el hombre hace, por mantenerse relacionado o unido con una deidad; y lo expreso así en una deidad, porque abarca mucho, a veces, los conceptos que las personas utilizan para describir la relación con esa “fuerza superior” como lo llaman muchos; y hablo de los esfuerzos porque siempre hay algo, que el religioso tiene que hacer, para ganarse el favor, para por un lado estar bien con “ese dios”, hacer las paces con ese dios o “esa deidad”, y mantenerse en una buena relación, es por eso que, siempre las religiones tienen algunos ritos, ceremonias, o elementos que deben practicarse, para mantener esa relación con ese dios.

Es bueno aclarar, que nosotros no queremos un título como el que nosotros tenemos aquí, echar por el piso todo lo que se denomine “religión”, esa no es la idea, creo que el énfasis que nosotros queremos poner en la mente de las personas, es que, sepan que nosotros somos salvos por medio de una persona, Jesucristo. Jesucristo es Dios hombre, enviado a la tierra, para que nosotros por medio de Él, tuviéramos acceso a Dios el padre, como la Biblia en el Nuevo Testamento lo expresa expresamente [claramente], pero, aunque nosotros, no decimos que toda religión, necesariamente, o que el uso del término es malo, per se [por sí mismo], normalmente lo que la gente denomina “religión”, son: esfuerzos humanos, o un método humano, de alcanzar la salvación o la paz con Dios.

Ps. Eduardo: Conjunto de formalismos, de ceremonias, para alcanzar la salvación, para tener comunión con Dios, para restaurar esa comunión que fue perdida con Dios.

Ps. Salvador: Y algo de lo que el hombre puede enorgullecerse.

Ps. Eduardo: Déjeme leerles algo, que dice M.R. de Haan, en su libro, Religión o Cristo: “el Cristianismo no es una religión; es vida. Por lo general la religión consiste en un conjunto de formalismos y ceremonias. Aunque existe un sinfín de movimientos religiosos que va en aumento cada día, el Cristianismo sobresale de toda religión. (…) El genio del Cristianismo es que su Autor y Cabeza está vivo; porque el autor de nuestra salvación, es Jesucristo, el Hombre glorificado, que está a la diestra de Dios. Ninguna otra religión se atreve a reclamar esta distinción”.

Ps. Sugel: Yo creo que sería bueno, hacer un poquito más de aclaración, aquí, con respecto al término “religión”; porque ahí nos pueden estar diciendo, pero, mira, ven acá, y ¿el Cristianismo no es una religión?; Bueno, en cierto modo sí, porque tú puedes comparar el cristianismo con el islamismo, puedes compararla, con el hinduismo, el judaísmo; y el Cristianismo en ese sentido más amplio, es una religión, en un “sentido amplio”. Ahora en el sentido en que nosotros estamos usando la palabra: “Religión o Cristo”; el punto que queremos establecer, es que, tú puedes ser religioso y no ser cristiano; aún, tu religión esté dentro del marco del Cristianismo, en sentido general; o sea, una persona puede decir: yo no soy hindú, hablando no del nacido en la India, sino del que practica el hinduismo; yo no practico el islam, yo soy cristiano; pero tú puedes aún, dentro del marco de las religiones que comprenden el Cristianismo, ser un religioso y no ser un verdadero cristiano.

Ps. Salvador: Yo puedo poner un ejemplo personal, en una biografía que se escribió para un libro de mi autoría, pusieron en los datos biográficos, que yo, no nací en un hogar cristiano; y la idea que queremos expresar, obviamente, es que, en mi familia yo fui el primero que se convirtió al Señor. Cuando un familiar le obsequie una copia del libro, y la leyó, me dijo: ¿nosotros éramos musulmanes o qué?; es aclarando pues, ese concepto, de que, no es lo mismo ser salvo, o estar convertido, o haber nacido de nuevo (es el lenguaje que utiliza las escrituras, para describir o definir, aquellos que son hijos de Dios, que les han sido perdonados sus pecados y que irán al cielo), que, a pertenecer a un movimiento, o a una religión oficial, en ese aspecto.

Ps. Sugel: Entonces viéndolo desde el punto de vista del título de nuestro programa de hoy ¿cuál es la diferencia, entre un religioso, un mero religioso y un cristiano?

Bueno, el mero religioso; como decía Salvador  al principio, cuando él hablo de lo que es el elemento esencial de la religión, que es, ese esfuerzo humano al querer alcanzara el favor de Dios; el mero religioso, aún dentro del Cristianismo, en sentido general, vuelvo y repito, no estamos hablando de musulmanes, estamos hablando de personas que dicen: yo soy cristiano, yo creo en Cristo; una persona que diga creer en Cristo, pero en realidad está descansando en su propio desempeño, en la ceremonias y ritos que practica, en las buenas obras que hace para ganarse el favor de Dios; es un mero religioso y no es un cristiano. Ahí, es que está la diferencia, es Religión o Cristo. Bueno, la religión no salva, es Cristo el que salva por medio de la fe; y el punto de este programa es que tú puedes ser un religioso dentro del Cristianismo mismo, y no ser un verdadero cristiano, no ser una persona que en verdad ha descansado únicamente en Cristo, para la salvación de tu alma. Desde que el hombre pecó, desde que el pecado entro en el mundo, el hombre ha querido hacer cosas, para poder resolver ese problema que tiene con Dios.

Ps. Eduardo: Como decimos nosotros: mi propio esfuerzo para ganarme la salvación.

Ps. Sugel: Exactamente, yo establezco el protocolo, o sea, yo voy a ganarme el favor de Dios, haciendo esto, haciendo aquello, no haciendo aquello otro; por ejemplo, practicando ciertos ritos, practicando ciertos sacramentos; el catolicismo romano, por ejemplo, piensa que, si un niño es bautizado en el momento del nacimiento, el mero hecho de ser bautizado, eso ya lo purifica, lo limpia del pecado original.

Ps. Salvador: Y eso no fuera ningún problema, si la Biblia dijera, que es así. Pero el asunto es que la Biblia dice, que no es así.

Ps. Eduardo: Habiendo establecido lo que queremos significar, con el programa Religión o Cristo; yo quiero empezar a establecer las diferencias, de una manera más clara; de manera que todos aquellos que nos ven, o nos oyen a través de la radio, puedan evaluarse a sí mismo; los que nos están viendo a través de la televisión, a través del internet, o nos oyen a través de los programas de radio, puedan evaluarse a sí mismos, y ver en el contexto de lo que hemos hablado de esa definición, si son religiosos o tienen a Cristo en su corazón de verdad.

A mí me gustaría, que ustedes, nos hablarán de esas características de la persona que es: “un religioso”.

Ps. Sugel: Por un lado, es importante volver a repetir otra vez; el religioso descansa en sí mismo para salvarse.

Ps. Eduardo: ¿Qué significa eso Sugel?, ¿Que descansa en sí mismo para salvarse?

Ps. Sugel: Es una persona que dice: si yo hago esto, si yo dejo de hacer aquello, yo voy a ganarme el favor de Dios, yo voy a inclinar el corazón de Dios para favorecerme, básicamente, la religión lleva al hombre a querer salvarse por su propio esfuerzo humano.

Ps. Eduardo: Yo quiero que tú me expliques eso, de una manera más clara. Por ejemplo, una persona que se quiere salvar, haciendo buenas obras, haciendo misericordia, haciendo limosna, ¿eso es malo?

Ps. Sugel: Sí lo es, no porque dar limosna sea malo, dar limosna es bueno, pero si te quieres salvar por eso, sí estás yendo por un camino equivocado, porque la Biblia dice: “que yo no puedo comprar el cielo a través de mis obras”, yo no puedo resolver el problema que tengo con Dios, a través de mis obras. Te voy a explicar esto, de una forma muy sencilla; un individuo cometió un crimen, vamos a suponer un crimen serio; mató a otro. Pero le dice al juez, mira, de ahora en adelante yo voy a ir por todas las esquinas y a todo el que esté pidiendo dinero, aquel que este mendigando, yo le voy a dar un pan con jamón y queso, y le voy a dar dinero, y le voy a dar medicina; pero ¿qué hacemos con el crimen que tú cometiste?, o sea, es que tú mataste un hombre, y la ley dice: que tú debes pulgar una condena, por haber hecho esta fechoría; ¡Imagínate entonces! un hombre que peca constantemente contra Dios, continuamente contra Dios.

Decíamos en un programa anterior, que el mandamiento más importante de la Biblia es: amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este mandamiento, el hombre lo viola cada segundo, porque nadie ama a Dios, con todo su corazón, con toda su alma; nosotros nos amamos a nosotros mismos, con todo el corazón, con toda el alma y con todas nuestras fuerzas; o sea, que violamos continuamente ese mandamiento. No importa cuántas buenas obras yo haga, no importa cuántos rituales yo practique, no importa cuántas ceremonias yo lleve a cabo; yo no estoy resolviendo el problema que yo tengo con la justicia de Dios, por haber violado la ley de Dios.

Ps. Salvador: Es que nosotros todos tenemos, una especie de juez corrupto dentro de nosotros mismos, (…) a quién sobornamos, tratando de sobornar nuestra conciencia, pensando que, de alguna manera, Dios va, a final de cuentas, a absolvernos, que Dios va a tomar esas buenas obras, y esos esfuerzos; pero, ¿cómo no va a ser agradado con todas las dádivas que yo le doy a las personas? sobre todo, lo bueno que yo me tornó en la época navideña, yo le hago tanto bien a tantas personas; Dios no se va a olvidar. De hecho, la Biblia dice, que no se olvida de nuestro buen obrar; y de alguna manera “minimizamos” otros tantos textos del Nuevo Testamento, que nos dicen: que la ira de Dios está sobre el pecador de continuo; porque, no es un asunto de yo contabilizar mis actos buenos, con mis actos malos, y ver cuál es el resultado; el problema es que todos mis pecados, cuentan, para yo ser arrojado a un lago de fuego, que arde con fuego y azufre, como el mismo Señor Jesucristo nos enseña que el nuevo tratamiento; o sea, en otras palabras, nosotros no podemos esconder bajo la alfombra de nuestros buenos actos, todos los pecados que hemos cometido; no podemos. Dios no se va a hacer de la vista gorda, no hay un texto bíblico, que nos diga; de hecho.

Pero el gran problema en el que nosotros caemos, y que tenemos que resolver, es: ¿para qué vino Cristo entonces?; porque por eso precisamente se llama el Salvador; es porque nosotros necesitamos que nos salven, porque no podemos salvarnos a nosotros mismos. Pero ahí entra otra vez el problema de la religión; lo que pasa es que hay gente muy mala; todo eso que tú está diciendo, es para el criminal que está en la cárcel; para dos o tres [personas] que yo conozco, que son gente muy mala; y no tienen el concepto de que: “todos hemos pecado”, como dice Pablo en Romanos capítulo 3 [vs. 23]; todos hemos sido destituidos de poder tener acceso a la gloria de Dios en el cielo. Entonces, es como si Pablo nos estuviera diciendo hay que comenzar de cero, y estamos muy mal para poder nosotros ganarnos el favor de Dios, porque con una sola violación a la ley que Dios nos ha dejado en su palabra, ya estamos condenados.

Ps. Sugel: De hecho, la Biblia dice: el que viola la ley en un punto se hace culpable de todos; es como si la ley fuera una cadena, cuando yo rompo un eslabón, yo no rompo uno solo eslabón, yo rompo la cadena completa. (…)

Ahora, hay un problema adicional ya que tú preguntaste las características del religioso versus el verdadero cristiano; hay una característica adicional del religioso, que, en cierto modo, abarca esta que acabamos de decir ahora, y es el hecho, de que el religioso tiene su propia fuente de autoridad; el cristiano cree lo que la Biblia dice, porque el cristiano cree que la Biblia es la palabra de Dios; el religioso es su propia fuente de autoridad. ¿De donde el religioso saca el hecho, de que él puede por sus propias buenas obras, por su esfuerzo, ganarse el favor de Dios? (…); porque él es su propia fuente de autoridad, o la tradición de la iglesia a la que él pertenece, es su fuente de autoridad, pero no la Biblia; porque la Biblia, dice exactamente lo contrario; el apóstol Pablo dice en Efesios capítulo 2 [vs. 8] “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es un don (es un regalo) de Dios”; y Pablo dice claramente [vs. 9]: “no por obras, para que nadie se gloríe”. Aquí yo tengo un texto bíblico; aquí yo tengo mi tradición religiosa; aquí yo tengo lo que dice Pablo, inspirado por el Espíritu Santo; aquí yo tengo lo que yo he practicado desde que yo soy niño, mi familia pertenece a esa religión toda la vida; sí, pero ¿cuál es tu fuente de autoridad?; es lo que la palabra dice claramente: “que la salvación no es por obras”; o es tu tradición eclesiástica que te dice: “que tú puede salvarte por [tu propio esfuerzo]”.

Ps. Salvador: Sugel, ¿podría ser lo que la Biblia dice, más, esas tradiciones o esas fuentes extra bíblicas?

Ps. Eduardo: Salvador, en el segmento anterior, tú hablabas de aquellas personas, que creen que pueden salvarse, haciendo las cosas como le parece, teniendo su propia fuente de autoridad; que dicen: bueno, yo creo en la Biblia, más, las obras que yo puedo realizar.

Ps. Sugel: Salvador decía: bueno, y ¿qué pasa con una persona que diga “yo creo en la Biblia, pero al mismo tiempo, tengo otras fuentes de autoridad”?; la pregunta es, ¿qué pasa cuando estas fuentes de autoridad entran en conflicto con la Biblia?, ¿cuál es tu autoridad final?; porque todos nosotros tenemos conceptos personales de las cosas, tenemos opiniones personales, y aún, tenemos tradiciones que traemos de nuestra familia, de la cultura en la que vivimos y nacimos; pero, ¿estoy dispuesto a poner la Biblia por encima de toda tradición humana?, ¿estoy yo dispuesto a poner la Biblia por encima, aún, de mis propias opiniones?

Cuando yo pienso en las buenas obras, con respecto a Dios, mi corazón tiende a decir: “pero claro que Dios tiene que tomarlas en cuenta”; y “Dios tiene que darme el cielo, porque yo no soy tan malo como otras personas”; eso es lo que mi corazón me dice. Pero ¿qué dice la Biblia?; de hecho, Pablo dice en un momento dado, en Romanos capítulo 3 [vs.4] cuando tu corazón, y la opinión humana está en contra de la Biblia, entonces “sea Dios veraz, y todo hombre mentiroso”. O sea, siempre Dios tiene razón; y Dios dice en su palabra: que la salvación no es por obras, que la salvación no es por llevar a cabo ninguna ceremonia, que la salvación no es por ningún ritual, la salvación es únicamente por Cristo.

Ps. Eduardo: Sugel, pero es más fácil seguir los rituales humanos, inventados por nosotros y las tradiciones, que tener que reconocer que somos pecadores y humillarnos delante de Dios; y que yo no puedo salvarme por mis mismas obras, sino que, hay un solo camino que es a través de Jesucristo; solo que el hombre no quiere humillarse.

Ps. Salvador: Y por momentos están involucrados muchos aspectos, aún emocionales; la Biblia, por ejemplo, dice claramente; hay un cielo, y hay un infierno; un lugar de la morada de Dios, donde pasar la eternidad con Cristo; o la morada de perdición eterna. Pero los religiosos dicen: pero podemos hacer misas o ritos religiosos para sacar a mi muerto del purgatorio, y de esa manera yo también tener la esperanza de pasar la eternidad con esas personas. Hay una involucración emocional, obviamente, todo el mundo quisiera sacar a su ser querido del purgatorio, un lugar que la Biblia no menciona, para que pueda llegar al cielo. ¿Qué decimos?; ellos pueden decir sí, la Biblia dice eso, hay un libro que habla de hacer sacrificio por los muertos, de los libros apócrifos ¿qué podemos decir al respecto?

Ps. Eduardo: ¿Que son los libros apócrifos, Salvador?

Ps. Salvador: (…) Bueno, los libros canónicos, fueron los libros realmente aceptados por la iglesia para formar parte del canon bíblico, son 66 libros, 39 del Antiguo Testamento y 27 del Nuevo Testamento; los libros apócrifos, fueron libros que no fueron considerados, por sus evidencias, tanto internas, lo que tienen escrito en sí mismo, como por las evidencias externas, lo que la iglesia pensaba de esos libros, y lo que esos mismos autores pensaban desde ellos mismos; o sea, los libros bíblicos dicen, “esto es palabra de Dios”, “así dice el Señor”; los libros deuterocanónicos o secundarios, son libros que no hablan diciendo, ”yo estoy escribiendo de parte de Dios”.

Ps. Sugel: De hecho, y para ponerte el mismo ejemplo, y sin abundar mucho en eso; el mismo libro deuterocanónico o apócrifo, que dice lo del sacrificio por los muertos; ese libro termina diciendo [2 Macabeos 15:37-38]: “aquí yo Nicanor, doy por terminado mi relato. Si quedó bien logrado, me sentiré satisfecho. Si fue imperfecto y mediocre, yo hice cuanto pude”. Un autor inspirado por el Espíritu Santo, nunca habla así, es un libro simplemente que los judíos tenían como cualquier literatura de la época, eso se escribió en el siglo II o III antes de Cristo.

Ahora bien, el gran problema de esa declaración y del sentimiento emocional —de aquel que dice, ¡pero mi familiar murió! — es que contradice lo que la Biblia dice. En Hebreos 9:27 dice: “(…) está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio”; eso quiere decir, que después de la muerte ya no hay esperanza, después de la muerte, ya no hay otra opción. De hecho Dante Alighieri, en su famosa “Divina comedia”, una gran obra de la literatura universal, colocó —en la ficción— en las puertas del infierno, un letrero que dice: “entrad por esta puerta, vosotros que ya no tenéis esperanza”; o sea, cuando una persona traspasa el lindero de la eternidad, cuando una persona muere, ya no hay vuelta atrás, ya no hay esperanza; porque está establecido para los hombres que mueran una sola vez —no hay reencarnación, no hay oportunidad posterior— y después de esto el juicio.

Ps. Eduardo: O sea, que, si queremos reconciliarnos con Dios, debe ser ahora, en vida.

Ps. Sugel: Entonces, ¿a quién le vamos a creer?

Otra vez volvemos al punto, de que el problema del religioso, no es solamente el hecho, de que él trata por su propio esfuerzo, de acercarse a Dios, y ganarse el favor de Dios; es que él es su propia autoridad, o tiene una autoridad, que no es la palabra de Dios.

Ps. Salvador: Piensa, lo que está en juego aquí, es muy grande, y traigo el tema precisamente de las misas y demás, por qué en lugar de nosotros decir —como lo hace el Señor en la palabra — “he aquí [ahora] el día de salvación”[2 Co. 6:2], para poner un sentido de urgencia, en los hombres para buscar a Cristo y salvarse, encontrar el perdón de sus pecados; la religión es como una especie de narcótico, donde las personas pasan a estar tranquilas y sosegadas, cuando el riesgo y el peligro al que se exponen, es enorme. Entonces es un chupete de bebes, que nos colocan en la boca para entretenernos, —y el maligno sabe muy bien, cómo entretenernos— para nosotros no creer en el Cristo de la Biblia, y salvar mi alma de la condenación.

Ps. Eduardo: Viene a mi mente, el texto que dice, que: “Hay camino que al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte” [Pr. 14:12]; ellos creen que están haciendo las cosas bien, que van camino al cielo, y van es camino a una condenación eterna.

Ps. Sugel: La sinceridad no salva a nadie, otra vez, una persona puede sinceramente tomarse un veneno, creyendo que está tomando jugo de naranja; la sinceridad no va a eliminar el efecto dañino del veneno. Hay un ejemplo, muy clásico en el Nuevo Testamento, que yo creo que sería bueno traer a colación, para que las personas puedan ver en un ejemplo concreto de carne y hueso, ¿cómo funciona esto de religión o Cristo? Hay un individuo que se llama Nicodemo, y este individuo tiene características muy especiales; en primer lugar, era judío, es decir, que él pertenecía al pueblo de Dios en el Antiguo Testamento, tenía la revelación divina en las manos, la Biblia; en segundo lugar, este individuo no era cualquier judío, era fariseo, y los fariseos eran la secta religiosa más estricta que había en Israel, en los días del Señor, eran personas que trataban de cumplir la ley al pie de la letra, minuciosamente; pero Nicodemo no era cualquier fariseo, Nicodemo era maestro de su religión, en un momento dado, en Juan capítulo 3 [vs.10], el Señor le dice: “¿Eres tú maestro de Israel, y no sabes esto?”, o sea que, Nicodemo era un individuo muy aventajado dentro de los mismos fariseos; y Juan nos dice en el capítulo 3 de su evangelio, que era “un principal entre los judíos [vs.1]”, eso quiere decir, probablemente, que Nicodemo pertenecía al sanedrín, que era como una especie de la suprema corte de justicia de Israel, eran gobernantes, eran personas escogidas por su decencia, por su moral; y por si todo eso fuera poco, Nicodemo tenía una buena opinión de Jesús; en Juan 3:2, Nicodemo le dice: “Señor, sabemos que tú has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con Él.”; así que, aquí tenemos a un individuo, que pertenecía al pueblo de Dios, conocía la palabra, era un religioso, era un maestro de su religión, era un hombre decente y moral, y tenía una buena opinión de Jesús.

Ps. Eduardo: Eran personas ¿verdad?, que guardaban la palabra escrupulosamente [minuciosamente]. ¿Cuantas leyes ellos habían creado? —mandamientos que ellos habían puesto—

Ps. Sugel: 634 mandamientos; para estar seguros de que estaban pulsando los botones correctos a la hora de obedecer a Dios; o sea, ellos no se contentaban con que la Biblia, dice, por ejemplo, “hay que guardar el día de reposo” [Ex. 20:8-11]; ¿y eso que significa?, que comenzaban a anexar y añadirle reglas a ese cuarto mandamiento, que era sencillamente: “guarda un día para el Señor en adoración y reposo”; y ellos comenzaron a decir, bueno, ¿cómo se puede violar ese mandamiento?, y llegaban al colmo, de decir: una mujer no debe mirarse en el espejo en el día de reposo porque puede verse una cana y sentirse tentada a arrancarse esa cana, y eso es un trabajo; no se puede usar dientes postizos en el día de reposo, porque son una carga; le añadieron un montón de mandamientos a la Biblia.

Ahora bien, Nicodemo era ese tipo de hombres; y Cristo le dice: “Nicodemo, tú tienes que entender que el hombre está tan dañado de nacimiento, que, a menos que no nazca de nuevo, no puede entrar en el reino de Dios” [Jn. 3:3]. Eso es lo que la religión no puede producir; tú puedes hacer todas las ceremonias, todas las misas, todos los rituales, todas las buenas obras que tú quieras; pero el problema del daño que está allí, no se resuelve haciendo esas cosas, el hombre está dañado por el pecado y viene dañado. De hecho Cristo le dice a Nicodemo: “Lo que es nacido de la carne, carne es” [Jn. 3:6]; y lo que ese texto significa, en palabras muy simples: el hijo de dos pecadores nace pecador, y tú eres hijo de dos pecadores, tú naciste pecador Nicodemo; tú tienes un problema que no se resuelve con la buena opinión que tu tienes de mí, no se resuelve con hacer rituales, tratar de obedecer la ley; tú tienes que nacer de nuevo, tú tienes que ser engendrado otra vez, y ahora por el Espíritu de Dios; es la única manera; el que no naciere de nuevo no puede entrar en el reino de Dios.

Entonces, eso es como el individuo que va al médico, y el médico le dice: tienes cáncer; y peor, el cáncer ha hecho metástasis en los órganos vitales de tu cuerpo, ¿que tú vas a hacer? — mira, yo voy a comenzar a dar limosnas; — ¡tú no me estás entendiendo!; no importa cuántas limosnas tú des; eso no te va a quitar el cáncer; tú tienes que ser sometido a quimioterapia, tú tienes que ser sometido a una serie de tratamientos, para que puedas atacar el cáncer. La única quimioterapia que puede resolver el cáncer del pecado, con el cual el hombre viene de nacimiento, es el “nuevo nacimiento”, hay que hacerte otra vez, y ese nuevo nacimiento sólo puede hacerlo Dios; yo no puedo hacerme de nuevo, yo no puedo hacer ese milagro de regeneración, eso es una obra del Espíritu Santo.

Ps. Salvador: Pero solamente hay una manera de hacerlo; la gente no puede entender que sea una manera única, tiene que haber algo de diversidad, y es ahí, donde algunos dicen; ¡ah, voy a hablar con la mamá de Cristo!, ella sí es buena y compasiva, ella sí de seguro va a tener piedad de nosotros; y en ese sentido, algunos por eso empiezan, a orar a María, a adorar a María, a hacer ofrendas a María, y [dejan] de buscar por medio de Cristo; que deja un poco mal parado al Señor; porque si están diciendo, que yo puedo ir, a través de la madre para ganarme el favor del Hijo, significa entonces, que la madre es más bondadosa que el Hijo; y entonces ella, que llama a Jesús “su Salvador”, es porque ella misma también tenía pecados; y si tenía pecados, dice la Biblia: “que la paga del pecado es la muerte” [Ro. 6:23]; ella murió, mostrándonos que ella también tenía culpa de su propio pecado personal y necesitaba un Salvador que la limpiara; además de esto, Cristo nunca llamo a los hombres, a creer en María, ni a orar a María; lo vemos continuamente llamando a los hombres hacia sí, ¡venid a mí!, llama a los hombres a creer en Él, en la cruz, a depositar su confianza para salvación en Él, no hay ningún versículo de las escrituras a María.

Ps. Sugel: La Biblia es muy clara, en [afirmar] que sólo Cristo salva; de hecho, ni siquiera la fe salva, ¡yo tengo mucha fe!, el problema es que la fe tampoco salva. En República Dominicana, tenemos el problema de personas que se van en embarcaciones muy débiles, para irse a Puerto Rico y de ahí irse a E.E.U.U. Una persona puede irse en una de estas embarcaciones, y otra persona puede irse a Puerto Rico en avión; este que se va en embarcación, puede tener mucha fe en la barquita en la que se está yendo, y el que se va en el avión está muerto de miedo, porque le tiene miedo a volar, sin embargo el del avión tiene muchísimas más posibilidades de llegar a Puerto Rico, con todo y “su poca fe”, que el otro llegar en la barquita con “su mucha fe”; porque no es la fe lo que importa, es el objeto de la fe, no es la fe la que salva, es Cristo el que salva por medio de la fe; no es la fe, es Cristo el Salvador  por medio de la fe; y la Biblia es bien clara cuando dice: “solamente en Cristo hay salvación [Hch. 4:12]”; Juan 14:6 dice el Señor: “Yo soy el camino”, no uno de los tantos que hay, “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” ;Hechos 4:12 dice, “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos”, excepto Cristo; 1 Timoteo 2:5 dice: “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre”.

Pero de nuevo volvemos al punto ¿cuál es tu fuente de autoridad?

Ps. Salvador: Tengo una pregunta; si está viendo el programa, una persona que cree en su “virgencita”, y ahora mismo dijo: —después de nosotros haber mencionado estas cosas— ¡ay si no, me tocaron a mi virgencita! ¿que tú le dirías?

Ps. Eduardo: Salvador, en el segmento anterior tu preguntabas ¿Qué de aquellas personas que creen, que la virgen puede salvarlos? ¿que de ellos?; Bueno, tienen una fuente de autoridad que no son las escrituras, y a la luz de lo que veíamos, de los textos que tú decías Sugel, de Juan 14:6 que el Señor dice: “Yo soy el camino, —o sea el único camino— y la verdad,— la única verdad— y la vida”; y como dice 1 Timoteo 2:5 “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres”; querer poner, un elemento que no está en las escrituras, para salvación, aparte de Cristo, es muy peligroso; ¿Por qué? por lo que decíamos, hay camino que al hombre le parece derecho, pero es camino de muerte. Entonces yo, o sigo a la religión, viéndola en el sentido de las tradiciones, o sigo a Cristo, y lo que Él dice en su palabra.

Ps. Sugel:  Ahora yo quisiera hacer una aclaración, porque hay personas que pueden estarnos viendo, [y exclamar]; ¡tú ves, ese es el problema!, que esta gente siempre tiene que estar criticando a los demás, hay tanto odio, y tantos problemas religiosos. Nosotros no estamos atacando a ninguna persona, esto no es un ataque es un acto de amor; nosotros estamos diciendo lo que la palabra de Dios enseña, para poder sacar a las personas del error; porque es terrible que una persona vaya dirigiéndose hacia un precipicio, tú lo sepas, la persona no se da cuenta a dónde va a terminar, y tú dices: “yo no lo quiero ofender, yo no lo quiero molestar”; eso sí es un acto de aborrecimiento, el tú ver claramente hacia dónde se dirige la persona. Entonces aquí no estamos hablando “en contra de”, estamos hablando “a favor de”; ¿a favor de que?; estamos hablando, a favor del cristianismo, y estamos hablando a favor de las personas que nos están mirando por internet; porque queremos llevarlos a ellos, a Cristo; para que no sigan confiando en su religiosidad.

Ps. Salvador: Y en ese punto Sugel, me gustaría de verdad, hacer una exhortación en amor, a todos los que nos están viendo, y es que: escudriñemos, leamos, estudiemos en las escrituras, lo que la Biblia tiene que decir, acerca de las cosas que nosotros creemos. Si usted no puede corroborar por las palabras de Cristo, si usted no puede corroborar por las escrituras —la Biblia—; la creencia que usted sostiene, para albergar esperanza, de que al morir usted irá a la gloria; entonces usted tiene que buscar de Dios. Pero no lo asuma, no asuma de que, porque usted escucho eso, y lo practico desde niño, ya eso está bien. Por eso Cristo continuamente estaba instruyendo a los hombres, advirtiendo a los hombres, hay un peligro muy grande en asumir las cosas que no son enseñadas por Dios, porque lo que está en juego es, vida o muerte, es eternidad de salvación o condenación.

Ps. Sugel: Y, sobre todo, tomando en cuenta, que todos los grupos mayoritarios dentro del Cristianismo, tenemos un punto en común, todos creemos que la Biblia es la palabra de Dios; ahí estamos todos de acuerdo. Entonces, si la Biblia es la palabra de Dios, lo que estamos es invitando a las personas que nos están mirando, es: no le crean a Salvador, a Eduardo o a Sugel Michelén, créanle a la Biblia, ve a la escritura directamente, y verifica lo que está allí. Hay una escena en el libro de los Hechos, cuando el apóstol Pablo va a un lugar que se llama Berea, a predicar el evangelio, y el autor de los Hechos que es Lucas el médico, Lucas hace un comentario, diciendo que esas personas de Berea eran más nobles que los de Tesalónica, porque ellos escudriñaban cada día las escrituras, para ver si lo que Pablo decía era así [Hch. 17:11]. Y nuestra invitación es, no nos creas a nosotros, ve a la escritura, mírala por ti mismo, escudriña la palabra de Dios, y busca la respuesta allí.

Ps. Eduardo: Nosotros hemos visto en estos dos segmentos, en estas dos secciones, que la religión no puede resolver el problema fundamental del hombre, que es: ser reconciliado con Dios; y hemos visto también, que, para ser reconciliados con Dios, debe ser a través de Jesucristo; eso es lo que nos enseña la palabra de Dios; y hemos exhortado a aquellas personas en amor, que nos escuchan, que nos ven, a que escudriñen en las escrituras, como tú estabas diciendo.

Yo lo que quiero ahora, es que hablemos, de ¿qué hizo Jesucristo para salvarme? y ¿cómo yo me apropió de esa obra que Él hizo a mi favor?

Ps. Sugel: Cristo es el único Salvador posible, por varias razones; en primer lugar, porque sólo Él es Dios hecho hombre, y no hay nadie que pueda hacer lo que Él hizo por su persona misma, Él es Dios hecho hombre; lo grandioso del Cristianismo, es que la salvación no se obtiene por lo que el hombre puede hacer, sino por lo que ya Dios hizo, solo Dios podía resolver el problema; y Dios vino al mundo como hombre, a resolver el problema en la persona de nuestro Señor Jesucristo; Cristo es la segunda persona de la trinidad, que se hace hombre; y ¿porque se hace hombre? ¿acaso vino Cristo para darnos un ejemplo, mostrarnos cómo debemos vivir, como debemos amar al prójimo?; No. Él hace todo eso, porque Él es un ejemplo a seguir, pero la razón por la que Cristo viene, es porque, la paga del pecado es la muerte; el hombre tiene una deuda infinita con Dios, que solo un ser infinito podría pagar; el problema es que el único ser de valor infinito, es Dios mismo; y Dios no puede morir. Entonces, ¿que hizo Dios?; se hizo hombre; y cuando Cristo muere en la cruz del calvario, es la muerte de un ser, que tiene un valor infinito, que está pagando por nuestros pecados, por los pecados de aquellos a quienes Él vino a salvar.

Entonces, en primer lugar, solo Cristo salva, porque solo Cristo es Dios hecho hombre, nadie tiene esa característica; pero, en segundo lugar, solo Cristo salva, porque solo Él murió en la cruz por nuestros pecados, solo Él murió en la cruz como nuestro sustituto. ¿Porque Cristo tenía que morir en la cruz?; porque nosotros hemos violado la ley, y la Biblia dice: que estamos bajo la maldición de Dios, bajo el castigo de Dios, bajo la ira de Dios, por causa de nuestros pecados; y la Ley decía: “maldito todo aquel que es colgado en un madero”; entonces Cristo no podía morir por apedreamiento, no podía morir en una horca, Él tenía que morir en el madero, Él tenía que morir en la cruz, para hacerse maldición por nosotros. Así que en segundo lugar sólo Cristo puede ser el Salvador; porque solo Él se hizo maldición, al morir por nosotros en la cruz. En tercer lugar, sólo Cristo puede ser el Salvador, porque solo Él resucitó; Jesucristo se levantó de la tumba, y eso hace el Cristianismo algo completamente distinto a cualquier otra religión del mundo; Mahoma, no resucitó; Confucio, no resucitó; Lao Tse, no resucitó; nosotros podemos buscar cualquier religión del mundo, y sus adeptos pueden seguir las enseñanzas de ese líder religioso, pero ellos no pueden decir: “mi redentor está vivo”; El cristiano sí. Porque Cristo murió, se levantó de la tumba al tercer día y ascendió a los cielos, y está sentado a la diestra de Dios.

Entonces solo Cristo salva, por esas características que acabamos de mencionar, no hay salvación fuera del Señor.

Ps. Salvador: Algunos lamentablemente, dicen verbalmente: “solo Cristo salva; pero, debemos hacer buenas obras, hacer rituales”. Entonces, no es tanto, un “solo Cristo salva”; es, “Cristo más muchas otras cosas más”. Y ahí radica el problema, yo creo que el apóstol Pablo nos dejó un ejemplo ideal, de ¿que debe ocurrir con el religioso, para abrazar a ese solo Cristo? —porque de Él es que viene a la salvación—; dice el Señor, “yo vine a buscar y a salvar lo que se había perdido” [Lc. 19:10]; —¡Ah, sí, a la gente mala! — No, a todos nosotros. Vine a buscar y a rescatar de la humanidad a los pecadores; y yo vine a pagar el precio de vida en la cruz del calvario. La culpa que nosotros todos tenemos, Él asumió la culpa, y pagó el precio, para que nosotros pudiéramos tener el perdón de nuestros pecados; es clave aquí. Ahora, el apóstol Pablo, —si había alguien, que podía enorgullecerse por ser rígido en su religión, apegado a las leyes del Antiguo Testamento; no estamos hablando ni siquiera de documentos extra bíblicos; a las leyes del Antiguo Testamento; era el apóstol Pablo — el mismo dice: “yo era superior a los religiosos de mi época” [Gá. 1:14]; y sin embargo leemos en Filipenses capítulo 3 [vs. 8-9], que él llegó a considerar como basura todos sus esfuerzos humanos, y su vida ejemplar como fariseo y judío; dice, “con tal, de yo ganar a Cristo y de poder verme hallado en su justicia”; porque él vio que, de su propia justicia, de su buen obrar, de sus ceremonias, y de sus errores religiosos, no le iba a llevar a ningún lado; y ahora estaba confiando solamente, en la justicia de Jesús, la vida perfecta de Jesús.

Su muerte es vital; —como tú decías Sugel. — Pero su vida también; su vida perfecta, es precisamente, lo que Dios pone en cuenta en nuestra hora, y cuando aquel que cree en Jesús, y abraza a Jesús, recibe esa cuenta; ahora es visto por Dios el padre, como un justo. Los injustos son tomados en cuenta, como justos, por esa justicia con la que Cristo vivió, mientras era hombre aquí en la tierra; y ahora esa justicia, nos hace ver a nosotros, como absueltos en la justicia divina; de culpables a absueltos, porque Cristo pasó de inocente a culpable por nosotros en la cruz.

Ps. Sugel: Para ponerlo en un lenguaje más sencillo; para llegar al cielo, tú tienes que ser tan justo como Dios, porque Dios no puede rebajar sus estándares, y no lo somos. Nadie puede alcanzar eso, por más buenas obras que tú hagas; pero todo el mundo sabe eso en el fondo, la gente siempre dice: “nadie es perfecto”, las personas saben que sus pecados cometen. Para llegar al cielo hay que ser tan justo como Dios, y la única manera, en poder llegar a alcanzar esa justicia, es si Dios se la regala, y eso es lo que el Cristianismo anuncia, y es de hecho una prueba de la inspiración de la Biblia. Porque esa religión —si lo podemos llamar así ahora, al final de este programa— no se la hubiera podido inventar el hombre jamás, porque es contra intuitiva, dice alguien, es contra mi intuición. Mi intuición me dice, si yo hago lo bueno, yo obtengo lo bueno; si hago lo malo, yo soy castigado. El Cristianismo te dice: no importa lo que tú trates de hacer, eres pecador, y no puedes llegar a alcanzar la justicia de Dios, a menos que Él te la regale; esa justicia la tiene Cristo, Él obedeció la ley de Dios y obedeció a su padre, desde la cuna, hasta la tumba, Cristo nunca peco; Él es el Justo.

Cuando Cristo viene a la tierra, cumple la Ley de Dios, y luego muere como un criminal; lo que Él estaba haciendo, era lo siguiente: Él estaba viviendo la vida de justicia que yo no podía vivir, y luego muriendo en la cruz, la muerte que yo merecía morir, para que todo aquel, que en Él cree, no se pierda, más tenga vida eterna. Pablo dice, en 2 Corintios 5:21 “Al que no conoció pecado, — nunca hizo pecado— por nosotros —Dios a Él lo trató como un pecador— Dios lo hizo pecado, para que ahora nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en Él”. O sea, es la justicia de Dios, que yo tengo por estar en Cristo; es mi unión con Cristo lo que me salva, y esa unión viene por medio de la fe.

Ps. Salvador: El orgullo religioso, es algo aquí, que pone en serio peligro las almas de los hombres. Una persona puede haber escuchado esta explicación del evangelio, y como quiere albergar en su corazón: ¡pero es que es que yo no voy a dejar mi religión!; o su apego a los familiares, o el temor a lo que dirán sus familiares, o sus amigos. — ¡yo no puedo dejar mi religión! —Mi amigo, ama a Cristo, aférrate a Cristo, Él es lo primero, y al final de cuentas, con quien tú tendrás que verte en la eternidad; de manera que toma la decisión de corazón, de no vivir para tu religión, sino para Jesús; aférrate en el único que te puede salvar de todos tus pecados, y darte vida eterna; porque la religión no lo hará.

Ps. Sugel: Ahora (…) ya para terminar aquí (…) ¿cómo yo me aferro a Cristo? Con el arrepentimiento y la fe. O sea, yo tengo que arrepentirme de mis pecados, yo tengo que reconocer que soy pecador, yo tengo que reconocer que merezco la justa condenación de Dios por mis pecados, pero confiar únicamente en la persona y la obra del Señor Jesucristo. La Biblia dice, que el que hace eso, será salvo.

Ps. Eduardo: Para finalizar el programa, yo quiero que ustedes me establezcan, claramente, ¿cuál es la diferencia entre un religioso y un cristiano?

Ps. Sugel: Habíamos hablado, a lo largo de todo el programa; que el religioso, es aquel que hace algo para tratar de ganar el favor de Dios, y está confiado en sus propios criterios, o los criterios de su iglesia, o los criterios de su tradición. El cristiano, es una persona que ha entendido, que sólo la Biblia es la palabra de Dios, el cristiano es una persona que ha entendido que es pecador, que ha entendido que merece la condenación de Dios; y no confía en absoluto, ni en su iglesia, ni en sus tradiciones, ni en sus ceremonias, ni es sus ritos, ni en sus buenas obras; él confía únicamente en la vida perfecta de Cristo, su muerte en la cruz, y su resurrección. Cristo y solo Cristo; eso es un cristiano. Por eso, cuando una persona dice: “mira yo soy cristiano desde chiquito, desde que yo nací”; ya esa persona, no lo es; porque lo primero, el punto de partida para llegar a ser cristiano, es reconocer que somos pecadores.

Ps. Salvador: O sea, que lo más importante, no es ser parte de un movimiento, no es pertenecer a una religión organizada; lo más importante es abrazar a Cristo, por medio de la fe y el arrepentimiento; y es en ese sentido, que esta vida, es el tiempo que Dios nos da, para conscientemente, entender, que somos pecadores delante de Dios, y entender que Cristo es la respuesta que Dios da, la solución que Dios brinda para que el hombre se salve; Él es el Salvador,  porque necesitamos que alguien nos rescate del estado de perdición en que nos encontramos; y si morimos en ese estado, nos perderemos eternamente y para siempre. Es por esto, que algunos apelan a esa historia, —que tú hacías referencia con los ladrones en la cruz,— para mostrar que sólo uno, en toda la Biblia, se salvó así, al final de sus días; para que no presumamos que podemos vivir como queramos toda nuestra vida entera, y luego al final, pensar que vamos a tener siempre la oportunidad de arrepentirnos y salvarnos; porque muchos mueren en accidentes, o en estados de enfermedad, que les impiden aún razonar y pensar bien tranquilos; no lo dejes para el tiempo final de tu vida, para los tiempos de agonía de tu muerte; resuelve tu problema con Dios, mientras tú tienes condición mental, mientras tú puedas asumir que eres pecador delante de Dios, porque es la única manera, a través de Jesucristo.

Ps. Eduardo: ¿cuál es tu condición? ¿eres tú un religioso o eres un cristiano? ¿alguien que está confiando en Cristo, y sólo en Cristo para salvación?

Gracias por haber estado con nosotros en su programa: “Entendiendo los Tiempos”.


lunes, 20 de abril de 2020

La Bondad de Dios en tiempos de Pandemia | Cap#40 | Entendiendo Los Tiempos | T3 [Transcripción]






Integrantes:

  • -        Eduardo Saladín (anfitrión)
  • -        Sugel Michelén
  • -        Salvador Gómez


Ps. Eduardo: Si Dios es bueno, ¿por qué hay sufrimiento en el mundo? según la firma encuestadora Barna, esta es una de las preguntas principales que las personas se hacen, y si pudieran, es una de las preguntas que quisieran hacerle a Dios. Y ese es el tema que estaremos tratando en este día: “La Bondad de Dios en Tiempos de Pandemia”, y tenemos con nosotros a Salvador y Sugel quienes están en streaming desde sus hogares ¿cómo están ustedes?, ¿cómo es esa experiencia del streaming?

Ps. Salvador: Bueno es un poco distinto a lo que hemos estado acostumbrados a hacer, no tenemos el tipo de relación, que previó a un programa, normalmente tenemos entre nosotros, pero uno a todo se acostumbra y estamos aquí dando los pasos para poder llegar a los que nos escuchan y nos ven regularmente, las palabras de apoyo de aprecio siempre nos estimulan y nos animan, que a pesar de este formato y de estos días difíciles nos ayudan a seguir adelante.

Ps. Eduardo: Salvador antes que Sugel hable, déjame decirte, que ese fondo de biblioteca se ve muy bien, pero no hace honor a tu biblioteca que es como cinco veces ese tamaño y no está tan organizada como está esa.

Ps. Sugel: Bueno no deja de ser una experiencia extraña ¿verdad? pero no dejó de darle gracias al Señor, que permite que el hombre pueda crear cosas como estas, para que podamos estar cerca estando lejos, y en ese sentido hemos podido en estos días usar la tecnología para tratar de llegar a cuantas más personas uno pueda, seguir pastoreando la iglesia sobre todas las cosas, estando cerca de los hermanos, pero no podemos negar, ya verdad, parte de lo del programa y la edificación, que en estos días, por lo menos en mi caso y me imagino que ustedes también yo padezco de hijitis aguda, deseando estar con mis hijos abrazarlos, con mis nietos besarlos, bueno yo creo que nunca en mi vida había extrañado tanto la cercanía física en ese sentido que ahora.

Ps. Eduardo: Es así, porque tú te has recluido al 100% y tus hijos están lejos ¿verdad?

Ps. Sugel: Bueno, ¡casi al 100%!, hay cositas que uno tiene que hacer aquí y allá, tengo que ir a la iglesia el domingo a predicar; pero si, ciertamente tengo dos nietos aquí, una hija y un hijo, pero tú sabes que hay otra que está bien lejos en medio oriente, y que la íbamos a visitar desde antes que empezara toda esta pandemia, pero el Señor tiene sus planes y siempre son mejores que los nuestros.

Ps. Eduardo: ¡Amen! como yo decía al principio muchas personas se cuestionan la bondad de Dios cuando ven el sufrimiento, cuando ven todo lo que está pasando a nivel mundial, tantas familias que han perdido a sus seres queridos y los han perdido y no han podido ni siquiera verlos muchos de ellos o darles una sepultura apropiada conforme a nuestras costumbres, y se cuestionan ¿Dónde está Dios y su bondad?, ¿Qué dice la Biblia con respecto a esto?

Ps. Sugel: Bueno yo creo que una de las cosas que no debemos hacer en estos días de ninguna manera es: “minimizar el sufrimiento”, nosotros vivimos en un mundo caído, la realidad del dolor es muy latente, no porque haya una pandemia, la realidad del dolor está ahí todo el tiempo, y en ese sentido de verdad yo creo Eduardo y Salvador que una de las cosas que los cristianos no debemos de ninguna manera hacer es: “meter la cabeza en un hoyo y negar la realidad de que en este mundo se sufre mucho”; y pensando en estos días en el hecho de personas que han perdido seres queridos y no han podido tener cerca amigos, familiares, que le den el consuelo que sus almas necesitan, y que han tenido que enterrarlos solos; es tan triste todo esto que está pasando entonces, que no quisiera comenzar hablando primariamente de la bondad de Dios, sin antes, reconocer la realidad de que el dolor duele y de que aún el hecho de que nosotros seamos cristianos y podamos poner el dolor en perspectiva, no quita la realidad de las dificultades y problemas por la que estamos atravesando en este momento.

Ps. Eduardo: Pero es bueno saber, cómo tú decías, que lo que ocurre en nuestras vidas tiene un propósito y si es conforme a la bondad de Dios, como vamos a ver, es un propósito bueno, porque Dios está obrando, llevándonos a un fin en ese sentido. Yo quiero preguntarles a ustedes: ¿Qué dice la Biblia acerca de la bondad de Dios?, ¿Qué es la bondad de Dios?, ¿Cómo yo sé que Dios es bueno?

Ps. Salvador: Una de las dificultades que plantea el sufrimiento, es precisamente la respuesta que damos a: ¿Quién es Dios?, ¿Cómo es Él? y ¿Qué es lo que Él hace?; Es como cuando nosotros hablamos de: ¿Cómo la luz solar o el calor del sol puede endurecer o ablandar? si estamos hablando de barro o de cera; Lo mismo ocurre con el alma humana, el alma humana puede pensar reaccionar de Dios ante el sufrimiento, de una manera piadosa, correcta, humilde, o puede responder de una forma más soberbia, endurecida, y es el tipo de cosas con el que tenemos que tener cuidado al responder ¿Quién es Dios?, ¿Cómo es Él? por qué nosotros no tenemos la libertad de escoger definir a Dios, Dios es quien Él es, y Él es quien se ha dado a conocer al hombre, y se ha dado a conocer al hombre de múltiples maneras, incluyendo su creación y su palabra, la biblia, que tenemos en nuestras manos para poder saber ¿Quién Él es? Él tiene que decirnos ¿Cómo Él es?

El hombre piensa que puede crear, fabricar un Dios a su antojo, a su conveniencia, o simplemente que le acomode, pero Dios no es la suma de las ideas que las personas tienen acerca de Él, nosotros no creamos a Dios, Él es: quien Él es, y solo le podemos conocer como Él se revela, y Él mismo dice que Él es bueno, dice en el libro de Hechos capítulo 14 [vs. 17] que, “Él no dejó de dar testimonio de sí mismo, haciendo bien y dándonos lluvias del cielo y estaciones fructíferas, llenando nuestros corazones de sustento y de alegría”, Él ha hablado acerca de sí, y dice que una de las cosas que Él hace, es hacer bien y lo hace porque Él es bueno, y cuando menciona las lluvias que nos da, cuando menciona la regularidad de las estaciones, son una muestra de su amor y de su bondad para con el hombre, Él hace bien, Él es bueno y porque Él es bueno, hace bien y busca el bien, de sus criaturas y de los suyos.

Ps. Eduardo: A la luz de lo que Salvador dice Sugel, cada cabeza es un mundo y si hay en el universo seis mil y pico de millones de habitantes, lo primero que tenemos que ver es quitarnos esas ideas erróneas que podemos tener de Dios, de su bondad y de todos sus atributos; entonces ir a la Escritura para ver ¿Como Dios se revela a nosotros? y ¿Cómo se manifiesta esa bondad?

Ps. Sugel: Yo creo que Salvador dio en el clavo cuando él decía: nosotros no podemos conocer a nadie, ni siquiera a un ser humano, a menos que ese ser humano no se nos revele de alguna manera, y usualmente conocemos a las personas a través de lo que hablan, pero también, a través de lo que hacen, a veces hay personas que hablan muy bonito, pero sus acciones niegan lo que ellos dicen de sí mismos ¿verdad?

En el caso de Dios nosotros sabemos quién Él es, porque Él se ha revelado en su palabra, pero Él también se revela en sus obras, y al hablar de sus obras, yo creo que es importante que nosotros aislamos tres cosas, que no podemos aislar en realidad, simplemente para que podamos verlas cada una por separado: su creación, su providencia, que es el cuidado que Él tiene de lo que Él creó, y en tercer lugar, la obra de redención en Cristo para salvar a pecadores culpables. Y yo creo que si tú tomas la palabra de Dios, verdad, lo que Dios dice de sí mismo, la palabra de Dios dice: “Que Él es bueno y bienhechor”, o sea, Él es bueno y hace bien; pero también tú contemplas la manera como Dios hizo el mundo, como Dios continúa gobernando el mundo, como citaba Salvador en ese texto de Hechos [14:17]: “dando lluvia a su tiempo, dice, tiempo fructífero” y [Mt. 5:45]Él hace salir su sol sobre malos y buenos, y hace llover sobre justos e injustos”, ahí está la providencia divina cuidando criaturas rebeldes que se han rebelado contra Él.

Yo no me imagino lo que debe ser para mí, si una persona, que yo sé que me odia con todas las fuerzas de su corazón, y si pudiera verme muerto, me matarían en un segundo, y sin embargo yo no me imagino a mí mismo dedicado por entero los 365 días del año a hacerle bien a una persona así, sin embargo, Dios hace bien, a través de su providencia, a millones y millones de personas que le dan la espalda, que lo aborrecen, que no quieren saber de sus mandamientos.

Ps. Eduardo: Aún como tú dices en esa creación Sugel, si no se mantuviese el equilibrio y el sol estuviera un poco más cerca, y sus rayos, nosotros nos carbonizaríamos, y si estuviera más lejos, entonces fuera un invierno continuo, eso es parte de la bondad de Dios en su creación y en su providencia manteniéndola.

Ps. Sugel: Hay algo que se llama la “Ley Antrópica”, que es: el hecho de que, aún los científicos reconocen, que este mundo parece estar regido por una ley que es favorable al hombre, o sea, como tú decías: el sol está a la distancia apropiada; el planeta gira en la inclinación correcta para que haya cuatro estaciones; cuando el hielo se congela flota en vez de bajar a los mares y los ríos y va a aplastar toda la vida marina y toda la vida acuática, o sea, parecería ¿verdad? que este mundo fue diseñado, para que el hombre pudiera vivir aquí, y para que la vida fuera posible aquí; claro, nosotros sabemos que no es una ley, una ley… ¿cómo se llama esto? Impersonal, nosotros sabemos que: esa es la forma en que los científicos hablan acerca de la “providencia divina”, para no tener que reconocer ¿verdad? que Dios está cuidando su creación, ellos le llaman: la ley de la gravedad; la ley antrópica; pero no son más que las actuaciones de Dios para beneficiar a un mundo que no lo ama.

Ps. Eduardo: Ahora el hombre no ve esas cosas Sugel, el hombre solamente ve las cosas catastróficas que le pasan, porque pocas veces nosotros damos gracias a Dios: por el sol, por el alimento, por todas las cosas que Él nos da, que hace salir su sol sobre malos y buenos.

Tú decías: que Dios es bueno, eso lo vemos en la creación, eso lo vemos en la providencia y dijiste un tercer punto que no me acuerdo ¿cuál fue?

Ps. Sugel: Bueno, la redención del hombre, es una actuación de Dios, nosotros tenemos en la biblia lo que dice acerca de Cristo, en realidad esa fue una forma en que Dios actuó a favor del hombre, para poder tener una salida, un plan de salvación, para que pecadores culpables pudieran ser absueltos en su tribunal.

Ps. Eduardo: Salvador te oigo muy callado hablando de la bondad de Dios y yo sé que tú dominas muy bien ese tema, que tú nos dirías, de ese Dios que obra en la creación, ese Dios que obra en la providencia y en la redención también.

Ps. Salvador: Insistiendo en el punto de ¿Cómo Él mismo se da a conocer?, es bueno recordar un texto, como aquella ocasión en que Moisés le pidió a Dios que le mostrara su gloria, esto está en Éxodo 33 y 34 [Ex. 33:18-19], y Dios le responde a Moisés ante esa solicitud y le dice: yo no te voy a hacer pasar toda mi gloria, “yo haré pasar toda mi bondad delante de ti,…”, y dice: “…y voy a proclamar el nombre del Señor delante de ti;…”; y entonces hace una aclaración, que llama muchísimo la atención, “…y tendré misericordia del que tendré misericordia, y tendré compasión de quien tendré compasión.”; o sea, Dios cuando se da a conocer, lo que hace es: mostrar su bondad, por un lado, o sea, parece que, Dios entiende que es un aspecto crucial que el hombre comprenda, y que es un aspecto crucial de su gloria; ahora Él dice: que su bondad se hace conocer también, por lo que Él hace a favor del hombre, porque Él tiene misericordia, y Él tiene compasión, y lo muestra hacia ciertas personas, y en ese aspecto Dios es soberano, aún en la forma en que Él dispensa su bondad.

Nosotros podemos, a veces, hablar en términos de “yo no merezco lo que me está pasando” o “Yo, una persona que ha hecho tanto bien”, o que ha sido “un hombre tan bueno”, “una mujer tan buena”, ¿Cómo es posible que a mí me pase lo que me está pasando?, pero es bueno ver a Dios introducir el tema de su bondad y hacerlo en el contexto de que Él es soberano en la forma en que dispensa esa bondad, de forma que el hombre no sea un soberbio, que exija la bondad de Dios como un derecho, sino que, suplique la misericordia de Dios para recibir esos favores, esa misericordia; porque, la verdad es, Eduardo y Sugel, que si hay algo que nosotros merecemos como pecadores es: La ira de Dios y La condenación de Dios [Ro. 5: 8-11][Jn. 3:36][Ef. 2:1-5]; y sin embargo aun siendo nosotros sus enemigos, aun los que hoy son creyentes, aun cuando nosotros éramos sus enemigos, y lo hace todavía para los que hoy son sus enemigos, Dios hace salir su sol, Dios hace llover, Dios provee alimento, esos son muestras de la bondad de Dios para con toda su creación. Ahora Él retiene u ofrece esa bondad de múltiples maneras como Él quiere, para la alabanza de la gloria de su gracia; y es en ese aspecto que yo creo, que nosotros nos tapamos nuestros ojos, para no ver la realidad de la bondad de Dios y postrarnos ante la maravilla de su misericordia, de su compasión.

Ps. Eduardo: Muchos se pueden estar haciendo la pregunta de qué ¡Okey, Dios es bueno! y yo disfruto de esas bondades, pero tan pronto dejó de disfrutar de esas bondades me estoy quejando contra Dios, estoy murmurando contra Él, ¿A qué se debe esto? que el hombre no reconoce la bondad de Dios, si Él día a día nos colma de beneficios, y desde que ocurre un incidente que consideramos negativo en nuestras vidas, ya inmediatamente nos estamos quejando, ¿Qué es lo que pasa?

Ps. Sugel: Yo creo Eduardo, que Salvador dio en el clavo ahorita cuando uso la palabra: “el hombre cree que merece”, cuando yo creo que yo soy merecedor de todo lo bueno, me voy a endurecer cada vez que reciba algo que no sea conforme a lo que yo creo que merezco; si yo de verdad creyera que soy pecador, y que merezco la condenación del infierno, yo voy a sorprenderme cada día de lo bien, que tanto Dios, como los hombres me tratan, yo debería sorprenderme cada día de que la gente me trate bien, y sobre todas las cosas, de que Dios me trate bien, porque yo no merezco ser tratado bien.

Ps. Eduardo: Sugel déjame interrumpirte para decirte algo: ¿Por qué tú dices que yo soy pecador? si yo soy bueno, si yo hago buenas obras, si yo no hago mal a nadie, si yo no soy como esos criminales que andan por ahí, si yo estoy trabajando para levantar a mi familia decentemente, ¿de donde tú partes para decir eso, Sugel?

Ps. Sugel: Te voy a responder con una expresión que usa Jesús en Mateo Capítulo 7 [vs. 11] dice el Señor: “(…) si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que se la pidan (…)?; Fíjate lo que el Señor dice: “ustedes son gente mala que hacen cosas buenas”; el hombre se ve más bien como un ser bueno, que de vez en cuando hace cosas malas, porque después de todo, ¡nadie es perfecto!; pero eso no es lo que la biblia dice acerca de nosotros; nosotros somos gente mala, esencialmente mala, que de vez en cuando hacemos cosas buenas.

Ps. Eduardo: Tantas personas sacrificadas, sirviendo al prójimo, entregando sus vidas por los demás, y aun en tiempos como este, entonces tú dices: “que todos nosotros somos malos”.

Ps. Sugel: Todos somos malos, dice la biblia; porque todos nos quedamos cortos de alcanzar la gloria de Dios, ¿qué significa eso?, nosotros fuimos creados para mostrar la gloria de Dios, para glorificar a Dios en todo lo que hacemos.

Ps. Eduardo: Y ¿qué pasó entonces? eso no es lo que yo veo en el mundo.

Ps. Sugel: Que el hombre es un ladrón de gloria o sea el hombre quiere la gloria para sí mismo; yo usaba en estos días una ilustración que escuché de alguien, no es original, que: “nosotros somos como un individuo que se acaba de robar un carro, pero ahora quiere respetar las leyes de tránsito”, o sea, yo me paro en un semáforo en rojo, respeto las leyes de velocidad en la carretera, pero es, que ya yo soy un transgresor, no importa lo que yo haga, porque yo ando en el carro que me robe.
Nosotros nos robamos la vida que Dios nos dio para su gloria, nos la robamos para nuestra gloria, y aun cuando los hombres a veces hacen cosas buenas, las hacen por su propia reputación, la hacen para su propia fama, para su propio beneficio.

Ps. Eduardo: Sugel, tú estás diciendo que: cuando uno hace algo bueno, ¿lo hace por la motivación incorrecta? (…)

Ps. Eduardo: Sugel, en el segmento anterior tú decías algo que no todo el mundo va a entender, que aún, aquellas personas que hacen buenas obras, si no la hacen para la obra de Dios, la hacen con la motivación incorrecta, explícanos eso.

Ps. Sugel: Dice el Señor en Mateo 5 [vss. 13-14] que: “nosotros somos [los cristianos] la sal de la tierra y la luz del mundo” y dice [Mt. 5:16]: “Así alumbre vuestra luz, para que los hombres vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro padre que esta en los cielos”. La biblia llama una buena obra, aquella que es hecha, según los parámetros de Dios y para la gloria de Dios. Entonces yo puedo hacer un bien, que es un bien en sí mismo, pero al yo no tener una buena motivación de que Dios reciba la gloria por ese bien que estoy haciendo, como quiera, a mí no se me cuenta como bondad, sino que se me cuenta como pecado. Por eso es que en Isaías [Is. 64:6] dice: “que aún nuestras obras de justicia son como un trapo de inmundicia delante de Dios”, ¡nuestras obras de justicia! imagínate las obras injustas entonces; vuelvo y repito: el hombre es pecador porque se ha quedado corto de alcanzar la gloria de Dios; y por otro lado la biblia dice: que cada vez que el hombre viola uno de los mandamientos de Dios, violó la ley completa, porque la ley es como una cadena, si rompes un eslabón dañaste la cadena completa, o sea, que no fue una mentirita blanca, lo que tú hiciste fue violar la ley y atentar contra el soberano del universo, con cada pecado que cometes.

Ps. Eduardo: Sugel, si yo ayudo a una persona que está enferma, y quiero ¿verdad? conseguirle medicina, llevarlo al médico, hacerle un bien, si no lo hago para la gloria de Dios ¿entonces qué?, explícame eso con más detalle, en ese caso específico ¿cuál debe ser mi motivación?

Ps. Sugel: ¡Okey!, mira yo creo que: “es mejor hacer el bien que hacer el mal”, evidentemente, pero lo que respecta a la justicia divina, y nuestra condición de pecadores, esas obras de bondad no cuentan para que Dios me regale el cielo, yo no me voy a ganar el cielo haciendo estas cosas.

Nuestras buenas obras en el sentido de la salvación, relativamente son buenas, porque vuelvo y repito: “es mejor tratar de conseguirle medicina a un enfermo que robársela”, es mil veces mejor, es mejor, ser un buen padre, responsable, que ser un padre irresponsable, y malo, y abusivo. Pero en lo que respecta a mi salvación en la presencia de Dios, mis buenas obras son: “como dinero de monopolio”, yo puedo ir al banco con un millón de dólares en dinero de monopolio, y me van a llamar, no al gerente del banco por esa buena contribución que estoy haciendo, sino que van a llamar un psiquiatra, porque esa “moneda” no se maneja en el reino de los cielos: “las buenas obras”, la única obra que se maneja, la única moneda que se maneja en el reino de los cielos es: LA JUSTICIA PERFECTA DE JESÚS.

Ps. Eduardo: Salvador entonces ¿cómo yo obtengo esa justicia que enseña la biblia, de la cual hablaba Sugel?

Ps. Salvador: Ahí es donde nosotros entramos a lo que se ha llamado en teología: “la doctrina de la justificación por la fe”, que no es una forma de Dios “hacernos justos”, sino una forma de “declararnos justos” en su tribunal santo, o sea, todos nosotros vamos a comparecer ante su juicio, todos nosotros vamos a dar cuenta de nuestra vida aquí en la tierra, y qué hicimos de manera específica con su hijo Jesucristo. La manera del hombre de ser salvo ante su presencia, no es tratando de convencer a Dios de que él es todo lo bueno que él puede ser, la manera de nosotros realmente comparecer y pasar la prueba de su justicia es: si nosotros realmente estamos representados por el mejor abogado de todos en el universo que es Jesucristo; Jesucristo tiene que venir a ser quien ocupe mi lugar con su justicia, para que esa justicia se acepta en la presencia de Dios.

En otras palabras, una persona pueda sacar, en términos de puntuación de unas notas escolares, puede sacar un 50, puede otro tener un 75, otro puede tener un 90, pero para Dios, aunque yo tenga un 99, si no tengo el 100 yo me quemé y no pase; eso en cuanto a la justicia de Dios. Para yo poder ser salvo y tener una eternidad con Jesucristo, yo tengo que tener un 100 en mi nota, y el único que ha sacado 100, en las notas celestiales, es Jesucristo; y la manera como yo me apropio de ese 100 de Jesucristo es lo que la biblia llama la “justificación por la fe”, es yo creyendo únicamente en lo que Jesucristo hizo en vida, viviendo una vida de obediencia perfecta, y en la cruz pagando por los pecados con los que yo viole la ley de Dios. De manera que yo tengo que dejar de confiar en mí mismo, dejar de confiar en la manera personal, propia, de yo ganarme por mi esfuerzo la salvación, y confiar únicamente en Jesucristo para la salvación de mi alma, eso es, yo poder ser justificado por la fe en la presencia de Dios.

Ps. Eduardo: Y entonces ¿Qué pasa cuando una persona es justificada por la fe?, ¿Cómo ve a Dios?, ¿Cómo ve su bondad? y ¿Cómo enfrenta ese sufrimiento?

Ps. Salvador: Bueno ahí entra otro aspecto de la vida cristiana o de la de la salvación, y es que Dios no solamente hace un acto legal de declararme justo, sino que, Dios también hace una obra de renovación o de regeneración, en la vida de aquellos que Él salva; En otras palabras, Dios nos transforma y ya no somos los mismos, Dios no nos deja igual, y donde había una inclinación para yo robarme la gloria de Dios, como explicaba Sugel hace un momento, donde aún la motivación con que hago lo bueno, es para mi propia gloria, ahora hay una posibilidad de yo hacer las cosas para la gloria de Dios; yo antes no podía dejar de pecar, pero ahora en Cristo yo puedo vivir para la gloria de Dios, y es ahí, donde entra la diferencia, en como yo, aún veo a Dios, me veo a mí mismo, y veo a los demás, su ley, etcétera, de otra manera, y el Dios de bondad que antes yo quería usar como un genio de lámpara de Aladino, para simplemente mi conveniencia, ahora empiezo a ver a Dios como un “Dios soberano”, a quien yo le debo entregar toda mi vida, y que no es objeto de mis cuestionamientos, sino que yo debo someterme a su voluntad, y lo hago de una manera alegre y gozosa, porque sé que es lo que me conviene y es para mi bien.

Ps. Eduardo: Pero muchas veces cuando vienen situaciones aflictivas a mi vida, siendo a un creyente, yo murmuró con la contra la bondad de Dios… ¿Sugel y entonces?

Ps. Sugel: Bueno precisamente ahí es donde nosotros tenemos que hablarle a nuestras almas, en vez de dejar que nuestras almas argumenten sin control.

Ps. Eduardo: Sugel, si yo le hablo a mi alma, van a decir que: ¡yo estoy loco!

Ps. Sugel: Mira todos nosotros tenemos un diálogo interno todo el tiempo, las 24 horas del día, mientras estemos despiertos ¿verdad?, estamos hablándonos a nosotros mismos. Déjame compartir un pasaje de las escrituras que se encuentra en el Salmo 16, el salmista [rey David] dice: “Guárdame, oh Dios, porque en ti he confiado. Oh alma mía, dijiste a Jehová: Tú eres mi Señor; No hay para mí bien fuera de ti”. Él le está diciendo a su alma dos cosas: el Señor es mi Señor, Él es mi marido, Él es mi dueño, Él es mi amo; en el segundo lugar: para mí no hay ningún bien fuera de Dios, o sea que, aun si Dios me quitará todo lo que yo tengo, absolutamente todo, el mero hecho de tenerlo a Él, es tener el mayor bien; cuando el creyente le dice eso a su alma, va poder enfrentar las carencias, vicisitudes, dificultades como la que estamos atravesando en estos días de manera planetaria, no hay para mí bien fuera de Dios. Te lo voy a poner de esta manera: si yo tuviera la libertad de salir de mi casa, y tuviera todo lo que yo quisiera, y no tuviera a Dios, sería el ser más desgraciado del mundo, si yo no tuviera nada de eso, pero tengo a Dios, lo que el salmista está diciendo es: Señor lo tengo todo, porque no hay para mi bien, fuera de tener a Dios, como mi Dios, como mi padre, como mi Señor.

Ps. Eduardo: Sugel, déjame hacer un paréntesis ahí, si una persona tiene riqueza, salud, ¿no lo tiene todo?

Ps. Sugel: No.

Ps. Eduardo: ¿Por qué entonces el mundo está al revés?, porque yo veo a todas las personas en el mundo, buscando su felicidad y su realización, en esas cosas; entonces: ¿el mundo está al revés?, ¿está patas para arriba?, como decimos nosotros.

Ps. Sugel: Totalmente, oyó lo que dice Jesús, de un hombre rico, es una parábola, que tenía muchos bienes, oyó la palabra que usa: “bienes”, el rico, en ese diálogo interno que yo hablaba ahorita, le decía a su alma, exactamente lo contrario a lo que dice el salmista, él decía [Lc. 12:19]: “(…) Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años (…)”; cuáles eran sus bienes: un granero grande, muchas riquezas terrenales; y dice, pero vino una voz del cielo que le dijo [Lc. 12:20]: “(…) Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será?”

Mira Eduardo, si hay algo que ha quedado evidente en estos días de coronavirus, es que: las aflicciones no respetan “estatus económico”, y en segundo lugar que: no siempre las riquezas libran a los hombres de los problemas; muchos millonarios se han infectado del coronavirus y han muerto; y han muerto muchos de ellos, en condiciones idénticas a las de cualquier ser indigente, solos, en un hospital, sin familia; o sea, que realmente el mayor bien que el hombre tiene: no son las riquezas, es Dios.

Ps. Eduardo: Salvador, ¿Que tú tienes que decirnos con respecto a esto que dijo Sugel?

Ps. Salvador: Hay dos cosas que son una respuesta del alma a la bondad de Dios, y que la experimenta el creyente; por un lado es: la respuesta de gratitud cuando una persona está convencida de quién es Dios en su bondad, lo que Dios hace, y que son favores inmerecidos, el alma se torna agradecida; y el salmista lo expresa cuando habla de la bondad y de la gratitud al mismo tiempo con un Salmo como el 118 cuando dice: “Dad gracias al Señor, porque Él es bueno; porque para siempre es su misericordia”; dad gracias al Señor, esa gratitud empieza a contar la bondad de Dios. Me llamó la atención algo que otro de los pastores decía, en estos días en una reunión, y es, dice: “algunos de ustedes están acostumbrados a trabajar en sus hogares, tienen oficinas instaladas en sus hogares, yo no, decía él, y para mí, eso me ha encontrado, me he visto extraño, y he tenido que acostumbrarme a tomar ciertas medidas” y cuando lo escuchaba decirlo mi corazón se movió a la gratitud y vi bondad de Dios, en el hecho de que algunos de nosotros tenemos oficinas en nuestros hogares, y se ha resultado más fácil, poder adaptarnos a esta situación; y yo creo que si nosotros tenemos más ojos, para ver la bondad de Dios en tantas cosas que hay a nuestro alrededor, nuestras respuestas ante las cosas que implican sufrimiento y dolor, serán mejores, van a ser nuestras respuestas más piadosas, vamos a tener corazones de adoración.

Pero otra respuesta que nosotros también podemos dar ante ésta bondad, es la confianza, el saber que Dios es bueno, inspira a poder decir: Dios sabe lo que está haciendo; yo ahora mismo eso me está afectando de diversas maneras, pues está afectando a mi familia, ahora a la iglesia, a el mundo, pero yo puedo reconocer, la forma sabia en que Dios hace cosas; yo creo que ahora como nunca nosotros estamos viendo a personas sensibles a la palabra de Dios, esto ha traído inquietud, a personas las ha puesto a concientizar en la brevedad de la vida, el riesgo de la muerte, y eso ha llevado a personas a confiar en Dios; qué buena conversación pude tener con uno de mis hijos que se inquietó con esto de las muertes y la salvación, e hizo buenas preguntas, escuchó con una atención que no estaba acostumbrado yo a verlo escuchar estas cosas; yo creo que nosotros estamos viendo muchas muestras de la bondad de Dios, que nos deben impulsar a seguir confiando en Él, a descansar en que Dios sabe lo que está haciendo, no estamos eliminando con esto, como decía Sugel al principio, el dolor que las personas pueden experimentar, pérdidas humanas, diversas situaciones; lo que estamos diciendo es: que en medio de estas situaciones, podemos confiar en Dios.

Ps. Eduardo: A mí me gustaría que en el próximo segmento veamos: ¿Cómo esa bondad de Dios se relaciona con otras características de su naturaleza, con su amor con su misericordia, con su gracia con su paciencia?; de manera que esto nos ayude a confiar cada vez más en Él. (…).

Ps. Eduardo: En el segmento anterior decíamos que Dios es la suma de sus atributos, no es como nosotros lo imaginamos, sino como Él es, y esa bondad está estrechamente ligada con otras características de su naturaleza, como son: su misericordia, su gracia, su justicia, también su amor, su paciencia; y a mí me gustaría que ustedes nos explicaran ¿Cómo se relacionan estas características o cómo forman parte de la bondad de Dios? Sugel, ¿que tú nos dirías?

Ps. Sugel: Mira yo creo que es importante antes que nada, decir en términos generales, que Dios es la suma de todo lo que Él es, y Él es todo lo que Él es todo el tiempo; que quiero decir yo con eso: yo puedo tener un mal día, y llegar a mi casa impaciente, malhumorado, y tal vez no se va a ver tan claramente mi ternura, como se ve en otro momento que yo me siento mejor; Dios no es así, su amor, su bondad, su misericordia, su compasión, su justicia, su santidad, todo eso está allí todo el tiempo, actuando al mismo tiempo; ¿por qué es importante aclarar esto? porque muchas personas se preguntan ahora que estamos en este tiempo de pandemia, ¿Está Dios castigando al mundo? y ¿Qué es lo que Dios está haciendo?, ¿Es esto un juicio de Dios?; bueno yo creo que: Dios está siendo un montón de cosas al mismo tiempo, conforme a esa suma de los atributos, que lo hacen a Él, ser quien Él es, entonces yo no puedo simplemente tomar uno de los atributos de Dios, y decir: esto es lo que Dios está haciendo, y yo creo que Dios se está manifestando al mundo de muchísimas maneras, al mismo tiempo, tratando con el hombre conforme a la necesidad de cada uno, y a diferentes situaciones en las que el mundo está; no sé si eso ¿tiene sentido?, lo que estoy tratando de explicar.

Ps. Eduardo: Se entiende, sí.

De esos atributos ¿Cual tú dirías salvador, que debemos tomar en cuenta también?

Ps. Salvador: Bueno cuando hablamos de la bondad de Dios, hay aspectos dentro de la bondad de Dios, que están incluidos, por eso hablamos de la misericordia, por eso hablamos de la gracia, de la paciencia de Dios; hay cosas que están incluidas cuando hablamos de que Dios es bueno, pero el hecho de que Dios tolere cosas en nosotros y ¿cuánto tiene que tolerarnos? esas son muestras de su bondad; Él no inmediatamente reacciona en un juicio, o un castigo, sino que le vemos soportar tantas cosas de sus hijos y aún de los incrédulos, la paciencia de Dios es impresionante, y en ese aspecto, esa suma de sus atributos le adornan de una manera tan uniforme, de una forma tan balanceada, que Dios es por eso alguien que está en otra categoría diferente a la nuestra; nosotros tendemos a ser desbalanceados, o tendemos quizás a mostrar un aspecto de un carácter que descolla [destaca]por encima de otro, pero en Dios todas sus características y sus atributos están en completa armonía, y en ese aspecto, su bondad es una bondad soberana, porque Él la dispensa como Él quiere, y nadie tiene derecho a llamarlo a capítulo [a juicio], ni preguntarle ¿Por qué hace lo que hace?; la bondad de Dios, es una bondad santa, no tiene ninguna muestra de pecado, hay personas que para hacer el bien a alguien, violentan un montón de leyes, porque las menosprecian, y ellos piensan que un bien vence tres males que ellos están haciendo.

En el caso de Dios, no es así, Dios cuando hace bien, nunca hace pecado, no somos bonachones que podemos utilizar aún la mentira para lograr los fines, porque los fines no justifican los medios, en Dios no es así, y en ese aspecto la gloria de Dios brilla, cuando contemplamos su bondad a la luz de esa armonía de sus atributos, y cuando Él ve esa miseria en nosotros, Él nos trata con misericordia, es porque hay esa miseria, no merecemos sino ser enviados al infierno, y Él no nos da lo que nos merecemos, por el contrario, manifiesta su gracia, nos da lo que no merecemos, y sobre todo la salvación en Cristo Jesús, la esperanza de una vida eterna en Cristo Jesús, eso es una gracia impresionante y es una muestra de su bondad.

Ps. Eduardo: Completamente opuesto, a como somos nosotros; si la misericordia de Dios es: la bondad de Él hacia los afligidos, hacia los que están en miseria aun siendo sus enemigos, Él les hace bien, nosotros los seres humanos no reaccionamos así, generalmente, al que nos hace mal cuando lo vemos en miseria, ¿Qué hacemos nosotros?, ¿nos gozamos?, o ¿no queremos ayudarlo?, o ¿justificamos el no ayudarlos por lo que nos han hecho?, y muchas veces a esas personas que nos han hecho mal lo que queremos es que le pasé un mal, decimos: ¡qué bueno que está ahí por lo malo que Él ha sido!; entonces Dios no es así, Dios nos hace bien, cuando nosotros lo que merecemos es mal, cuando nosotros somos sus enemigos, cuando nosotros lo odiamos, cuando estamos en contra de Él, cuando, si hubiésemos estado cuando lo estaban latigando, escupiendo, coronado de espinas a Jesucristo, nosotros allí lo hubiéramos aprobado, y Él nos ha hecho bien.

Ps. Sugel: Estaba pensando en lo que decía Salvador, ahora, de la armonía de los atributos de Dios, su bondad es: “una bondad santa”, su bondad es: “una bondad justa”; ¿qué quiero decir con eso?, ¿está castigando Dios al mundo por su pecado?, yo creo que en muchos lugares podemos decir que sí, o sea, yo creo que Dios tiene todo el derecho del mundo de castigar aquel que hace lo malo, y si Él ha enviado juicio a este mundo pecador, Él está en su pleno derecho de hacerlo.

Sin embargo, yo creo que, precisamente, al ver la armonía de los atributos de Dios, estaríamos haciendo una caricatura de Dios, si exaltamos su justicia y minimizamos su bondad, ¿eso es lo que hacen con las caricaturas verdad? que toman un rasgo de alguien y lo magnifican, en detrimento de otros rasgos. Así como Dios está siendo juicio probablemente a través de esto que está trayendo al mundo, ¿quién sabe cuántas personas están siendo llamadas al arrepentimiento a través del coronavirus, a través de la pandemia?, ¿quién sabe cuántos se están sensibilizando a la palabra?, ¿quién sabe cuántos van a morir a este mundo, para abrir sus ojos a una eternidad dichosa y eternamente feliz en la presencia de Dios?; Dios puede, y seguramente lo está haciendo, Él está quitando lo menos, para darnos lo más; porque es como decíamos al citar el Salmo 16 [vs. 2] el mayor bien que Dios puede darle a un hombre es a Él mismo, pero el hombre se idolatra por naturaleza, y muchas veces Dios tiene que quebrar nuestros altares, tiene que dejarnos sin nuestros ídolos, para que nos volvamos únicamente a Él.

Entonces Dios está haciendo mucho bien a este mundo, probablemente no, yo digo “probablemente” en el sentido, no de que lo pongo en duda, sino, de que yo no sé todo el bien que Dios está haciendo, no lo sabemos, pero Dios está haciendo mucho bien, a través de este gran mal, a gente que no lo merece.

Ps. Eduardo: Partiendo de lo que ustedes nos han dicho: de la bondad de Dios y cómo se relaciona con sus otros atributos, ¿cómo nosotros entonces podemos responder ante el sufrimiento?, ¿cómo podemos responder ante una situación como ésta? Por ejemplo: Dios es bueno, su misericordia es para siempre, Él me está haciendo bien en esta situación, ese Dios soberano está llevando todas las cosas con un propósito, ¿que yo debo hacer?, ¿cómo yo debo reenfocarme como cristiano?

Ps. Sugel: Déjame poner un ejemplo, que hoy es estos días me fue de mucha ayuda, porque yo creo que la reacción es esta Eduardo: aunque yo no entienda lo que Él está haciendo, Él me ha dado demasiadas muestras de su bondad, como para que yo confíe en Él. Oí a alguien decir en estos días: imagínate que yo tengo un amigo, voy a ponerte a ti mismo de ejemplo Eduardo, tú y yo nos conocemos hace más de 40 años, y yo de verdad confío en ti, y yo creo que tú has dado muestras de que eres mi amigo, de miles de maneras diferentes, imagínate que tu un día llegas a mi casa y aquí hay una visita que no te conoce, y tú me dices: Sugel por favor dame rápido, no puedo explicarte, pero préstame las llave de tu carro, y yo sin ningún problema, seguro que te las voy a dar; y ese amigo puede ser que diga: ven acá, pero y como tú le diste las llaves tan rápido, si él ni siquiera te dijo ¿para qué quería el carro?, y yo les voy a decir: porque tengo más de 40 años conociendo Eduardo, porque es mi amigo, y porque yo sé, que no va a usar el carro para nada malo, porque yo confío en él. Si yo puedo confiar en un ser humano como tú, que eres pecador, que eres imperfecto, pero confío en ti por lo que yo conozco de ti por 40 años, ¿cuánto más yo no voy a poder confiar en Dios? que me ha dado tantas muestras de bondad, o sea, no solo que me lo ha dicho en su palabra, sino que me ha mostrado su bondad, en la creación, en su providencia, y sobre todo en la cruz del calvario.

Nosotros podemos y debemos confiar en Dios, aunque no tengamos la menor idea de lo que Él está haciendo y aunque estemos sufriendo. Yo leí en estos días, junto con mi esposa, en el devocional aquí, el texto de Tesalonicenses [1 Ts. 5:18] que dice: “Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios (…)” ¿Qué significa “en todo”? significa en todo, dar gracias en todo, porque esa es la voluntad de Dios; [1 Ts. 5:16] “Estad siempre gozosos” ¿están siempre gozosos?, Sí, yo puedo estar gozoso, porque yo confío en mi padre celestial, completamente, aunque yo no sepa lo que Él está haciendo.

Ps. Eduardo: Así es, Sugel, y una forma de dar gracias en todo, y estar siempre gozosos, es: uno, cuando vemos la mano de Dios guiándonos y liberándonos del mal; pero también como tú dices: cuando estamos en situaciones aflictivas y no vemos una solución. ¿Qué debemos hacer? hay un ejercicio interesante, y es: ver las misericordias pasadas de Dios para con nosotros, ¿cómo a través de nuestras vidas hemos estado en diferentes situaciones buenas, muchas malas, aflictivas? y ¿cómo Dios nos ha traído hasta aquí?, ¿cómo en el presente Él nos está cuidando y en el futuro?

Si hemos entregado nuestra vida a Jesucristo, si hemos confiado en Él para salvación, si le hemos dado lo más valioso que es el depósito de nuestras almas, como no vamos a confiar en Él, en medio no solamente de la pandemia del coronavirus, sino de todas las situaciones que vengan a nuestras vidas, porque hay una realidad, hasta ahora, Él nos ha librado de ese coronavirus, pero en el tiempo, dentro de unos 5, 10, 15 días, en el tiempo de Él, vamos a morir, vamos a cerrar nuestros ojos, y tenemos la confianza que el día que los cerremos, vamos a estar en su presencia para siempre. [Sal. 100:5] El Señor es bueno; y para siempre es su misericordia (…)”, ¿Que tú opinas Salvador?

Ps. Salvador: El poder confiar en un Dios así, es un privilegio sin igual que nosotros tenemos, y es nuestro padre, Él es un padre tierno, amoroso. Ahora a mí me llama la atención, que Jesús habló de la gracia y de la misericordia de Dios, y luego aprovecha, y hace una exhortación interesante, dice [Lc. 6:36]: “sed misericordiosos, así como vuestro padre [que está en los cielos], es misericordioso”. El ver tanta necesidad en nuestro alrededor, en días como esto, vuelvo y reitero, nosotros no estamos negando el alto nivel de sufrimiento, aflicción, padecimientos, que se están viviendo en estos días, enfermedades, soledad, estrechez económica, diversas situaciones, y así como Dios no se ha detenido de mostrar sus bien en medio de la pandemia, nosotros su pueblo, nosotros sus hijos, no debemos detenernos de hacer bien, de hecho, es interesante, la exhortación que la biblia nos hace de: no cansarnos de hacer el bien, Dios no se cansa de hacer bien, y nos exhorta a nosotros a: no cansarnos de hacer el bien tampoco, y es tener ojos abiertos, para aprovechar en medio de esta situación, para poder ser imitadores de nuestro Dios; nuestro Dios es bondadoso, nosotros tenemos que mostrar su bondad, no por eso es que somos hijos de Dios, somos hijos de Dios, porque Él nos rescató y nos salvó, y ahora evidenciamos por ese bien hacer, que somos sus hijos; pero qué privilegio que nosotros podemos decir: ese es mi papá, ese es nuestro Dios, Él es así, y nosotros le honramos imitando la bondad de nuestras propias vidas, para el bien de otros.

Ps. Eduardo: ¡Amen! Sugel, ¿qué palabras de esperanza tú traerías a nuestros televidentes y nuestros oyentes, en este momento?

Ps. Sugel: Bueno, yo creo que aquí debemos hacer una distinción ¿verdad?, entre aquellos que ya han confiado en Jesucristo, son creyentes, y son hijos de nuestro padre celestial; a ellos yo les diría: háblale a tu alma conforme a lo que Dios dice en su palabra. Una de las cosas que dice el apóstol Pablo en Filipenses capítulo 4 [Fil. 4:6-7]: “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús”; lamentablemente nosotros dejamos el texto ahí, pero en el versículo 8 Pablo dice [Fil. 4:8]: “(…),todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro,(…) en esto pensad”; entonces por un lado, la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento, guardará mis pensamientos, guardará mi corazón en cristo Jesús; pero eso no elimina la responsabilidad que yo tengo de pensar, en todo lo bueno, en todo lo justo, en todo lo puro, en todo lo que es verdadero, y lo que es verdadero, es lo que Dios me dice en su palabra; entonces si tú eres creyente, has confiado en Jesús, confía en lo que Dios dice de Él en su palabra, descansa tu alma en la bondad de Dios manifestada de tantas maneras, en las vidas nuestras como creyentes.

Ahora, si tú no eres cristiano, mi mensaje final en este programa es: ven y acógete a la misericordia y a la bondad de Dios manifestada en la cruz del calvario a través de nuestro Señor Jesucristo, acógete a la bondad de Dios, dejando de confiar en tus buenas obras, dejando de confiar en ti mismo, y confiando únicamente en la justicia perfecta de Jesús, y en su obra en la cruz del calvario, y de esa manera, tú también vas a poder decir: Dios es bueno y bienhechor. Dile a tu alma: tú eres mi Señor, no hay para mi bien fuera de ti.

Ps. Eduardo: Salvador nos queda un minuto, ¿Qué palabras de aliento?, ¿Qué consejo tú le darías a nuestros televidentes y oyentes?

Ps. Salvador: Yo creo que es bueno recordar, el hecho de que, en esta vida nunca los gozos son puros, sino que van mezclados con aflicción, y nunca las aflicciones y los sufrimientos son puros, sino que están mezclados con razones de gozo y de alegría; busca esas razones de gozo y de alegría, en medio de estos días de oscuridad, hay razones, para nosotros glorificar a Dios, darle gracias a Dios, reír con la familia, disfrutar de la bondad; hay muchas cosas, solamente debemos depositar nuestra mente y nuestros ojos en estas cosas, porque si contemplamos sólo lo malo, sólo lo que nos duele, entonces vamos a tener una visión distorsionada de las cosas.

Ps. Eduardo: [Sal. 100:5] “Dios es bueno; y para siempre es su misericordia (…)”, a la luz de lo que hemos visto de la bondad de Dios en su palabra, debemos estar siempre confiados y esperanzados en Él, y a ustedes gracias por haber estado con nosotros en su programa: “Entendiendo los Tiempos”.